30 septiembre, 2009

Fusilando cosas de Internet: la Universidad de Canadá

Realmente no sé muy bien qué es lo que pretenden con este vídeo. Lo han hecho 172 estudiantes de una universidad canadiense y en el blog que lo he localizado, vía Menéame, es este. Y aunque leo cosas como el buen rollo que destila, que lo hace (y es capaz de ponerte de buen humor en sólo cuatro minutos), lo que me impresiona es la capacidad técnica de mover a tanto personal.

Y ya no hablo de convencerlos para salir en el vídeo (que ya es poder de convocatoria), sino que todos tienen su entrada, su salida, y está calculado de forma prodigiosa. Técnicamente, es un vídeo alucinante.

Perdonen que fusile de esta forma una página web, pero cuando hay cosas que realmente merecen la pena... me gusta enseñarlas.

PD: Por el escenario que tienen y las salas de maquillaje, es probable que sea una Facultad de Imagen. Y yo, con ese ambiente, no dudada en apuntarme ya. ¿A que sería genial estudiar en un sitio como este, que destila ambiente en sus poros?

29 septiembre, 2009

El móvil en el teatro: Hugh Jackman

Creo que hemos hablado alguna vez de la falta de educación en los teatros. En Londres es habitual ver gente comiendo, hablando e incluso, cantando la música que suena en el escenario. En España, todo hay que decirlo, tenemos mucho más respeto por las apuestas teatrales.

Pero en Londres (y no sé cómo será en Broadway), el teatro no es para los amantes del teatro, también es para touroperadores, agencias de viaje... bueno, en definitiva, algo muy turístico.

Por eso, lo que hace Lobezno (Hugh Jackman) en este vídeo no creo que sea ego o falta de educación. Simplemente, creo que meterse en un papel e intentar ser coherente mientras delante de ti están comiendo sandwiches y hablando, debe ser muy complicado.

En escena también está Daniel Craig (¡Lobezno y James Bond juntos!). Son imágenes del preestreno de la obra A Steady Rain (que por cierto, días después ha sido alabada por la crítica como uno de las mejores apuestas del año).

El tipo al que le suena el móvil está tan avergonzado que, directamente, no se atreve a cogerlo. Y suena, suena, suena, hasta que finalmente, el que llama cuelga:



PD: ¡Que duro debe ser actuar en estas condiciones!

28 septiembre, 2009

Claudia Swells, Jeffrey Weissman y Crispin Glover: Back to the future

He vuelto a ver con nuevos ojos la primera y genuina Regreso al futuro. Me impresiona como se mantiene con el tiempo y como, nunca mejor dicho, funciona como un puñetero reloj. Tanto el guión como el montaje son verdaderas obras de arte.

Se me ocurren mil factores para que la película sea perfecta: desde un guión que reposa durante cinco años y es reescrito unas cuantas veces, hasta que las secuencias más importantes de la película se ruedan dos veces gracias al multipublicitado cambio de casting: de Eric Stoltz a Michael J. Fox (en la foto del post, la secuencia del centro comercial con el primer actor).

Pero no voy a hablar de Stoltz porque hay mil sitios en Internet que hablan de este tema. Y tampoco tiene mucha miga, simplemente, Zemeckis no lo veía como Marty McFly y, aunque la productora lo tenía muy claro, nunca estuvo convencido.

Pero me llama la atención el cambio de novia en la trilogía. La desaparecida laboralmente Claudia Swells, en la primera imagen, por Elizabeth Shue, que ya era ligeramente conocida por papeles en películas de cierto éxito (léase Cocktail o The Karate Kid).

Lo más curioso de esta sustitución es que Regreso al Futuro II comienza con la última secuencia de Regreso al Futuro que, evidentemente, se tuvo que volver a rodar debido al cambio de cara del personaje. Pero son exactas: los mismos gestos, los mismos movimientos...

En IMDB leo que Claudia Swells declinó hacer la segunda y tercera parte (que se rodaban seguidas) por problemas con la salud de su madre. Y la realidad, que siempre es más cruda que la ficción, es que, salvo una aparición esporádica en una peli del año 2.008, Claudia Swells ha desaparecido del panorama cinematográfico.

Pero el caso más sorprendente es el de Crispin Glover, que hace de George McFly en la primera película. Crispin es un actor, director, artista y bohemio de lo más raro que hay en Hollywood. No le gusta que le recuerden que actuó en Regreso al futuro, entre otras cosas, porque el cine que realiza es radicalmente diferente. Y aunque a veces actúa en cosas como Los Ángeles de Charlie, él se excusa con que "es su forma de conseguir dinero para su proyectos personales".

Otras fuentes dicen que, directamente, está como una cabra.

Cuando Glover se negó a hacer las continuaciones, Zemeckis (y Spielberg como productor) contrataron a Jeffrey Weissman (en la foto) para hacer de George McFly. No sólo le pusieron maquillaje para que se pareciera al actor de la primera peli, sino que además, lo hicieron moverse como él. Para colmo, en la película siempre aparecía de espaldas o boca abajo en una máquina futurista.

Y Glover se enfadó y demandó a Spielberg por utilizar imágenes suyas e imitarle en la segunda parte. Y ganó el juicio y Spielberg pagó, sentando un precedente sobre la utilización de imágenes de actores sin permiso (Marlon Brando, sin llegar a juicio, llegó a un acuerdo para que ninguna imagen suya saliera en Superman II. Por eso, es la madre de Superman la que habla a su hijo en la Fortaleza de la Soledad).

Recomiendo a todos los que lean estas líneas, acercarse a Youtube para ver entrevistas de Crispin Glover en televisión. Son alucinantes. El tipo es raro, raro (bueno, miren la foto de al lado). Pero no cuando hace un papel (en alguna entrevista sale maquillado y actuando como una especie de Kauffman) sino cuando habla de verdad, uno puede ver que está como una chota.

Recomiendo este vídeo, que es de 1.987, en donde se le ve simpático y aún así... hum...

Reconozco que adoro a Glover, aunque esté como una chota. Él demuestra en Regreso al futuro que sobreactuar puede ser perfecto. Creo que los mejores momentos de la peli son para él, con sus miradas, sus movimientos de brazos y Dios mío, su risa desconcertante. Adoro la risa de George McFly. Y aquí, veinte segundos de película que valen su peso en oro y se demuestra que George McFly es una auténtico robaescenas.



PD: Alguien ha hecho un espléndido montaje con el final de Regreso al futuro: el original y el que sale al principio de la segunda parte:


25 septiembre, 2009

Love Never Dies


Hoy he recibido una carta de Andrew Lloyd Webber. No es que yo sea una celebridad, es que me he apuntado a su lista de correo porque estoy ansioso por saber todo lo que acontece con la segunda parte de El Fantasma de la Ópera: Love Never Dies. Es un proyecto al que le tengo pánico y, al mismo tiempo, tengo muchas ganas de conocer todos los detalles. Y por cierto, ya ha sido retrasado en varias ocasiones.

La idea de una segunda parte de un musical es extraña, pero con que le salga la mitad de bien, nos damos con un canto en los dientes. Y sobre todo, seguro que repite ciertos temas con nuevas orquestaciones (todavía recuerdo el magnífico cambio en la obertura de la película). Sólo por eso, ya apetece.

En la carta, me dice que apunte mi nombre y una serie de datos para entrar en un concurso en el que los ganadores están invitados a asistir a la rueda de prensa en Londres (con la asistencia, te regalan bastantes elementos del merchandising del musical y, además, se escucharán algunas piezas). Este acto se celebra el 8 de octubre a las 11.00 de la mañana, en Londres.

Yo no iré porque no tengo dinero para escaparme a Londres y dejar mi trabajo así por así (porque te invitan, pero no pagan nada)... pero dejo el enlace por si alguien está interesado. Y lo más importante para los amantes del musical: el enlace a la página web de Love Never Dies es este, porque estos días la cosa va a estar movidita.

PD: Y siguiendo con las noticias de Webber, ahora se encuentra en Toronto preparando el estreno, junto a Ben Elton, del musical The boys in the Photograph. Este musical, que todos conocemos por The Beautiful Game, ha cambiado su nombre por uno que ciertamente, es mejor.

Es curioso, había notado cambios entre los musicales de Webber en Londres y Nueva York (desde las nuevas canciones de Cats hasta mejoras de montaje y estructura en Sunset Boulevard, pero nunca había visto que cambiaran el nombre a un musical.


PD2: ¿Y si recordamos los cambios en la obertura de la película? Prácticamente el minuto final de estas imágenes eran orquestaciones nuevas y algunas notitas musicales por aquí y por allá...


24 septiembre, 2009

Las subvenciones a directoras de cine o cómo ser un inepto

Entre dos proyectos iguales presentados a subvención, el dirigido por una mujer se llevará el gato al agua. Antes lo llamábamos discriminación positiva. Y puestos a ser abiertos y culturetas, yo propongo que se subvencione el cine a las emigrantes que han llegado a España en los últimos cinco años, a personas que estén en paro y a directores con familia numerosa.

Y así, sin criterio, nos va. No se trata de hacer cine de calidad, no se trata de subvencionar proyectos que tienen entidad propia, ni se trata de apoyar proyectos con los que la subvención va a fondo perdido. Se trata de ayudar a las mujeres cineastas.

El cine español se muere y nadie hace nada por impedirlo. Bueno, sí, tomar decisiones absurdas y sin sentido.

El cine, desde principios del siglo pasado, ha tenido directoras de cine magníficas. Pero me niego a caer en esa trampa. Me niego a ser tan retrógrado como para pensar en cine hecho por mujeres y cine hecho por hombres. Me niego a pensar que el éxito de Cuando Harry encontró a Sally reside en que está hecho por una mujer.

Desde que yo conozco el cine por dentro, siempre ha estado poblado de mujeres: simpáticas y hogareñas; jefes con los molares bien afilados; efectivas y vagas; tontas y superinteligentes... ¿saben qué? Exactamente igual que los hombres: simpáticos y hogareños, jefes con los molares bien afilados, efectivos y vagos, tontos y superinteligentes.

Pero González Sinde no se entera de nada. Quiso meterle mano a Internet, que sin duda era un buena idea.

Poco más tarde descubrimos que su idea de meter mano a Internet era prohibir las descargas y poner multas a consumidores y teleoperadoras. O sea, no se trataba de buscar formas viables de descargar películas, de abrir ventanas nuevas de mercado, de arreglar la situación... Sólo se trataba de prohibir las descargas ilegales. O lo que es lo mismo: no es una persona dotada de la capacidad de arreglar la situación, sino de prohibir lo que no le gusta. Y eso también lo puede hacer mi hija de seis años.


El DVD ha abierto nuevas formas de explotación. No es lo mismo comprar un DVD recién salido que uno de hace tres años. Primero es caro, y poco después, más barato. Y no es lo mismo comprar El Caballero Oscuro que comprar Mentiras y gordas. No es una cuestión de calidad, es una cuestión de mercado. Pero mientras el cine te cobra siete euracos (u ocho, o nueve euros, depende del lugar) por cada una de las películas, resulta que en DVD tienen precios diferentes (en realidad, como los cines de antaño: ¿se acuerdan de las salas de estreno y de reestreno?). ¿Y saben por qué? Porque hay una política de precios y una realidad tangible: a 18 euros el DVD, nadie te compra Mentiras y Gordas. Es así.

Lo importante es quejarse de lo mal que va la industria del cine, pero nadie busca soluciones. Podemos decir barbaridades sobre las descargas de Internet, ¡pero es que no tenemos alternativas viables!. No encuentro una página en donde, pagando un precio razonable, me pueda descargar una película de estreno en alta calidad. Y ¡ojo!, no sé si esta es la solución adecuada, porque además no soy político ni aceptaría el cargo de González Sinde, pero está claro que si no hay un lugar que sea una alternativa al E-mule o similares, ¿qué es lo que quieren?

