22 agosto, 2012

Murray Gold, oculto en Youtube

Esto de los festivales de música de cine veraniegos siempre me trae alguna sorpresa. Este año ha venido de la mano de Murray Gold, un tipo ciertamente interesante, con una filosofía de vida muy clarita y con una música absolutamente desbordante.

Además, es de esos compositores que es fácil seguir: aunque algunas veces sale de su rutina, prácticamente sólo trabaja para la serie Doctor Who y los CDs que recopilan su música por temporadas salen puntualmente, como un reloj.

En cuanto a su forma de ser, el tipo un día decidió que podía hacer su trabajo desde Nueva York (porque Doctor Who, para los que no la conozcan, es una serie muy, muy británica) y se fue a la ciudad de los rascacielos. Alguien del público le preguntó la razón: ¿trabajo? ¿familia? Y Murray esbozó una sonrisa y dijo "simplemente, me gusta la ciudad".

Sus discos me tienen hechizado y este verano lo asociaré a un no parar con su música. Y ahora que he terminado la primera temporada de la serie (de su segunda época, la que empieza en 2005) y he conseguido meterme (porque aborrecí los tres o cuatro primeros episodios, pero alguien con cierto frikismo interno me dijo "sigue, sigue. Ya verás...") y ser un adorador más de "el doctor", todavía disfruto más, si cabe, de la música de Murray Gold.

Y ayer, un vídeo de Youtube me llevó a otro, que me llevó a otro, que me llevó a otro (y así pasan las horas) y finalmente llegué a esa galería de frikis que sin tener ni puñetera idea de tocar el piano, enseñan a los espectadores como tocar la melodía de una película. Normalmente lo hacen con una sola mano y sin ritmo, ni tiempo ni talento.

Pero también es cierto que, de vez en cuando, aparece un tipo que es un virtuoso. Y oyendo a desconocidos sentados en un piano tocar piezas de Doctor Who, uno de ellos llamó mi atención porque era el mismísimo Murray Gold - aunque él no se acredita por ningún sitio.

La ventaja que tiene ser desconocido físicamente para el gran público se presta a este gran juego. El compositor toca una pieza de la serie, sin decir que él la ha compuesto y se mezcla con los demás vídeos. Los comentarios (aunque algunos ya indican que es Murray Gold en persona) no tienen desperdicio: "Ey, tío, tocas esta pieza fenomenal. Sigue así" ó "Es una gran versión de la pieza" o "Que gran sombrero llevas..."

El vídeo lo llama I am not the doctor y justamente, toca la pieza "I am the doctor". Y la descripción que pone a su video es (traducido por un servidor) "un tipo tocando una pieza al piano". Genial.


13 agosto, 2012

Seis propuestas interesantes


Y cada una de las películas que cito merecía un post independiente, pero el calor y la infinita pereza -esa que me obliga a tumbarme frente al sofá con un abanico de mandos de colores- hace que sea completamente imposible ponerme a escribir. Pero he acumulado demasiadas películas buenas como para no soltarlas.

En los cines, lo de siempre, pero con calidad. Las dos últimas visitas han sido pletóricas: la última de Batman y Prometheus.

No puedo contar nada nuevo de ellas porque los que estaban interesados ya las han visto y los que no tengan interés, no tiene sentido que les cuente nada. Pero las dos me vuelven loco. La crítica de Batman ha sido, al contrario que con la segunda de la saga, mucho más templada... pero es una película absolutamente tremenda. De hecho, se le critica mucho algunas escenas, como todo el final encadenado, que literalmente me hizo llorar en la sala. Creo que Nolan ha sabido manejar esta trilogía de forma fantástica y no veo el momento de tenerla en casa en glorioso BluRay.

Intentando no hacer un spoiler, el momento en el que Batman habla en el hospital con el Comisario Gordon y le cuenta eso de "los pequeños detalles son los que hacen a un héroe", me dieron ganas de saltar a la pantalla y darle un abrazo al héroe encapuchado.

Estas ganas de saltar a la pantalla no son tan habituales como puede parecer, de hecho, intentando recordar cuando fue la última vez que me involucré con algún personaje, me sale la batalla de San Crispín en Henry V. Sin duda, habría saltado al campo a pelear codo con codo con Kenneth Branagh para después poder cantar el Non Nobis...

