29 abril, 2009

Una crítica genial

El señor de la foto es Truffaut y no fue crítico de cine antes que director, sino que ejerció de crítico de cine toda su vida. Amaba el cine sobre todas las cosas y desde todos los ángulos.

Siempre me han interesado los críticos de cine. Pero no los de ahora, los que han visto muchas películas y tienen en su mente una especie de IMDB, ni tampoco los que como yo, en este blog, que simplemente cuentan cosas. No me interesan los que dicen si es buena o mala... me interesan los que aportan algo a la película, los que me dan motivos para ir o no ir a verla, los que descubren el truco.

En España, desde la época de la revista Nuestro Cine, hemos tenido muy buenos críticos. Incluso el magnífico Ivan Tubau los clasificó en un libro estupendo. Pero ahora la cosa no tiene ni pies ni cabeza, son incatalogables. Hay síntomas claros: Carlos Boyero es el crítico de El País (sí, ese que José Antonio y yo nos encontramos en el cine viendo Chaplin y se durmió toda la película... para al día siguiente publicar su crítica).

Críticas buenas, incluso antológicas, se las he leído al desaparecido José Luis Guarner y a Vicente Molina Foix en la revista Fotogramas, a Antonio Castro y José María Latorre en Dirigido, a Juan Lluis Goas en Antena 3 Radio... pero ahora no veo comentarios que me hagan sentir que el señor que ha visto la película puede aportarme algo más que lo que hicieron los actores con anterioridad.

Ahora todo se reduce al perfil de los personajes, al ritmo, a si la foto es bonita... si la película entra en otros derroteros que no sean los personajes, la película se les cae por su propio peso: no vale el lenguaje, la caligrafía, la aportación...

Y eso me recuerda que cuando Hitchcock estrenó El hombre que sabía demasiado (la segunda versión, la de James Stewart y la Doris Day cantarina), Chabrol y Truffaut le preguntaron por qué había hecho otra película con la misma historia. El director contestó: "Digamos que la primera la hizo un amateur talentoso y la segunda la ha hecho un profesional".

Poco después salió la crítica de Truffaut que, más o menos, terminaba así: "Lo que hizo Hitchcock con la primera versión es darnos una película magnífica, transparente, emocionante. Lo que ha hecho con la segunda versión es presentarnos el andamiaje, el arte de la construcción, mostrarnos su capacidad para contarnos cosas".

¿Mostrarnos el andamiaje? ¿No es genial?

27 abril, 2009

Las películas que me entristecen...

... y no voy a hablar de las películas que me hacen llorar, en plan La fuerza del cariño o Cinema Paraíso, sino de películas normales que me provocan una tristeza interna que, entre otras cosas, hace que no las vea tan a menudo como se merecen. Y está tristeza no está relacionada a eventos que sucedieron en su rodaje sino que tienen algún elemento que, directamente, me extrapola de la película para deprimirme.


Aunque intento analizar el porqué de esta tristeza, no sé por qué la siento de forma aleatoria. Quiero decir, me sé mil tragedias de rodajes, pero no me afectan. Ya conté en su día la muerte de Dominique Dunne, la hermana mayor en Poltergeist, y sin embargo, no siento ningún tipo de tristeza. O el tema del doble de James Dean en Gigante, que al morir casi al final de rodaje, los pocos planos que quedaban de él fueron en plan Ed Wood, sacando a un doble de espaldas. Pero tampoco siento tristeza por Gigante. No sé. Creo que es aleatorio. Pero desde luego, no puedo ver estas películas sin que me embriague un mal rollo alrededor del que no puedo ni librarme, ni librarlas a ellas.


La trama: Lo que sería la obra maestra de cualquier cineasta que comienza, es la última película de Hitchcock. He leído mucho sobre ella e intento que me guste, y de hecho, a veces lo logro. Pero tiene demasiados elementos que me deprimen muchísimo. Para empezar, aún siendo muy competente, el director ya estaba muy mayor. Se quedaba dormido en el rodaje, estaba irascible y sustituyó a un actor en medio del rodaje por que “no le veía en el papel”. De hecho, hay planos generales en los que todavía se ve al otro actor. Y se nota una falta de glamour poco habitual en el director inglés.


El creador de La Ventana Indiscreta y Vértigo tuvo su último éxito de público y crítica en una película que, se nota demasiado, la rodó cerca de casa porque no quiso moverse de Los Ángeles. Y lo que en otros filmes es contención, aquí hay demasiado actor pasado de rosca. Tiene ideas visuales buenas, pero en realidad, nada nuevo.


La gran diferencia con Frenesí, rodada unos pocos años antes, es que se había trasladado a Londres (su ciudad natal) para grabarla y eso le dio una vidilla que en La trama no tuvo. Pensar en el mayor genio del cine delegando en los demás, durmiéndose, enfadándose con todos sus colaboradores de antaño... demasiado mal rollo. El final de su vida se acercaba y en sus declaraciones era una parodia de si mismo, hablando de cómo asesinar a la gente y cómo estrangular correctamente.


No puedo sino entristecerme y pensar, como en su cameo de la película, que era sólo una sombra de lo que fue.


Proyecto Brainstorm: Aquí si me toca la tragedia. La muerte de Natalie Wood no es una muerte cualquiera. Y aunque en la película no queda nada de la María de West Side Story, sino una ligeramente hinchada mujer que ha bebido demasiado. Y no puedo sino agachar la cabeza ante el cúmulo de circunstancias.


En realidad, Proyecto Brainstorm es, como película, muy interesante. Un tipo inventa una especie de casco con el que puede grabar sus pensamientos y sensaciones y en una de las pruebas que realiza, muere. Cada persona que se prueba ese casco, puede experimentar la sensación de morir. Pues si unimos esta historia con la historia de Natalie Wood, no mezclan nada bien.


Natalie Wood, que aquí sí fue sustituida en numerosos planos por una doble, tenía una fobia: morir ahogada. Y como todos sabemos, así murió. Estaba en un barco junto a su marido Robert Wagner (el Sr. Hart), con el que pasaba continuas crisis y se separaban y se juntaban cada dos por tres, y su compañero de reparto en Proyecto Brainstorm, el inigualable Christopher Walken. Los tres en el barquito.


Fuerte cogorza se debieron coger que cuando Natalie se cayó por la borda (a Wagner le han perseguido rumores desde entonces) ni uno ni otro se enteraron de nada. Sólo al cabo de unas horas, se dieron cuenta de su desaparición. Otras fuentes hablan de quince minutos de chillidos en el agua pidiendo ayuda, pero Wagner estaba tan enfrascado en su pelea con Walken (al que acusaba de estar liado con Natalie) que ni se enteró.


Sobre esta muerte hay numerosos libros contando cosas del tipo "Wagner gritando “deja de chillar, ahora te recogemos”, hasta el número de uñas de Natalie Wood que se encontraron en la popa del barco mientras trataba de agarrarse.


Vidas rebeldes: Basada en una historia de Arthur Miller (cuya anécdota al comienzo de Los Abrazos Rotos es lo mejor de la película de Almodóvar), es el propio escritor el que habla de esta época como la peor de su vida. Después del rodaje, murieron Marilyn y Gable, que ya de por sí, me daba bastante pena. El actor superó malamente la muerte de Carole Lombard (una vez hice un post sobre su avión estrellado, que asombrosamente, sigue estando en el lugar del accidente. El vídeo sigue activo) y se alistó en la guerra con intención de acabar con su vida.


Una vez superado el trago y habiendo hecho mil películas más, le diagnosticaron una cáncer por el que su voz, en Vidas Rebeldes, es radicalmente diferente a la habitual. Y Montgomery Clift se rompió una costilla. Y Monroe estaba todo el día drogada e ida. Y todos murieron prácticamente sin ver la peli (M. Clift cinco años más tarde). Dicen que Gable vio un primer montaje y afirmó: “es la mejor película que he hecho. Parece que sé actuar”.


Yo no la veo a gusto. Me da mal rollo y aún pensando que es una obra maestra del cine, no creo que la vuelva a ver nunca más. A veces, saber cosas sobre las películas, literalmente las destroza.

23 abril, 2009

Las películas normales, las de siempre, las que ya no se estrenan...

(Es mi post de persona mayor y de cualquier tiempo pasado fue mejor)

A lo mejor es una sensación personal, pero echo de menos las películas de "en medio". Hasta hace unos años, existían las películas de arte y ensayo, que eran esas pequeñitas que, en muchas ocasiones, tenían una buena distribución y conseguían tener su público. Ahora siguen existiendo, por ejemplo, como la maravilla de la que nos habla Klaatu en su post, Déjame Entrar, que procede de Europa y se supone, a priori, que no es plato convencional.

Y después están todas las superproducciones, las de Lucas y Spielberg, las macroproducciones de Coppola, incluso la obra maestra de La Puerta del cielo, por la que se perdió todo el dinero habido y por haber en el Hollywood de los 80. Todo lo que se estrena ahora es superproducción, con sus helicópteros, su imagen difusa de anuncio...)

Pero no veo en las salas las películas de "en medio". Las que vienen de Hollywood muy bien empaquetadas pero son historias de personajes, sin efectos, sin trucos y sin gente saltando a cámara lenta. Y quiero ser claro, adoro las películas tipo Wolverine, que me muero de ganas por ver, pero no encuentro esos grandes guiones con personajes acojonantes con diálogos tipo "¿Ordenó usted el código rojo?" en Algunos hombres buenos, que era una película que estaba bien, nadie saltaba y era una producción con grandes personajes.

¿Dónde están esas películas? Existen. Claro. Pero son tan poquitas... Desde hace unos cuantos meses, me propuse volver a las andadas con mis visionados de películas. Los niños ya no se despiertan por la noche y ya puedo sentarme a las 22:00 h. a ver una peli todas, todas, todas las noches.

Pero veo lo que sale, lo que se pone a la venta, lo que me puedo bajar de la Mula... y ¿saben qué? Que tengo que recurrir a los clásicos, porque si me apetece una producción normal, en donde los personajes, curiosamente, les de por hablar, no las encuentro. En apenas dos semanas, me cepillo las películas de "en medio" que se hacen en un año.


No es que me haya aburrido de los faunos, ni de los X-Men ni de Inteligencia Artificial, sino que simplemente, me apetece que me cuenten la historia del profesor de The Visitor, la terrible tragedia de En la habitación o los dos amiguetes que se van de cata de vinos en Entre Copas. No sé. Lo que no puede ser es que, ayer, para poner un DVD en casa, con toda la colección que tengo (y que ya no se cuenta por centenares), no encontrara algo que no hubiera visto y que me apeteciera.

Terminé viendo una repetición del casting de Operación Triunfo que, si les digo la verdad, fue un espléndido programa, con gente seria (se acabó lo de Mejide) y con chavales que, en algunos casos, cantaban realmente bien (y por cierto, cómo está cambiando la tele en España... El programa estaba realmente bien editado, con una posproducción magnífica. Y lo digo en serio). Y por supuesto, con Buenafuente, donde salió un Jodorowsky que, finalmente, se le ha ido la cabeza. No sabía que el gran cambio se debía a la muerte de su hijo, pero echo de menos al director de El Topo. El que salía ayer en la tele no era él. Era un señor que sólo hablaba de tarot y de mierdas.

¿No es esto grande, grande? Tan bien dirigido, con esos actores en estado de gracia, con esos planos serviciales, con esas miradas, y ¡Dios mio!, ese diálogo tan absolutamente fuera de serie... pues Algunos hombres buenos era una peliculita normal hace unos años, de las que se veían en los cines...


21 abril, 2009

Londres y Darth Vader

Tras una semana estresante como hacía tiempo que no vivía, en los pocos momentos que he tenido libres he visto dos vídeos que me han llamado mucho la atención.

El primero es asombroso: el anuncio de Londres como ciudad de los Juegos Olímpicos. En principio, y aunque creo que es brillante, no lo pondría por estos lares de no ser la cantidad de famosos que han prestado su imagen a la campaña. Me encantan este tipo de azañas. Yo hice en su momento unos cuantos anuncios sobre Gran Canaria (o sea, como estos pero en pequeñiiiito, con gente famosa de por aquí) y debo reconocer que, aunque alguno pidió ser pagado, la auténtica realidad es que la gran mayoría de personajes aceptó el reto sin compromiso.


Y sí, además de Bond, sale Money-Penny.

LONDRES (te adoro, te adoro, te adoro)



Y cuando pensábamos que nada podía mejorar la actuación de Susan Boyle en el Factor X ese británico, aparece Darth Vader bailando como Michael Jackson. Estoy de acuerdo con la rubia del jurado: esto es tan raro, tan raro, que empiezo a pensar que es extremadamente brillante. Eso sí, con 37 años, un poquito de vergüenza. O no. O yo que sé...

Vader bailarín aquí (que estos no se andan con chiquitas y no permiten poner sus vídeos en blogs zarrapastrosos)

13 abril, 2009

Semana Santa y la película que me miró...

Vuelta al trabajo. Han sido cuatro días de descanso. Cuatro días de ver cine sin parar (bueno, a la sala ni una sola vez, que sigo teniendo dos niños pequeños). Y me ha dado tiempo de lijar y barnizar una mesa y seis sillas de jardín. Un hacha.