El mercado ha cambiado, lo quieran los políticos o no. Una persona inteligente se dedicaría a analizar cuáles son esos cambios y en donde se puede dar el empujón adecuado para que la cosa marche (los exhibidores ya han hablado: ha sido una año fantástico). Pero los políticos, en vez de buscar soluciones, han decidido dos cosas: perseguir las descargas y darle más dinero a las directoras de cine.

Y sólo pensar que Isabel Coixet, Iciar Bollaín, Azuzena Rodríguez, Gracia Querejeta o Chus Gutierrez reciben subvención por sus películas (porque hasta ayer eran mujeres) y Julio Medem, Juanma Bajo Ulloa, David Trueba, Alex de la Iglesia y mil más van a tener problemas por el simple hecho de haber nacido hombres... me subo por las paredes.

23 septiembre, 2009

Modas, hombres sobre cables y actividades paranormales

Me encanta que se pongan de moda ciertas cosas. Cuando me empezaron a gustar los musicales de teatro, allá por 1.986, sólo tenía un amigo con quien hablar e intercambiar discos. Curiosamente, él ahora se dedica a escribir musicales (y tiene página web). Ahora encuentro musicales en todas partes y a todo el mundo le gustan. Es genial.

Más ejemplos: para un fanático de Spiderman como yo, que la película fuera buena significó unas magníficas reediciones de los cómic (al completo) y la aparición de mil figuritas apetecibles.


Pero lo mejor de todo, es el momento mágico que vive el documental. Está de moda. No nos engañemos, siempre ha habido documentales buenos y hace años los veíamos en Documentos TV, pero ahora han saltado a las salas de cine y muchos directores jóvenes quieren centrar su carrera en este campo.

No es una tontería. No sólo están ampliando los géneros (que hace años se reducía a "documentales de verdad" o "documentales de mentira") sino que antes era un camino reservado para personas que tenían un conocimiento concreto sobre una materia y sus carreras se reducían, en muchos casos, a un único documental. La llegada de profesionales de la imagen al campo documental ha sido apoteósica y, seguramente, todo se debe al éxito de Michael Moore con Bowling for Columbine (que hoy por hoy, sigue siendo su mejor trabajo). O por decirlo de otra manera más clara: antes, los que contaban las cosas eran los directores, y ahora, los guionistas y los directores son dos entes separados.

Lo que está pasando es muy serio. Muy pocas veces se pueden analizar los cambios en presente, pero estos años entrarán en los libros de Historia de la Imagen por la irrupción del cine documental en sala grande.

Y también vi (y a priori me daba muchísima pereza) el documental que ganó el Oscar este año: Man on wire. Trata sobre la azaña de Phillipe Petit, funambulista que, en 1.974, atravesó las Torres Gemelas sobre un cable. Curiosamente (por previsores) contiene muchas imágenes de la época que van mezclando con entrevistas actuales.

Y está muy, muy bien. Lo mejor, que pone la piel de gallina, es que se centra en toda la preparación del evento como si fuera un gran robo: aliados dentro de las Torres, ensayos, carné falsos, escondites, planos... Lo he disfrutado como un canalla y posiblemente, junto a UP, The visitor y París, París, lo mejorcito que he visto este año.

Y tengo pendiente otro documental que me apetece bastante: El último guión, del que me han llegado referencias muy buenas.

Por último, leo en Menéame sobre Paranormal Activity, una de esas películas en las que se supone que el protagonista graba en vídeo una serie de fenómenos paranormales que está viviendo en su casa. Está causando auténtico furor (y terror) en sus preestrenos.

El enlace que pongo es de la página web de TCM, y cuentan que el mismo Spielberg está aterrorizado con la peli. Suena a campaña comercial, ya que el director ha comprado Paranormal Activity para hacer un estreno a pequeña escala pero, sobretodo, para hacer un remake con un presupuesto decente (el presupuesto de la película es de 15.000 euros. Y con fama que tiene ahora, la rentabilidad va a ser brutal).

Es una pena que Spielberg no se arriesgue a estrenar esta versión, porque creo que es así como debe dar miedo. En cuanto Hollywood entre con su parafernalia, el efecto natural y casi casual, se perderá a favor de efectismos más caros.

Estoy un poco cansado de ver películas en las que la narrativa se basa en un tipo grabando con cámara de vídeo, tipo La Bruja de Blair o REC, pero viendo este trailer, que se parece mucho al de REC (y por extensión, al original de Tiburón) reconozco que no me la perdería por nada del mundo.


22 septiembre, 2009

Extraordinario Sean Connery

Sean Connery debe ser de armas tomar. Su activismo en la "causa escocesa" y su particular forma de tratar a las mujeres no ha causado mella en su personalidad pública. Le importó un huevo dejar a Bond colgado a expensas de tardar unos cuantos años en volver a tener una carrera de primera clase. Y sus últimos contratos los firmaba con una clausula especial: un campo de golf cerca.

Todo el mundo adora a Connery. De hecho, no conozco a nadie que no le guste. Y sin embargo, Connery está harto del cine. Sabemos por algunos documentos recientes que sentía pasión por lo que hacía, pero como buen caballero que es, la burocracia y los tontos terminaron por hartarle.

En sus entrevistas se puede leer, entre líneas, esa pasión por el cine. Y el compositor Chris Young nos contaba en Úbeda 2009 que Connery (además de tener una barriga espectacular disimulada en pantalla) tenía muy claro como quería la música de La Trampa, en la que no sólo actuaba sino que además, producía.

Y también sabemos que acabó encantado con el rodaje de Indiana Jones y con la visión de Spielberg... pero eso no ocurre siempre. Por tanto, ya es hora de descubrir la persona a la que hay que echarle la culpa de la desaparición de Connery: Stephen Norrington.

El director Stephen Norrington, que es nefasto, es capaz de cargarse un excelente cómic, como La liga de los hombres extraordinarios, con un película que, de verdad, es aburrida, estéril y mal hecha... ese submarino por los canales de Venecia, ese coche a toda velocidad por ¿las calles de Venecia?, esa trama desdibujada, esas líneas de diálogo... más le hubiera valido seguir el cómic al pie de la letra que este híbrido insípido poco inspirado y de mal gusto.

Y Connery y Norrington, actor y director, pelearon y pelearon. Hasta que Connery tiró la toalla, dejó de hablar con el director y siguió rodando. Y después dejó el cine. Y ni siquiera Spielberg, cuando le llamó para volver a encarnar a Henry Jones, pudo convencerlo de lo contrario.

Sean Connery, tozudo, dejó el cine. Pero no como los toreros, que siempre vuelven... simplemente, el actor Sean Connery ya no existe.


Y Norrington, por fin, ha dejado huella en la historia del cine: fue el director que se cargó a Sean Connery.

21 septiembre, 2009

Somewhere in time

De todas las películas imperfectas del mundo, Somewhere in time (1.980) es mi favorita. Quiero decir: soy capaz de ver sus múltiples errores, su casting nefasto, una historia en la que hay que hacer verdaderos esfuerzos por aceptar y creer... y sin embargo, tiene algo que me conmueve y que me hace adorarla.

Llegué a Somewhere in time hace muchísimos años, seguramente a través de la banda sonora de John Barry, que no sólo es un clásico sino que, personalmente, creo que es una de las más melodías más bellas jamás escritas. Y hace pocos días la volví a ver en lo que, en principio, parecía un ejercicio de nostalgia.

Y sin embargo, la película aguanta perfectamente el paso del tiempo. Además de una tremenda historia de amor, que es lo que prima, es una gran historia de ciencia-ficción. Básicamente: un hombre viaja 70 años en el tiempo para conocer a la mujer de sus sueños (y que sólo ha visto en una foto).

El mayor logro de la película, además de la historia de amor, es el hotel en donde transcurre practicamente todo el metraje y que llega a tener la importancia de un personaje más.

