
Y para cualquier persona que amara el cine, Madrid era el paraíso: salas en versión original (y lo que es más importante: gente para llenarlas), cinestudios, Filmoteca...). Y más que cines maravillosos, a nosotros nos gustaba meternos toda la tarde en cines de segunda división en los que proyectaban tres películas (con alguna relación entre ellas) de una tanda.
Y de esto no hace tanto tiempo.
Recuerdo ver La naranja mecánica junto a Alguien voló sobre el nido del Cuco. Recuerdo ver un ciclo de Cary Grant con Historias de Filadelfia, Me siento rejuvencer y La novia era él. Y recuerdo el olor a humedad que, posteriormente, siempre ha estado asociado al cine que me gusta. No es muy romántico, pero es así.
Y ya desde esa época sentí la fascinación de la película clásica nunca vista. Todos los cinéfilos tenemos esas películas en la cabeza. Grandes clásicos de los que hemos oído hablar (y de los que incluso, hemos hablado), sobre los que hemos leído y sobre los que centran parte de cualquier conversación de cine con cierta duración... pero que no hemos visto.
Ahora, con Internet, parece que todo es más fácil, aunque la edad hace que la vida se haya acelerado tanto, que raramente encontramos tiempo para hacer lo que realmente nos gusta. Y además, supongo que también es cosa de la edad, cuando uno se sienta delante del ordenador, se olvida de las películas que siempre ha querido ver.
En mi caso, siempre deseé ver The Rocky Horror Picture Show. Y en el año 90 la pusieron en Madrid, en un cinestudio perdido. Mi amigo Javier Matesanz y yo nos movimos por toda la ciudad en su moto, para arriba, para abajo... y nunca logramos encontrar la sala. Lo volvimos a intentar la siguiente semana y encontramos la sala pero ya no proyectaban la película.
La fascinación sobre The Rocky Horror Picture Show, con esas imágenes en mi cabeza, de algún documental televisivo, con gente bailando en las salas de cine, participando de lo que sale en pantalla, vistiéndose como esos personajes extraños y convirtiendo la película en un espectáculo inusitado, ha seguido dentro de mi cabeza hasta hace pocos días.
Pero como tantas otras pelis de las que he leído tantas cosas, se me olvidó bajo una alfombra en algún rincón oscuro de la cabeza. Como A quemarropa, como Traidor en el Infierno... películas que he perseguido y que finalmente, he conseguido ver de alguna u otra manera.
Hace pocos días, paseando por mi tienda roja (ahora, sin publicidad gratuita), me encontré con un Blu-Ray plagado de extras de The Rocky Horror Picture Show, con el magnífico Tim Curry y una espléndida Susan Sarandon.
Por fin, después de más de veinte años, pude sentarme en el sofá de casa para presenciar el gran acontecimiento musical underground de los 70. Y he tardado seis días en tragarme esta infumable película, aburrida, sosa, deleznable, mal hecha y con tan poca gracia.
Eso sí, si algún día la ponen en el cine y la gente va disfrazada como los personajes y dispuesta a cantar, no faltaré. Una cosa es que la película sea horrenda y otra completamente diferente, pasar un rato divertido disfrazado de jorobado.
PD: La música no ha cambiado y tiene algunas canciones memorables...