Prometheus es la película que permite que todos los cinéfilos podamos discutir. Hay gente que habla de sus diálogos, otros critican su falta de rigor científico y... patatadas. Tonterías del tamaño del pito de John Holmes -¿rigor científico a una película de ciencia-ficción? ¿En una precuela de Alien, que trata de un extraterrestre con sangre ácida, doble mandíbula, viscoso y asesino?

Como dice mi amigo Bandini, "un Ridley Scott a medio gas es muchísimo mejor que la mayoría de los directores actuales". Prometheus es visualmente demoledora, pura imagen, puro cine. Si me apuran, casi una sinfonía visual de Germaine Dulac o para ser más exactos, uno de esos experimentos de Brian de Palma en el que no importa tanto lo que se cuenta sino como se cuenta. 

Las imágenes cautivadoras de Prometheus quitan el hipo y pasan de la retina a la parte del cerebro en la que se esconden esos planos de cine que nunca se olvidan.

Pero lo que estoy haciendo de verdad en este período estival es recuperar parte de ese cine al que le he tenido ganas durante todo el año. Y he tenido la suerte de ver tres películas seguidas absolutamente deliciosas. De esas que si tienes una crisis con el séptimo arte, te reconcilian de inmediato.

The perfect host:  The perfect host es terrorífica. Los que apreciamos la comedia sabemos que lo que hace David Hyde Pierce en Frasier no es fácil (el hermano de Frasier). Pero esta película se apoya completamente en su talento. El actor - que con la edad va adquiriendo un parecido a Alan Alda que asusta- no se amilana y se come un rol que sobre el papel no debía ser tan sugerente como su puesta en imágenes.

Un delincuente se cuela en la casa de un ricachuelo y se hace pasar por un amigo de una amiga. Y cuando se va a desencadenar la tragedia, la tortilla se da la vuelta y resulta que el auténtico loco es el rehén. No se la pierdan.

Melancolía: Me da mal rollo hablar de una película de Lars Von Trier por muchos motivos. Sobre todo, por lo pesado que es y súper ególatra (él cree que el mejor director de cine de la historia es él. Y no lo piensa. Lo piensa y lo dice) y sobre todo, porque empecé adorando su cine (hace años que defiendo Europa como una de las grandes obras maestras del cine) y no ha hecho más que defraudarme tildando de idiota al espectador.

Y con todo el dolor del mundo, adoro Melancolía. La empecé a ver con recelo y poco a poco me cautivó, me sedujo, me dijo muchas cositas al oído y para colmo, creo que visualmente es demoledora. Kirsten Dunst está brillante (papelón, papelón, papelón) y la música de Tristán e Isolda le van como anillo al dedo.

Se acerca el fin del mundo por colisión de planetas y hay diferentes formas de enfrentarse al final. La película se centra en dos -y de rebote, en algunas más- Conmovedora. No me reconcilio con Lars Von Trier porque sigue siendo un pesado, pero esta, debo decirlo, es la obra de un genio.

Red State: Red State debe ser una de las películas más baratas jamás filmadas. Rodada en parte con la Canon 7D (que es mi cámara de fotos, aunque yo grabo a mis hijos y no Red State). Llegó a mis ojos porque la dirige Kevin Smith (el gran Silent Bob) pero que esta vez se aleja de Clerks, Mallrats y Amys para contarnos una historia que, sin ser de terror, me toca la fibra terrorífica más sensible: las sectas religiosas.

En un pequeño pueblo, nadie se mete con los miembros de una secta religiosa tan visceral que hasta los de la ultraderecha y los neonazis le han dado la espalda. El asesinato de un homosexual y la fiesta provocadora que hacen los de la secta al lado del funeral es la gota con la que empieza la película. A partir de ahí, el vaso está desbordándose continuamente.

Da miedo como se puede ser tan malo, mientras de tu boca salen palabras como amor, Dios, fraternidad, familia... y esa sonrisa en la cara, casi de piedra, esconde a los verdaderos monstruos.

Kevin Smith es genial, ya lo saben. Tanto como guionista como creador de esos espectáculos de preguntas y respuestas que tan bien se le dan. Pero en Red State demuestra que, además de divertido, puede ser un gran director de cine.

Por último, gracias a Red State he podido ver subtitulada el Evening Harder de Smith (o sea, su segundo DVD editado de conferencias). Me faltó caerme al suelo de la risa.