Dicen que la película se rodó en una isla en la que no se permite la entrada de coches, por lo que sólo pudieron utilizar los que salen en plano y sólo para ese momento, concreto el resto del equipo iba paseando, a caballo o Dios sabe cómo.
Y cómo no había nada que hacer fuera de las horas de rodaje y estaban alejados de la civilización, el equipo decidió hacer sesiones de cine nocturnas. Y proyectaron Superman, que estaba recién salidita del horno y que había lanzado al estrellato a Reeve (de hecho, En algún lugar del tiempo, que así se llama en español, se rodó entre Superman y Superman II). En mitad de la proyección, la película se quedó sin sonido y Reeve se levantó e hizo todas las voces durante unos minutos.

Cuando en los platós hay buen rollo, se transmite a las imágenes. Y esta película transmite buen rollo. Es inevitable.

Patrick Doyle nos contaba a Elphaba y a mi, lo bien que se lo pasaron todos en La Toscana rodando, durante varias semanas, Mucho ruido y pocas nueces, y que el ambiente de rodaje era mágico. No me cabe duda de que eso, se transmite a las imágenes. Yo recuerdo salir, literalmente, bailando del cine.


Y sí Jane Seymour y Christopher Reeve no me acaban de convencer como actores (aunque Seymour sale guapísima), eso se arregla con las escenas de Christopher Plummer, que está fantástico.

PD: El presupuesto de la película era tan bajo que ni siquiera se plantearon contratar a Barry. Fue Seymour la que, como amiga personal de él, le contó la historia de la peli, que por supuesto, fascinó al compositor y no dudó en aportar su granito (su montaña, amigos, su montaña) de arena.

Y además, está dirigida por Jeannot Szwarc (un tipo con cierto talento y que tuvo la mala suerte de dirigir la espléndida Tiburón 2, cargando con el lastre de ser la segunda parte de una obra maestra).

La magnífica música en los créditos del documental del DVD. Un maravilla:

15 septiembre, 2009

El bastardo de los dos rombos

Cuenta Nacho Cerdá en un magnífico artículo de la revista Scifiworld cómo se sentía cuando aparecían los famosos rombos de televisión. Los más jóvenes del local no se acordarán, pero en TVE, cuando era la única cadena de televisión, avisaban del contenido inapropiado para niños con un rombo e inapropiado para jóvenes, con dos.

Con un rombo, aguantabas discretamente la mirada inquisidora de tus padres y alguna vez, colaba. Con dos rombos, ni preguntabas, te ibas directamente a la cama.

Por culpa de los rombitos, sólo pude ver algún episodio de Starsky y Hutch, que aunque parezca mentira, tenía dos rombos. La suerte que he tenido es que en los años 70 mis padres salían mucho por las noches (al Tan Tan a bailar) y yo me deslizaba sibilinamente a la tele a ver lo que fuera que estaban emitiendo.

Y recuerdo con especial cariño todos los clásicos de ciencia-ficción de Sábado Cine, desde El planeta de los simios (que prácticamente vio toda mi generación aquella noche) hasta Los pájaros de Hitchcock, que me dejó pensando en la cama durante horas.

Pero las películas marcadas seriamente por los rombos no las ponían los sábados por la noche, sino los miércoles, en algo llamado Sesión de noche. Allí es donde el programador lanzaba a Peckinpack o caía algún Fellini, con sus enanos y sus tetas (sin bayonetas).

Es curioso, porque en aquella época aspiraba a vivir un futuro con miles de cadenas de televisión a mi alcance y así poder ver todo lo que se me antojara. Y hoy, que tengo todas esas posibilidades en mi mano, añoro al programador de TVE, ese que me hizo disfrutar de las mejores películas de la Historia del Cine en muy pocos años.

A veces, supongo que dependiendo del operador de continuidad en televisión, los rombos aparecían justo al principio, en un acto de honestidad. Otras veces empezaba la película y no aparecían. Y así podías verla (aunque la gente muriera decapitada y se dijeran insultos tipo "berzotas" y "cáspita") sin que tus padres te dijeran nada, porque al fin y al cabo, para eso existían los rombos. Y de repente, ¡¡zas!!, en toda la cara los dos rombitos de los huevos. Podían aparecer por sorpresa a los dos minutos, o a los cinco minutos e incluso, en el peor de los casos, los ponían a la vuelta de publicidad del primer corte, lo que significaba que habías podido ver veinte minutos de película y ahora, el bastardo de la tele, se acordaba de poner los rombos.