Este es un resumen de lo más destacable que he visto estos días:

- Los extras de El Nombre de la Rosa: No conozco a nadie que diga cosas del tipo "Jean Jacques Annaud es mi director favorito", pero lo cierto es que a todo el mundo le gustan sus películas. El tipo es un perfeccionista y volver a ver El Nombre de la Rosa ha sido toda una experiencia.

El DVD lo compré hace un par de años y ha sido estos días cuando ha encontrado su hueco. La película sigue en perfecto estado, pero mi sorpresa ha sido el segundo disco, con un reportaje enormemente largo, en el que prácticamente se hace un plano medio del director y se le deja hablar durante horas. Y como si fuera una especie de entrevista Hitchcock-Truffaut, se le deja desgranar cada uno de los planos, la razón que le mueve a rodar de una forma, cómo se debe asistir de preparado al rodaje, la forma de organizar al equipo, la investigación que se debe hacer...

Un reportaje muy denso de ver en una sola sesión pero que tiene su recompensa en los mil datos que aporta. Todos sabemos que las películas no son fruto de la casualidad, sino del esfuerzo continuado. En realidad, la casualidad solo surge para joder los planes de rodaje. Como diría mi profesor de Producción de segundo de carrera (el Sr. Jacoste, al que todos respetamos porque sabíamos que había sido el director de producción de Remando al viento): "En un rodaje hay imprevistos e imponderables. Los imprevistos no se pueden permitir: desde si va a llover hasta que te fallen cada uno de los elementos del día. Un imponderable como que, por ejemplo, el actor se rompa el tobillo, te jode el rodaje, pero no puedes preverlo".

- Run, fatboy, Run (Corredor de fondo): Ha sido una sorpresa porque no me esperaba nada de esta película, que simplemente es una comedieta con gracia muy británica, aunque gran parte del equipo sea americano. La dirige el Dr. Ross (aunque no sea un doctor de los de curar), o sea, David Schwimmer, y la protagoniza Simon Pegg, que cada día lo veo más gracioso y un valor seguro en pantalla.

No sólo me reí bastante sino que su historia es el telón de fondo de una película muy, muy seria. Además, contiene la declaración de amor más bonita que he visto en una película, mirando a la cara a la mujer que quiere y diciendo verdades como puños.

Gran comedia. Vale la pena verla, aunque tenga esa título horrible.

- Noches de tormenta es la nueva película de Richard Gere y Diane Lane. Ya sabía que iba a ser mala, pero al mismo tiempo, estas películas son como los anuncios de perfumes: salen sitios preciosos y son todos tan guapos, que a uno le entra la terrible sensación de que nos estamos perdiendo algo en esta vida. Y efectivamente, sale una de esas casas que recordaré toda mi vida, igual que recuerdo el apartamento de Manhattan Sur o el pueblito de Durmiendo con su enemigo (en donde Kevin Anderson daba clases de teatro y... a los pocos meses lo vi en directo cantando Sunset Boulevard en Londres, jejeje).

Después, en Internet, a la hora de cotillear sobre la peli, me encontré con un dato que me llamó la atención: Diane Lane no sólo es guapísima sino que es multimillonaria y cultureta. Le apasiona el cine y tiene montada una sala en su supercasa (supongo que atravesando las canchas de deporte, pasado el helipuerto). Y sin coñas, es guapísima. A ver, repito, Diane Lane es GUAPÍSIMA. Y es la mujer de Josh Brolin, lo que, entre otras cosas, la convierte en familiar de Barbra Streisand. El mundo es un pañuelo, pero ese pañuelo es de Christian Dior, no como el mío, que está lleno de mocos.

- El libro mágico: Que alguien me explique porque una película con una gran historia, con actores como, atención: Nick Nolte, Ian McKellen, Aaron Eckhart, Jessica Lange... puede ser tan bobalicona. Que desperdicio de talento. Lo curioso es que la historia está bien y es de esas películas que contadas tiene más encanto que a la hora de verlas. Una lástima... y no sé porqué hablo de ella.

Y dos cosas más para terminar de contar mis vacaciones.

El libro de estos días ha sido el de Hitchcock (sí, otra vez, ¿les cuento los libros que acumulo sobre Hitchcock? Me da vergüenza) escrito por Guillermo del Toro. Pensé que me iba a encontrar un análisis pormenorizado de la obra del director inglés con el punto de vista socarrón y sin embargo certero del cineasta mejicano. Pero no. Me encuentro con un libro escrito por del Toro cuando tenía 20 años, y lejos, lejísimos, de tener la agudeza que tiene ahora. Podría excusarlo, pero cuando leo en su introducción algo como "he cambiado de forma de pensar pero creo que es interesante dejar el libro como está" y que donde dijo "Marnie no" ahora cree que "Marnie si", pues pierde gran parte de su encanto.

