10 agosto, 2008

Estimado Sr. Bandini: nuestra facultad era la gloria...

Lamento mucho mi tardanza en ponerme al día, Sr. Bandini. Tenga en cuenta una serie de factores: los dos niños, la llegada de mis vacaciones, el estrés de los últimos días (en la empresa privada, cuando te vas a ausentar unos días, tratas de dejarlo todo medianamente preparado para que la persona que pringa no se trague una serie de marrones que, a la larga, siempre terminas dejando).

Me ha hecho mucha ilusión que me localizaras en el blog y dejaras un comentario (ahora ya te tuteo). Hoy mismo me ha llamado nuestro amigo y ahora profesor de imagen de la Facultad de Ciencias de la Información (majestuosa en la foto) José Antonio (que se viene a verme a Canarias la última semana de agosto), y me ha dejado pensando largo rato en mis (nuestros) años de Facultad.

Y es el momento de contar una serie de cosas:

Los años de facultad han sido los mejores años de mi vida. Todo lo que consideraba importante en ese momento, o sea, cine y mujeres (perdónenme que sea políticamente incorrecto, pero "pendón" es poco para definirme en esos años), eran mi meta y mi vida.

A pesar de que los mejores recuerdos los tengo de la cafetería de la facultad, a la que tú y yo íbamos fundamentalmente a hablar sobre En busca del Arca Pérdida y Steven Spielberg en general, también guardo buenos recuerdos de las clases de Historia del Cine en segundo, en la que saqué Matrícula de Honor simplemente por el hecho de disfrutar como nunca había disfrutado en una clase.

Recuerdo los seminarios de Vicente Aranda, las magistrales clases de Antonio Castro, salir con todas las mujeres de clase (y eran muchas, pero claro, la fanfarronería con la edad actual suena a cuento de piratas), pero me sigo quedando con las conversaciones de la cafetería. En una época anterior a Internet como moneda común, lo raro era descubrir que había gente exactamente como tú y yo por el mundo. Gente que se sabía plano a plano una serie de películas y que, además de hablar de Ford y de Hawks, se sabía de memoria las películas de John Carpenter, Landis o Brian de Palma (reverencia, por favor).

Tener un título por pasarme cinco (o seis, o siete) años en la cafetería de la facultad tiene gracia. Pero yo tenía mis trucos. El primer año, alguien que no recuerdo nos dijo que había tres o cuatro dioses que teníamos, forzosamente, que vanagloriar. Eran teóricos del cine entre los que se encontraban Jean Mitry (que con los años he descubierto de verdad) y Nöel Burch.

El primer año, me fui a la librería de los Alphaville y me compré los dos mamotretos de Estética y Psicología del Cine de Mitry. Empecé a leerlo y me aburrí. Así que miré el índice, descubrí más o menos por donde hablaba de algo muy concreto sobre la narrativa y me aprendí un párrafo.

A partir de ahí, en cada examen que no fuera tipo test, preguntaran lo que preguntaran, comenzaba a enrollarme con lo que sabía de cine y llegaba hasta el punto en donde, ya encauzado el tema, podía meter mi párrafo de Mitry entrecomillado. Por supuesto, ponía un numerito y en la parte de abajo del folio del examen escribía: (1) Estética y Psicología del cine. Jean Mitry. Siglo veintiuno de España Editores. S.A.

El párrafo (muy jugoso, por otra parte) decía algo así como: "Si los films mediocres abundan, su mediocridad es con mayor frecuencia del contenido que de la forma y las películas malas, o sea, mal hechas, son cada vez más raras". Como puedes ver, con esta frase se pueden hacer mil exámenes diferentes y aplicarlo a teorías de autor, a cine comercial, a la nueva ola, al cine ruso, a lo que fuera necesario...

José Antonio, a la salida de los exámenes a lo largo de esos cinco años, me preguntaba como había enfocado en ese examen concreto, la frase de Mitry. Siempre fue así menos el día que, directamente, le quité el examen a José de la mesa para copiar unos datos. Ese día metí la pata hasta el fondo, porque José Antonio confundió un teórico del cine ruso con Trotsky, revolucionario ruso que entre otras cosas, creó el ejercito rojo. Ese día nos llamaron a despacho a los dos, por ponernos de acuerdo en tomar el pelo al ¿profesor? Hernáiz con conceptos revolucionarios. No sé como salimos de aquella, pero en algún momento se debió notar que, cateto de mi, simplemente le había copiado el examen...

Podría contar mil anécdotas de aquellos años para terminar muertos de risa y sin respirar. Y eso es peligroso. Yo recuerdo momentos personales gloriosos, como cuando a salir a defender delante del ¿profesor? Hernáiz
el cine negro frente a la luz (?) y le nombré a Belloq para establecer los términos de mi exposición. Por supuesto, salí bien parado. No se podía esperar más de Hernáiz, que nos enseñó un cuadro que se llamaba "nosequé en la hondonada" llamándolo "nosequé en la mondonada". Cuando alguien, maliciosamente, le preguntó que significaba "mondonada", él dijo "mucha gente". No teníamos a Google.