PD: Ayer, a la hora de la comida, salió Belen Esteban llorando en la tele. No soy de los que despotrico contra un aparato que, en realidad, es un medio. Pero la tele es como si te picara una araña radioactiva: conlleva una gran responsabilidad. Y no puedo evitar pensar en la época en la que el cine era programado en televisión de forma selecta por gente como Ramón Colom y Pedro Erquicia, y existían programas como La Clave... y la gente que salía en televisión, por lo menos, sabía hablar con propiedad.

Mis comentarios pueden achacarse a mi edad. Lo sé. Pero es que en los escasos segundos que pasan entre encender la tele y el DVD se pone en marcha, de verdad, hacen daño.

14 septiembre, 2009

Una pequeña actualización (en forma de lista)

Tanto tiempo en Alemania sin ir al cine ha dejado una pequeña mella. No paro de ver películas atrasadas y todavía no he encontrado una noche adecuada para ir a la sala grande. Esta semana me acerco a ver UP y Distrito 9, que me apetecen muchísimo las dos.

Eso sí, me gustaría enumerar algunas cosas:

Sobre las películas de Star Trek: he visto desde la primera a la última, diez en total (11 si contamos la nueva versión). Las hay flojitas y las hay muy buenas. Mala, mala, en realidad, no hay ninguna. La peor de todas es Star Trek V: La última frontera, dirigida por William Shatner (el Capitán Kirk) en persona y en la que, directamente, se les va la cabeza y el Enterprise se dirige a un rincón del Universo para encontrarse con Dios en persona.

Pero las hay muy buenas. Concretamente, La ira de Khan y En busca de Spock son deliciosas, aunque mi favorita es Primer contacto, que es trepidante.

Duplicity: Esta película es una pena. Es uno de los mejores guiones de los últimos años. Escrito con la cabeza, divertido, con mucha tensión en algunos momentos. El guionista y director es Tony Gilroe y cuenta con la presencia de un plantel de actores exquisito: Paul Giamatti, Tom Wilkinson, Clive Owen y Julia Roberts.

¿Cuál es el problema? Creo que está francamente mal dirigida. Los actores, que todos son buenísimos, no acaban de estar en lo que tienen que estar. Julia Roberts, directamente, parece que está en otra película. Y esos flashbacks que conforman la estructura son feos y sosos. Y, de verdad, sobre el papel la historia es fascinante. Aún así, Duplicity vale la pena verla para pasar un buen rato. Y nominación al Oscar ya por ese guión espléndido.

No-Do: Justamente al revés. Su guión está lleno de tópicos y lugares comunes, y sin embargo, la labor de dirección de Elio Quiroga engrandece el material. Visualmente tiene el encanto de las películas de antaño y comenzar el metraje con la sintonía del NODO pone la piel de gallina. En este caso, como con La Hora fría, me quedo con el Quiroga director y no con el guionista. Un mundo aparte, por supuesto, es Ana Torrent que siempre, siempre, siempre está fantástica.

En cualquier caso, la película está siendo un éxito y es impresionante ver como Elio Quiroga mejora con el tiempo (supongo que con el entrenamiento y con su “no parar de hacer películas”).

También he visto Gran Torino, que está muy bien; Diario de los muertos, que tiene su encanto; París, París (Fauborg 36) que me ha parecido fascinante y me ha gustado mucho más de lo que adelantaba Elphaba en su post de hace unos meses (lo digo porque solemos coincidir aunque en este caso, yo me apunto a "auténtico forofo" de la película... y soy el único, la crítica no ha visto lo mismo que yo). En realidad, ya tengo ganas de volver a verla. Creo que es una peli magistral, un cuento en toda regla. Y los números musicales son… lo mejor que he visto este año.

