Tres semanas en Alemania han sido un tiempo bastante prudencial para recargar las baterías. Han pasado algunas cosas raras, como mi reciente enganche a la saga de televisión y películas de Star Trek. Podría hablar durante días sobre la pasión que me despierta el personaje de Jean Luc-Picard o las diferencias entre la Enterprise de la serie original y sus múltiples variantes...
En Alemania me he encontrado con algunas cosas que son frikis, pero poco. Por ejemplo, en pleno pueblecito alemán, con sus casitas torcidas y sus calles de adoquines, una pequeña sala de cine proyectaba Los abrazos rotos y el cartel diseñado por Oscar Mariné llamaba poderosamente la atención.
Sin que suene demasiado raro, creo que culturalmente están mucho más avanzados que nosotros. Cualquier pequeño pueblo está inundado de teatros con programación continua. Concretamente, como mínimo, tienen un teatro para obras habladas y otro para música. La programación para este último mezcla obras clásicas con musicales con total normalidad: en Lübeck, por ejemplo, empezaban con Madame Buterfly, y continuaban con Jekyll y Hyde, Parsifal y Evita. Eso sólo hasta Navidad. Y era una ciudad pequeñita.
Por otra parte, las tiendas de libros, DVD y música son innumerables. No me atrevería a decir que hay tantas como bares en España, pero si se puede afirmar que casi en cada esquina podías ver libros y películas en unas lugares extraordinariamente acogedores. Y eso, en parte, ha sido mi perdición.
También me han llamado la atención los precios, ya que si bien un CD de temporada es un poco más caro que en España, enseguida los precios bajan y una banda sonora del año pasado te puede costar 5 o 6 euros. Un chollo.
Y por supuesto, estamos hablando de un país que se puede definir como reciclador (el tema de las basuras de colores me sigue aturdiendo... y las multas por tener más basura de lo normal también. No sé que hacen cuando se compran un ordenador y tienen ese exceso de cartón y corcho. Por otra parte, un pañal de niño donde se tira... ¿con los plásticos? ¿Con lo orgánico? ¿Papel?). Pero es un país tan, tan reciclador, que te encuentras con unas tiendas de segunda mano espectaculares: tanto de libros como de ropa, cosas para la casa y un largo etcétera. Estas tiendas las arreglan, pintan las cosas o cosen lo que tienen que coser y...
Por lo demás, poco ordenador, poca lectura, poco cine (salvo Star Trek), y muuucho descanso. He viajado en barco, he hecho miles de kilómetros en coche y he conocido ciudades magníficas. Creo que puedo emprender un buen año.
PD: Por cierto, mi hermana me envía una noticia que me ha dejado a cuadros. Deben ser que los periodistas buenos están de vacaciones o que cada vez se pierden más los papeles, pero un tipo ha dado una información en los telediarios argentinos sobre las bebidas de moda de los jóvenes. Su investigación debe haber sido bastante mala, porque hablan del grog y sus explosivos ingredientes. Señor periodista: el grog ese, concretamente, es del juego Monkey Island y esos ingredientes forman parte del juego. Hay que buscarlos... ¿en serio cree que alguien, por muy loco que esté, se bebería eso?
No se pierdan el vídeo, porque el ¿periodista? lo dice tan en serio...

Sin que suene demasiado raro, creo que culturalmente están mucho más avanzados que nosotros. Cualquier pequeño pueblo está inundado de teatros con programación continua. Concretamente, como mínimo, tienen un teatro para obras habladas y otro para música. La programación para este último mezcla obras clásicas con musicales con total normalidad: en Lübeck, por ejemplo, empezaban con Madame Buterfly, y continuaban con Jekyll y Hyde, Parsifal y Evita. Eso sólo hasta Navidad. Y era una ciudad pequeñita.
Por otra parte, las tiendas de libros, DVD y música son innumerables. No me atrevería a decir que hay tantas como bares en España, pero si se puede afirmar que casi en cada esquina podías ver libros y películas en unas lugares extraordinariamente acogedores. Y eso, en parte, ha sido mi perdición.
También me han llamado la atención los precios, ya que si bien un CD de temporada es un poco más caro que en España, enseguida los precios bajan y una banda sonora del año pasado te puede costar 5 o 6 euros. Un chollo.
Y por supuesto, estamos hablando de un país que se puede definir como reciclador (el tema de las basuras de colores me sigue aturdiendo... y las multas por tener más basura de lo normal también. No sé que hacen cuando se compran un ordenador y tienen ese exceso de cartón y corcho. Por otra parte, un pañal de niño donde se tira... ¿con los plásticos? ¿Con lo orgánico? ¿Papel?). Pero es un país tan, tan reciclador, que te encuentras con unas tiendas de segunda mano espectaculares: tanto de libros como de ropa, cosas para la casa y un largo etcétera. Estas tiendas las arreglan, pintan las cosas o cosen lo que tienen que coser y...
Por lo demás, poco ordenador, poca lectura, poco cine (salvo Star Trek), y muuucho descanso. He viajado en barco, he hecho miles de kilómetros en coche y he conocido ciudades magníficas. Creo que puedo emprender un buen año.
PD: Por cierto, mi hermana me envía una noticia que me ha dejado a cuadros. Deben ser que los periodistas buenos están de vacaciones o que cada vez se pierden más los papeles, pero un tipo ha dado una información en los telediarios argentinos sobre las bebidas de moda de los jóvenes. Su investigación debe haber sido bastante mala, porque hablan del grog y sus explosivos ingredientes. Señor periodista: el grog ese, concretamente, es del juego Monkey Island y esos ingredientes forman parte del juego. Hay que buscarlos... ¿en serio cree que alguien, por muy loco que esté, se bebería eso?
No se pierdan el vídeo, porque el ¿periodista? lo dice tan en serio...