22 septiembre, 2009

Extraordinario Sean Connery

Sean Connery debe ser de armas tomar. Su activismo en la "causa escocesa" y su particular forma de tratar a las mujeres no ha causado mella en su personalidad pública. Le importó un huevo dejar a Bond colgado a expensas de tardar unos cuantos años en volver a tener una carrera de primera clase. Y sus últimos contratos los firmaba con una clausula especial: un campo de golf cerca.

Todo el mundo adora a Connery. De hecho, no conozco a nadie que no le guste. Y sin embargo, Connery está harto del cine. Sabemos por algunos documentos recientes que sentía pasión por lo que hacía, pero como buen caballero que es, la burocracia y los tontos terminaron por hartarle.

En sus entrevistas se puede leer, entre líneas, esa pasión por el cine. Y el compositor Chris Young nos contaba en Úbeda 2009 que Connery (además de tener una barriga espectacular disimulada en pantalla) tenía muy claro como quería la música de La Trampa, en la que no sólo actuaba sino que además, producía.

Y también sabemos que acabó encantado con el rodaje de Indiana Jones y con la visión de Spielberg... pero eso no ocurre siempre. Por tanto, ya es hora de descubrir la persona a la que hay que echarle la culpa de la desaparición de Connery: Stephen Norrington.

El director Stephen Norrington, que es nefasto, es capaz de cargarse un excelente cómic, como La liga de los hombres extraordinarios, con un película que, de verdad, es aburrida, estéril y mal hecha... ese submarino por los canales de Venecia, ese coche a toda velocidad por ¿las calles de Venecia?, esa trama desdibujada, esas líneas de diálogo... más le hubiera valido seguir el cómic al pie de la letra que este híbrido insípido poco inspirado y de mal gusto.

Y Connery y Norrington, actor y director, pelearon y pelearon. Hasta que Connery tiró la toalla, dejó de hablar con el director y siguió rodando. Y después dejó el cine. Y ni siquiera Spielberg, cuando le llamó para volver a encarnar a Henry Jones, pudo convencerlo de lo contrario.

Sean Connery, tozudo, dejó el cine. Pero no como los toreros, que siempre vuelven... simplemente, el actor Sean Connery ya no existe.


Y Norrington, por fin, ha dejado huella en la historia del cine: fue el director que se cargó a Sean Connery.

7 comentarios:

  1. Uff.. esa pelicula es infumabe.. y es una pena porque el comic es bastante bueno.

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  2. Suscribo lo dicho por Candela y por tí. En mi caso, me llevé una gran decepción: Lo que podría haber sido y lo que es...

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  3. Pues vaya disgusto que me acabas de dar, bueno dos, lo de la barriga también me ha marcado.
    Aunque si tenemos en cuenta que pensé que anunciabas su muerte, casi que te tengo que dar las gracias.
    Bsssssssssssss
    Cloti

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  4. Qué horror de película... Ahora, que yo considero (ir)responsables de la misma tanto a Norrington como a Connery... Menuda lucha de egos y cómo repercutió en menudo engendro.

    No había visto un papel tan chafardero en Connery desde el de August DeWinter en Los Vengadores. Otra peli que tiene mandangas... :-D

    Saludetes.

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  5. La película era una mierda.
    No sabía que después de esta película decidió no volver hacer cine. Una lástima (a nivel profesional; ya que la última vez que nos vimos Sean y yo discutimos de fútbol y buieno ya se sabe..). Creo que escogió la opción equivocada; tendría que volver hacer cine pero de manera más selectiva.

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  6. La peli era infumable, y mira que tenía buenos mimbres. Siempre la confundo con aquel pestiño llamado Van Helsing.

    ¿Señor Arán, deberíamos escribir algo sobre District 9, no?. Yo estoy muy perraco, así que póngase usted a la tarea.

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  7. Pues a mi Van Helsing me gustó... claro que ayuda mucho tener la atencion centrada en Hugh Jackman... Lo que no me gusto fue el pestiñoso final... cheesy total... la cara de la panfila ahi en las nubes... pol dió...

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