De hecho, fusila notablemente el libro de Spoto y la entrevista de Truffaut, pero no "en plan Ana Rosa Quintana", sino comenzando los párrafos "Como dice Spoto..." o "Como le comenta Hitchcock a Truffaut...".

Creo que es el libro de un estudiante aplicado, pero nada más. Si por lo menos estuviera escrito por el Del Toro actual (el que ya se ha enfrentado a la vida de los rodajes, el que sabe los problemas del día a día, el que sabe lo difícil que es conservar la idea originaria durante meses), el libro tendría cierto encanto. Y es justo decir que en la contraportada del libro explica claramente cómo y cuándo está escrito, pero uno es impulsivo y cuando vi que se trataba de Del Toro analizando Hitchcock, me lancé...

Y por último: ¿se acuerdan de la teoría de los espacios de Noël Burch? ¿no? pues da igual. Básicamente pone en el papel lo que todos sabemos, y cuando un personaje sale de plano por un lateral, el actor se queda en silencio sin hacer ruido, pero el personaje se ha ido a un lugar imaginario que, si la película está bien hecha, tenemos identificado.

Mirar a cámara es romper uno de los espacios cinematográficos. Se hace mucho en las comedias de Leslie Nielsen que tanto me gustan (así como pasar por donde termina un decorado, en vez de hacerlo por una puerta) como gag y para hablarle al espectador directamente.

Que un personaje mire al espectador rompe cualquier regla establecida de transparencia. Es un recurso muy, muy, muy complicado y mal aplicado puede arruinar toda una película. Pero amigos míos, bien hecho, bien metido y con sentido, puede helarte el corazón como espectador porque, al fin y al cabo, ese personaje, de repente, te dice algo personalmente. No hablo de miradas falsas que continúan con un contraplano de lo que ve el personaje, estoy hablando de implicación real, de juego de director, de barroquismo cinematográfico, del arte del montaje...

Hasta el otro día, la mejor ruptura de un personaje para mostrarse como tal y pedir la implicación del espectador, la situaba en J.F.K, con ese Kevin Costner pidiendo al jurado que meditara y al cabo de unos segundos, miraba a la platea del cine y nos dejaba a todos rotos. Pero entonces... llegó Mónica.

Entre tanto frikismo, también he visto algunos clásicos pendientes (acortando la lista). Uno de ellos fue Un verano con Mónica (1.953), de Ingmar Bergman. Y cuando ya sabemos que Mónica es un mal bicho y que, mientras su marido está estudiando y trabajando sin parar para dar un futuro a su mujer, ella se gasta todo el dinero del alquiler en comprar un abrigo e irse a tomar unos cafés con un hombre (bueno, un hombre cada día)... pues cuando ya sabemos todo esto, Bergman nos ofrece este planazo (se me pone la piel de gallina).

A mí estas cosas me dejan petrificado en el sofá, porque me demuestran la genialidad de los de siempre y la razón por la que sus películas siguen siendo la referencia del séptimo arte:


06 abril, 2009

Con el Sr. Rombi empezamos la semana

Hace un par de años, el mundo de los amantes de la música de cine se convulsionó por la llegada de una banda sonora de un joven compositor francés llamado Phillipe Rombi (humm... ¿todos los compositores buenos actuales son franceses?). La banda sonora pertenecía a la película Joyeux Noel.

¿Y saben que pasó?
Que no me dijo nada. No es que me pareciera mala, simplemente... no me pareció nada. La olvidé. No me atrajo.

Total, que al Sr. Rombi no le hice más caso hasta hace un par de días, en los que llegó a mis manos un CD con la banda sonora de la película Un homme et son chien (que entre otras cosas, cuenta con la figura rompedora de Belmondo, que va cumpliendo años y se pueden ver cosas en su cara que antes no se veían. Definitivamente, ahora es mucho mejor que antes).

Y me enamoré. No paro de tararearla, de vivirla, de gozarla y de escucharla una y otra vez. Una melodía sencilla, muy John Barry, muy evocadora y perfecta. ¿Se acuerdan cuando el otro día escribía algo en plan: "parece que en el mundo de la música está todo dicho hasta que sale un músico y GUAU"?

Pues guau, amigos, GUAU.

Primer tema de una banda sonora con temas perfectos (y atención, a partir de 2:10, la orquesta retoma el tema del piano):