
En ella, uno de los momentos más felices en la carrera de Judy Garland, en la película Vicki Lester, recoge su merecido Oscar. Pero su mentor y marido, James Mason, colocado como una cuba, también sube al escenario y dice unas cuantas estupideces. Y cuando parece que el espectador ya ha sufrido este terrible momento, sin querer, Mason golpea a su mujer delante de la creme de la creme de Hollywood.
Esta es una de esas escenas que se queda contigo para siempre. Sin embargo, yo no recordaba que Ha nacido una estrella fuera tan buena como es. Posiblemente porque la vi una vez, en versión española, en 4:3 y en una copia barata. El DVD que vi ayer estaba restaurado, en versión original, en Cinemascope y en fantástico color... y con cuarenta minutos más de metraje.
No es moco de pavo: ¡42 minutos más! Las secuencias no están completas, pero el audio se localizó, algunas fotos y... tachán... la película adquiere una dimensión completamente inusitada. Una obra maestra del cine.
Y es que a Cukor, por mucho que defendiera el sistema de estudios, aquí le hicieron una jugada. Y la Garland le robaron el Oscar de verdad, porque está fantástica. Dicen las noticias de la época que, efectivamente, se lo robaron. La ganadora, Grace Kelly, lo hizo con seis votos de diferencia. Pero claro, aquí entran más datos: a la Garland ya la habían echado de un estudio por sus problemas con las pastillas, el alcohol y las drogas.
Pero es injusto calificar a una actriz por su vida privada, porque cuentan los que compartieron escenario con ella que, estuviera como estuviera, cuando el director decía "acción", ella se transformaba en su personaje y todos sus depresiones y miserias desaparecían al instante. Y aunque todavía tenía algo más de 30 años cuando hizo esta película, hay escenas en las que podría ser mi madre... porque la auténtica realidad es que la Garland acusaba en su cara su vida privada.
Y por mucho que ella confesara ante la televisión que todo lo que se decía sobre su vida privada eran tonterías, no hay más que ver la cara con la que lo dice: aquí.
Pero algo debía tener que hasta el mismo James Mason sucumbió a sus encantos, conservando una amistad para toda la vida. Fue él el que redactó unas palabras en su funeral (aunque la idea original es que lo hiciera Micky Rooney, pero estaba demasiado destrozado).
Pero James Mason no es el coprotagonista de la película. En realidad, en muchos momentos, la película es completamente suya. No hace, por poner un ejemplo cruel, como Peppard en Desayuno con diamantes, que tiene un papel espléndido pero él parece pasar por la película sin pena ni gloria. Y por supuesto, la Hepburn se lo come con papas. No. Aquí Mason está brillante en lo que es uno de los mejores papeles de su vida (y eso es mucho decir). Ya decían en La Soga, de Hitchcock, "James Mason podría hacer de villano a la perfección", aunque el director inglés lo convertiría en malo, oficialmente, unos cuantos años más tarde en Con la muerte en los talones.
Y de Cukor que podría decir: que es uno de esos genios que la historia del cine trata más o menos bien. En sus palabras, y como siempre, en una entrevista a Peter Bogdanovich, Cukor decía: "Que cortaran la película fue una verdadera injusticia para Judy Garland. A lo mejor por eso, no ganó el Oscar. Todos hemos tenido tropiezos alguna vez".
Pero es que a Cukor había que conocerlo. Nunca hablaba mal de nadie ("es de mala educación"), le gustaba el sistema de estudios ("siempre había trabajo y sabías de donde venía el dinero") y le hacía gracia esa coletilla de "director de mujeres". Lo único que no le gustaba, en los últimos años de su vida, era que le preguntaran por la historia de Lo que el viento se llevó: "Si, creo que me apartaron. Sin más. No hay explicación y tampoco recuerdo nada. Quiero decir, eso pasaba todos los días en el proceso de hacer películas. Entonces un compañero tuyo cogía el rodaje y tú le pasabas toda la información que habías recopilado. Era simple. Funcionábamos así. Y sí, ayudé a Vivien en su papel aunque no fuera director. Era amiga mía."
La Garland, el Sr. Mason y el Sr. Cukor. Tres personas que, en palabras del personaje de Mason en la película, tenían ese "nosequé" que diferencia a la gente de las estrellas: