
Hoy, no sé si por la calidad de las películas que escojo o porque simplemente ya estoy mayor, hoy he pensado de forma totalmente espontánea que el cine de antes era bastante mejor.
Y en mi pensamiento, me he dado cuenta de que, con toda la basura que he visto en la sala de cine (¡que he visto un ciclo entero en Filmoteca de Paul Naschy!), y con la cantidad de veces que he entrado en una sala oscura sin saber a ciencia cierta lo que iba a ver, sólo me he ido de la sala de cine, habiendo pagado mi entradita, una vez. En realidad, es una buena estadística.
Película: La furia del viento (Slipstream, de 1988 o 89, según la fuente). Se suponía que era una película de ciencia-ficción protagonizada por Mark Hamill. En el póster ponía algo de tipos que vuelan en esos cochecillos con un alta delta incorporada y que no tengo ni idea de cómo se llaman. Pero el resultado era nefasto, desde el primer minuto odié esos fotogramas, no pasaba nada de nada y me estaba aburriendo tanto que pensé que pasear por la calle Fuencarral (la ví en el cine Roxy, cuando todavía no eran minisalas) era mejor plan que estar viendo esa basura.
Pero no se crean, en el cine me he quedado dormido varias veces, he besado a novias variadas y tocado algunas tetas, incluso con 14 o 15 años, con mi amigo Antonio Pereyra (con apellido, para que se avergüence) recorrimos el cine arrastrándonos por la moqueta, por debajo de las butacas, desde la última fila hasta la primera, porque era la única forma de divertirnos cuando Alas en la noche demostró ser un coñazo que tenía muy poco de cine de vampiros.
Pero salirme del cine, aburrido soberanamente y pensando que pasear por la calle era mejor plan, sólo con Slipstream. Ahora, mi pregunta: ¿te has salido alguna vez del cine?