A veces, me impresionan mucho las nimiedades. Pequeñas tonterías. Comparaciones absurdas... pero yo voy a hacer una: me indigna que todos los periódicos hablen de la muerte de Juanito Navarro y no digan nada de la muerte de Juan Piquer, producida hace muy pocos días.
No digo yo, ni de lejos, que Juan Piquer Simón sea uno de los mejores directores del cine español. Pero en su propio género, era un tipo legendario. Y cuando en España el cine se dividía en "tipas en bolas delante de un espejo", "tipos españolitos detrás de suecas" y un par de obras maestras en medio, de gente como Saura o Erice, también se estrenaban peliculitas de aventuras de Juan Piquer como Mil gritos tiene la noche, Slugs-Muerte viscosa o mi adoraba SuperSonicMan.
Los últimos años activos de Juan Piquer estuvieron asociados a la fotografía de Juan Mariné (jefe mío en Filmoteca Española) y por tanto, viví muy de cerca esa relación de amor-odio que se tenían. Por otra parte, descubrí al verdadero Piquer, que estaba más cerca de ser un pirata del cine que un auténtico cineasta: "Ah, que en EE.UU. se ha estrenado Superman y tiene mucho éxito, pues yo me invento un superhéroe de rojo y azul, igualito, que vuela igual y que viene del espacio..." En eso, Piquer era un poco como Tony Leblanc en El Astronauta: "un cohete: le pongo un contrachapado y unos propergoles y chupinazo a la Luna".
Piquer tenía su propio estudio y su propio personal en nómina, lo cual era rarísimo en España. Y como buen pirata, cuando rodaban, tenía a su gente horas y horas montando extraños decorados y caretas de cartón piedra. A veces, las cosas salían tan mal y tan cutres, como en Misterio en la Islas de los Monstruos, que tenían que darle un giro de última hora al guión: "Vale, vamos a hacer que los monstruos sean personas con careta. Así la gente no se asombrará de lo mal que nos ha salido".
Pero dentro de esa labor artesana y pícara, se escondía el cine de aventuras perfecto para los salones de actos de los colegios, para las tardes del sábado o para los cines con encanto.
Podríamos decir que con Juan Piquer Simón se va una generación de cineastas, pero sería una mentira tremenda. Era único. Nadie tenía el valor de hacer, conscientemente, el auténtico cine de barrio.
PD: Corría el año 92 y Piquer ya no hacía cine (por lo menos, como director, aunque seguía escribiendo y produciendo cosas) y Mariné y yo nos fuimos a su estudio para hablar con él. Más que un estudio, era una especie de hangar pequeñito, lleno de figuras, trozos de escayola, maquetas y mil cosas arrinconadas a medio hacer. Un buena mente cinéfila podía identificar mil películas en cada uno de esos trozos de cartón. La segunda vez que fuimos, Piquer había limpiado el almacén y lo había tirado todo a la basura.
Aquel fue uno de esos momentos en los que uno se tira de los pelos y piensa: "Yo me lo habría llevado todo como recuerdo". Estoy convencido que, hoy día, con Ebay, Piquer podría haberse hecho de oro vendiendo auténticas babosas de Slugs o el reloj de SuperSonicMan... aquel de "que la fuerza de las galaxias sea conmigo".
Aquí, nuestro superhéroe favorito, levanta un tractor y el coche de los malos explota sin venir a cuento cuando cae por una montaña (y que Mariné elogiara los efectos especiales de esta película es algo que nunca comprenderé):
Los de CINESHOCK hicieron en su momento un gran video homenaje:
No digo yo, ni de lejos, que Juan Piquer Simón sea uno de los mejores directores del cine español. Pero en su propio género, era un tipo legendario. Y cuando en España el cine se dividía en "tipas en bolas delante de un espejo", "tipos españolitos detrás de suecas" y un par de obras maestras en medio, de gente como Saura o Erice, también se estrenaban peliculitas de aventuras de Juan Piquer como Mil gritos tiene la noche, Slugs-Muerte viscosa o mi adoraba SuperSonicMan.
Los últimos años activos de Juan Piquer estuvieron asociados a la fotografía de Juan Mariné (jefe mío en Filmoteca Española) y por tanto, viví muy de cerca esa relación de amor-odio que se tenían. Por otra parte, descubrí al verdadero Piquer, que estaba más cerca de ser un pirata del cine que un auténtico cineasta: "Ah, que en EE.UU. se ha estrenado Superman y tiene mucho éxito, pues yo me invento un superhéroe de rojo y azul, igualito, que vuela igual y que viene del espacio..." En eso, Piquer era un poco como Tony Leblanc en El Astronauta: "un cohete: le pongo un contrachapado y unos propergoles y chupinazo a la Luna".
Piquer tenía su propio estudio y su propio personal en nómina, lo cual era rarísimo en España. Y como buen pirata, cuando rodaban, tenía a su gente horas y horas montando extraños decorados y caretas de cartón piedra. A veces, las cosas salían tan mal y tan cutres, como en Misterio en la Islas de los Monstruos, que tenían que darle un giro de última hora al guión: "Vale, vamos a hacer que los monstruos sean personas con careta. Así la gente no se asombrará de lo mal que nos ha salido".
Pero dentro de esa labor artesana y pícara, se escondía el cine de aventuras perfecto para los salones de actos de los colegios, para las tardes del sábado o para los cines con encanto.
Podríamos decir que con Juan Piquer Simón se va una generación de cineastas, pero sería una mentira tremenda. Era único. Nadie tenía el valor de hacer, conscientemente, el auténtico cine de barrio.
PD: Corría el año 92 y Piquer ya no hacía cine (por lo menos, como director, aunque seguía escribiendo y produciendo cosas) y Mariné y yo nos fuimos a su estudio para hablar con él. Más que un estudio, era una especie de hangar pequeñito, lleno de figuras, trozos de escayola, maquetas y mil cosas arrinconadas a medio hacer. Un buena mente cinéfila podía identificar mil películas en cada uno de esos trozos de cartón. La segunda vez que fuimos, Piquer había limpiado el almacén y lo había tirado todo a la basura.
Aquel fue uno de esos momentos en los que uno se tira de los pelos y piensa: "Yo me lo habría llevado todo como recuerdo". Estoy convencido que, hoy día, con Ebay, Piquer podría haberse hecho de oro vendiendo auténticas babosas de Slugs o el reloj de SuperSonicMan... aquel de "que la fuerza de las galaxias sea conmigo".
Aquí, nuestro superhéroe favorito, levanta un tractor y el coche de los malos explota sin venir a cuento cuando cae por una montaña (y que Mariné elogiara los efectos especiales de esta película es algo que nunca comprenderé):
Los de CINESHOCK hicieron en su momento un gran video homenaje:
Recuerdo el programa De pelicula que hicieron sobre slugs cuando se estreno. Me dio tanto asco que nunca he sido capaz de ver esa pelicula...
ResponderEliminarBuenísima entrada.
ResponderEliminarAins, Juan Piquer... es una pena que NADIE se acuerde de el. Era muy casposo si, pero con encanto. Lei una entrevista en la que hacia curiosas declaraciones sobre su Supersonic Man y el Superman de los Saldkin.
ResponderEliminarEn fin, DEP, a ver si revisto Mil Gritos, que me hace mucha gracias
;-)
No conocía a este director pero tampoco sus películas ¿qué estaría yo haciendo en esos años?
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