PD: Dos cosas: celebro el Oscar Honorífico a Roger Corman. Vientos de cambio en la gala. Me gusta porque (y aquí nos hemos adelantado) parece que han aprendido de los Goya, que este año galardonaron a Jess Franco (que es lo más parecido a Corman que se me ocurre).

Y en segundo lugar, ayer descubrí una de esas cosas que me encantan como cinéfilo. Ví unos cuantos episodios de “Alfred Hitchcock presenta”. Hay algunos especialmente buenos y muchos están dirigidos por Paul Henreid. Y aunque pensé que era una casualidad, resulta que no, que están dirigidos por el genuino Víctor Laszlo de Casablanca, que finalmente derivó su carrera a la dirección (aunque actuara esporádicamente).

09 septiembre, 2009

Diez años sin Alfredo Kraus

Al lado del Auditorio Alfredo Kraus, en plena playa de Las Canteras en Las Palmas de Gran Canaria, emerge esta estatua, como si saliera del mismo océano Atlántico, del cantante Alfredo Kraus. Y hoy hemos amanecido con todos los periódicos recordando que mañana, 10 de septiembre, se cumplen diez años de la desaparición del tenor canario.

Además de sorprenderme de cómo pasa el tiempo, sólo quiero contar una anécdota que he leído en el periódico de hoy. Aunque Kraus debutó en El Cairo tres años antes, fue en 1.958 cuando se hizo muy popular gracias a una Traviata en Lisboa junto a María Callas.

Evidentemente, Kraus era muy joven y la Callas estaba a punto de finalizar su carrera. Tras las inmensas ovaciones, cuenta la leyenda que María Callas le dijo a Alfredo: "Qué lastima. Ha llegado usted demasiado tarde para mí".

¿No es genial?

A Alfredo Kraus se le ha acusado de muchas cosas, pero hoy día se sigue hablando de él. Posiblemente, y que me perdone Benito Perez Galdós, va a ser nuestro canario universal.

Tenemos testimonios de aquella Traviata:


03 septiembre, 2009

El amor lo cambia todo

Aspects of love forma parte del primer grupo de obras musicales de Lloyd Webber, que son las que me apasionan. En este grupo se encuentran Jesucristo, Evita, El fantasma de la ópera, Sunset Boulevard y The woman in white.

El segundo grupo de obras son las que están bien, pero vamos, no me llaman demasiado la atención. Eso sí, a veces tarareo sus canciones en la ducha: Joseph, Whistle down the wind, The beautiful game, Cats...

Y por último, se encuentra el tercer grupo con solo una obra: Starlight Express, que no me gusta absolutamente nada.

Pero Aspectos del amor es una obra deliciosa, pequeña, asequible desde su primera escucha y muy, muy repetitiva musicalmente. Los siete u ocho temas que tiene los repite, los mezcla, los alarga, los acorta... pero cada una de esas pequeñas melodías es una joya... menos la canción principal, ese Love Changes Everything que, a mi gusto, tiene un aire demasiado marcial.

Love changes everything es una canción con una letra preciosa y su cantante original es Michael Ball, por lo que yo no debería tener problemas para aceptarla (aunque la realidad es que, al ser el primer número del musical, es fácil saltárselo). Y que conste, sus múltiples variantes melódicas en el musical me encantan porque no tienen ese aire casi militar que destila al principio.

Todo esto que he contado es lo que pensaba hasta esta mañana, en la que he amanecido con un vídeo del funeral del Senador Kennedy (una persona que puede dejar el mayor legado de la historia de EE.UU: la sanidad publica). En este vídeo, un amigo suyo, emocionado, recuerda que hace pocos días se vieron y cantaron juntos esta canción.

Y digo esto porque siempre estamos hablando de buenas o malas voces, cuando en realidad, deberíamos hablar de personas que transmiten o que no transmiten. Me da igual que Ewan McGregor no sea cantante profesional: sus canciones en Moulin Rouge transmiten demasiado como para ignorarlo.

... pero este señor, cantando en el funeral de su amigo, con una voz penosa, me ha puesto la piel de gallina y me hace reconsiderar que, posiblemente, he sido injusto con este canción...