En aquellos años no podía ni ver a Hernáiz. Ahora le daría un abracito por pertenecer a mis recuerdos de los mejores años de mi vida. Como a Sergio Navarro, joven profesor de cine que hablaba en nuestro idioma y que en aquel momento no me caía demasiado bien, quizá porque me parecía algo chulito. Y sin embargo, de él aprendí la mejor lección de mi vida, lección que voy soltando por ahí siempre que puedo: échale morro a la vida. Pero además, de verdad.

Un día, creo que en la Plaza de España, Sergio Navarro vio como su ídolo de los Efectos Especiales, Colin Arthur, estaba rodando una secuencia. Ni corto ni perezoso (esto lo contó en nuestra clase) se acercó a él para conocerlo, hablar con él, que le enseñara su estudio... y terminó trabajando con él unos cuantos años. En ese momento, esa historia me impresionó bastante y decidí aplicarla en mi vida. Un día, todos ustedes se fueron con otro profesor a visitar la restauración de películas a Filmoteca Española. Ese día yo no fui a clase y me quedé hecho polvo por no haber ido. Así que le puse morro, y al día siguiente, a las 9 de la mañana, llegué a la Filmo y dije algo así como: "mis compañeros vinieron ayer a ver esto y yo no pude, ¿puedo conocerlo hoy?. Entré, hablé con Juan Mariné sobre sus películas con Juan Piquer Simón y mi adorado José María Forqué y al cabo de unas semanas, me hicieron un contrato con el que estuve trabajando allí tres años.

Esa lección de Sergio Navarro tuve la oportunidad de contársela a su hermano Heriberto, una gran persona, un gran conocedor de la música de cine y con el que he coincidido en el Congreso de Música de cine de Úbeda. En realidad, me hubiera gustado darle las gracias a Sergio en persona, por su lección de "echarle morro a la vida" y por su libro sobre la Música de cine, que sigue pareciéndome excepcional, pero tristemente, Sergio falleció de forma trágica en un incendio en Madrid. Como en las películas, me enteré un asqueroso día por las noticias de televisión.

Prácticamente, todos los trabajos (y en realidad, todo lo que he hecho en la vida) lo he conseguido con esa premisa: echar morro. Tirar "palante": si me apetece algo, voy y lo intento. Hace un año o dos, quise llevar el Gabinete de prensa del teatro Perez Galdós, en Las Palmas. Se iba a inaugurar en pocas semanas y leí que iban a presentar el logotipo en una pequeña rueda de prensa. Me puse la corbata, asistí al acto y me acerqué al director del teatro para contarle mis aspiraciones. Esa vez, aunque estuvo receptivo y quedó en llamarme, no pasó nada. Pero yo me quedé tranquilo. No funcionó, pero podía, perfectamente, haber funcionado.

Y ten en cuenta (me enrollo muchísimo, pero te aseguro que he borrado la mitad de las historias de este post para no hacerlo tan largo), que hablas con una persona que, con José Antonio,Adolfo y Susana, nos hemos colado unos cuantos años en la Gala de los Goya. La filosofía: echarle morro (por cierto, en algún sitio de mi casa, tengo un granito de arroz en una caja: me lo tiró a la cara Berlanga, mientras tomaba paella y hablaba al mismo tiempo. En aquel momento, José y yo vimos con humor casi reverencial que Berlanga me hubiera escupido un grano de arroz, de su boca a mi moflete).

Sr. Bandini, tengo muchas ganas de volver a verle, hablar con usted y contarle más cosas de aquellos años (bueno, y de estos). Creo que la vida, de momento, me ha tratado bien. Me gusta lo que hago, mi mujer y mis hijos. Y no necesito nada más. Eso sí, cuando pienso un poco en los mejores años de mi vida, pienso en esa cafetería de la facultad, en los libros de cine, en las clases magistrales y en los sueños que teníamos. Y por supuesto, en las copas que bebimos y en las mujeres que ligábamos.

Lejos de pensar que la Facultad de Ciencias de la Información fue una pérdida de tiempo, creo que fue mi experiencia vital. Y no acepto a los que la repudian. El título, en alto. Como la cabeza.

9 comentarios:

  1. Toda una réplica a ciertos ex alumnos repudiadores célebres. Pues me gustaría leer esas historias que dices que has suprimido por no alargar el post.
    Y aún me estoy riendo imaginando al joven Sergio guardando primorosamente el grano en una cajita xDDD.
    ¿Hay anécdotas de los Goya vistos desde dentro?
    Así a groso modo, ¿cuántas alumnas tendría tu clase? ¿Tan bueno estabas o es que tenías un gran poder de convicción?

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  2. Vaya alegría me has dado al llegar de currar y encontrarme con esta entrada tan sentida y tan...evocadora. Verdades como puños las que escriben tus dedos, compañero; preciosos años aquellos cuando teníamos la remota esperanza de que algún día haríamos la película perfecta. Hoy, aunque ya no pensemos exactamente en los mismos términos, seguimos devorando películas y series con hambre infantil, y continuamos boqueando de asombro -como parece que nos ha pasado a los dos con WallE-.

