El otro día leí una entrevista de Joe Dante, director de cine entrañable al que todos tenemos cariño, en la que decía que la película de 3D que más le había gustado era Crimen Perfecto, de Alfred Hitchcock... Y se refería a cómo jugaba con la tercera dimensión.Joe Dante, que antes que cualificado director de Gremlins, es un cinéfilo perfecto, peca de cierto esnobismo. Crimen Perfecto (que sólo estuvo unos días proyectándose en 3D) apenas juega con el efecto de tres dimensiones en un par de momentos (que por otra parte, a Hitchcock le importaba un bledo, pero ya sabemos que con tal de llenar la sala se apuntaba a la moda). Por otra parte, las tres dimensiones juegan con el espacio y Hitchcock era el mejor en eso, por lo que, sin duda, Crimen Perfecto tiene que ser una buena película en tres dimensiones.Y Joe Dante sigue hablando (para los más curiosos, la entrevista está en el Cahiers español de este mes) y dice, más o menos, que no se puede comparar la aparición del 3D con la aparición del color o el sonido... entre otras cosas, porque aquellos cambios fueron tan importantes que fueron acogidos de inmediato. El 3D, con diferentes tecnologías, lleva coleando desde los años 50.Y es que yo no entro por las tres dimensiones. Ya me conocen. No soy nostálgico con estas cosas y además, me encanta la tecnología. Sigo el Gadgetoblog. Me indigna no tener un aparato revolucionario... pero no me creo las tres dimensiones ni me creo que sea la gran revolución del cine.En primer lugar, les voy a contar una verdad como un templo: el cine, para mí, nunca ha tenido dos dimensiones. Quiero decir, sé que físicamente hay una luz sobre una pantalla que tiene una imagen bidimensional, pero igual que la trama de una película no es simplemente una luz sobre una sábana blanca, el resultado de la imagen que veo hace que tenga profundidad, que vea claramente elementos que están delante y, claramente, elementos que están detrás. Y puedo calcular la longitud de un pasillo... incluso cuando crece ante mis ojos, como en ese planazo de Poltergeist.Por tanto, si alguien me habla de la profundidad de los escenarios... pufff... no sé, me llama más la atención cualquier plano de Terence Fisher para la Hammer. ¡Ese señor si que manejaba el espacio con cuatro decorados de cartón piedra!Por supuesto que sentía curiosidad por ver Avatar y todo eso, pero era eso, curiosidad. Ahora que la he saciado, quiero seguir acudiendo al cine normal, al de siempre. Y es que las gafas son un coñazo. Yo, que conduzco con los ojos cerraditos por el sol porque no me sale del alma ponerme unas gafas, me siento terriblemente incómodo en la sala de cine. Además, la supuesto inmersión es mentira: tengo más conciencia de que estoy en una sala de cine cuando tengo ese artilugio en mi cabeza. O sea, estoy "menos dentro" de la película. Hace pocos días he visto Avatar en dos dimensiones, en BluRay... y me ha gustado lo mismo que en el cine, ni más ni menos (vale, más aburridilla porque Avatar no tiene un buen segundo visionado).Últimamente, la crítica de cine habla mucho acerca de si las películas emplean bien el efecto de las tres dimensiones. El rasero de los críticos parece ser algo así como "mientras menos efectos 3D tenga la película (o sea, que no nos tiren cosas a la cara), mejor empleado está". Y es cuando yo, ya, no comprendo nada: quieren ver películas en 3D pero como si fueran de 2D... ¿Y para que me pongo las gafas?Y es que el 3D, de verdad, no inventa nada de nada. Es un efectillo curioso, con cierta gracia a veces... y sin puñetera gracia para los que ven mal por un ojo, utilizan gafas de pasta o simplemente, tienen el dolor de cabeza fácil.Me quedo con la frase de Shyamalan: "el problema de las películas en 3D es que cuestan mucho dinero y la inversión estos años va a ser brutal. Y cuando parezca que todo funciona bien, se estrenará una película pequeñita, en 2D, que arrasará en taquilla y nos destrozará".Esta frase de Shyamalan, que prácticamente me he inventado yo sobre una declaración suya (decía lo mismo pero sin mi gracia natural, o sea, que he hecho una traducción muy, muy libre. Dudo que el director utilice expresiones como "va a ser brutal"), es una verdad como un templo. Tiempo al tiempo.Y además, si lo que quieren es que no pirateemos películas, les va a aguantar la historia dos fines de semana. En cuanto la tecnología 3D sea moneda común en todas las casas es, sencillamente, porque ya estará craqueada.
No pongo en duda que el cine en 3D se acabará en algún momento (y si no lo hace, algún traidor imprimirá este texto mientras se parte de risa y me saca la lengua). Pero amigos míos, ¿nadie se ha dado cuenta de que el efecto de las tres dimensiones es perfecto para el campo más rentable de la actualidad? Sí, voto por 3D en los videojuegos. En realidad, me gustaría ser yo el que salte a coger la estrella y no Mario, que tiene bigotón.
Los hermanos Lumiere vendieron su invento por dos duros porque realmente creían que el aparatejo este era un "producto de barraca de feria". A lo mejor estoy metiendo la pata como ellos, pero el 3D es un producto de parque de atracciones. Lo verdaderamente revolucionario (debe serlo, si no, no me lo explico) es ver una película elegante, bien escrita y bien dirigida. Eso sí que es revolución.