    Me alegra saberte instalado y feliz en tu tierra, inyectando en las venas de tus hijos el amor al cine que demostrabas (porque si algo de tí confirmo en este mensaje es que le echabas mucho morro al asunto y que amabas el cine sobre todas las cosas). Las charlas sobre Spielberg y la grandeza de Tiburón, De Palma -te acuerdas de la banda sonora de El Fantasma del Paraíso, aquel Special to me cantado por Jessica Harper-, etc. Muchas veces pienso en todos nosotros, la mayoría rebotados hacia profesiones alejadas de nuestra vocación, pero unidos por el vínculo imperecedero de nuestro amor por el cine, y creo que aunque la mayoría de aquel tiempo fue tiempo perdido (y no por culpa nuestra), no hubo mejor tiempo perdido que aquel.

    Por aquí nos seguimos viendo Alfonso Jimenez, David y yo. Estaría muy bien que alguna vez que te dejes caer por Madrid celebremos que aún seguimos al pie del cañón. De todos modos, este blog ya está en mi lista de favoritos así que ya me verás comentando las futuras jugadas (y si hay que poner verde a De Palma, se le pone desde el cariño)

    Un abrazo muy fuerte, canario. Y esto en tu honor y para todos:

    http://es.youtube.com/watch?v=TEDo_Bw3lIU

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  3. elphaba, hay que confesar que el autor del blog era perseverante y extrañamente convincente. Un adonis no era pero solía degustar los mejores platos de la carta.

    Sergio, cuenta el día que echamos a Hernaiz de clase por manifestar solemnemente que las mujeres iban al cine a ver los decorados y el vestuario mientras que los hombres se fijaban mas en las historias e interpretaciones.

    Por cierto, como me gustaría saber de gente como Fernandito Consuegra, con su sempiterno jersey de lana y su encendida defensa del cine de Bergman (yo tardé años en darme cuenta de que tenía razón), de Sergio Capilla, de Carlos el abuelo -con el que compartí mi sexto año de carrera casí en solitario-.

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  4. Yo, de tus años de facultad recuerdo:

    1) Cuando nos hacias de canguro para q pudieramos ir al cine. No sé q le dirias a bebe Alasse q surtió efecto y se muere por el cine y su música.

    2) La preocupación por no saber jamás en q curso estabas ni q notas tenias.

    3)Y lo mejor....la llamada q hacias cada año desde dentro de la sala de la entrega de los Goya.Y tiene mérito porque no había móviles y buscabas un teléfono dentro.
    "Ya estoy dentrooooooo" y contabas el grado de dificultad del "cuele". El primer año q fue el principe Felipe fue el mas complicado.Creo q entraste por una ventana y te hiciste pasar por camarero, no?

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  5. Ostras, pues podría vender ese reportaje: "Los agujeros de las fuerzas de seguridad: como me colé en los Goya".

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  6. ESto se pone interesante!! A ver, a ver, destripemos los Goyas... y que guarro el señor Berlanga, no? Que no le dijo nadie que con la boca llena no se habla??

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  7. Me parece que de los Goya he hablado largo y tendido. De todas maneras, el año que me colé por una escalerilla de incendios, con chaqueta y corbata, y me hice pasar por nominado al mejor corto cuando me pillaron entrando, no lo hice solo... éramos cuatro personas. Tiene delito.
    El año de la Infanta Elena nos colamos dos personas entre dos macetas y otros dos como si fueran prensa...
    y no, guapo no soy ni he sido, creo que ni siquiera resultón. Pero le he puesto mucho morro a esto... y, Dios mío, ¡como me gusta hablar, hablar, hablar!
    Los Goya por dentro molaban por lo mismo, creo que hablé con todas las personas que me parecían interesantes, desde Berlanga hasta Fernando Trueba. Todos alucinaban cuando les contábamos que nos habíamos colado. Lo gritaban entre ellos: "estos son de la facultad y se han colado, jo, jo, jo!"
    Bandini, recuerdo muchas cosas y a Hernáiz lo echamos de clase más de una vez con verdaderas burradas... Si pones en Google frikiperopoco Paul Williams, te darás cuenta de que hoy por hoy, soy un fanático seguidor de él. Voy a poner un par de vídeos en el siguiente post...

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  8. Por cierto, y distanciándome del tema: ¿qué opinas de estas declaraciones que he encontrado citadas en un blog por ahí?

    "Detesto a Spielberg y creo que le ha hecho un daño brutal al cine".

    David Trueba, citado en Fotogramas de julio 2008

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  9. Pensaba meterme contigo por lo de pendón, pero lo de Trotsky es mejor todavía. Qué grande, sí señor xDDDD
    Así que mi gusto (gustazo) por el cine es culpa tuya... ¿cómo se hace para plantar mensajes subliminales en un bebé de 6 meses? Ummm...
    En mi cafetería, si no es la hora de comer, nunca hay nadie... :( Tengo que convencer a la peña de Munchkin para fumarnos alguna, aunque sea para sustituir a la peña de mus que tampoco tenemos.

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