Ya ha salido el Blu Ray y el DVD de Jesucristo SuperStar Tour en directo, que como habrán notado, es de lo poco que me apetece hablar estos días.
Cuenta Lloyd Webber que un día se reunió con Tim Minchin, humorista y compositor australiano con bastante éxito en Londres por su musical Matilda (y que yo conozco por cortesía de Elphaba) para hablar de lo que quiera que hablan dos compositores cuando se conocen. Y al final de la reunión, Minchin le comentó a Webber que lo que realmente le gustaría hacer es cantar el papel de Judas en Jesucristo SuperStar. Curiosamente, Webber (al que mi hijo llama Huevo) ya estaba en pleno proceso de selección de Jesús utilizando ese medio que ahora le gusta tanto: el concurso de televisión.
Webber, que tiene tanto de compositor extraordinario como de persona excéntrica, le dijo que "si se lo tomaba en serio, podría hacer de Judas". Entre líneas, el compositor inglés también deja caer una de esas perlas que dicen mucho de su forma de trabajar: "Minchin tiene el talento y la suerte de ser su propio letrista... no sólo hace la música sino que también hace la letra". La frase tiene su gracia porque Webber tiene muchos problemas para desarrollar historias y encontrar escritores que sigan su ritmo de trabajo. No en vano, empieza a ser habitual que la crítica de los musicales de Webber empiece con aquello de "la música es muy buena, pero la historia o la letra deja mucho que desear". Tambien lo dice Paco Dolz, que de musicales y Webber sabe más que nadie. En cierto modo, cuando Webber termina sus campañas publicitarias, es capaz de decir cosas como "el fallo de The Woman in White es que era muy aburrida".
Dicho esto, Jesucristo SuperStar es posiblemente el musical mejor escrito de la historia. Lo que hizo Tim Rice con el Nuevo Testamento es una obra maestra. La forma en la que cuenta cada una de las piezas, el conseguido carácter lineal de la historia y sobre todo, apuntar algo que ahora es muy habitual en el cine pero que en aquel momento era profundamente novedoso: la importancia de Judas en la historia como autor de la mitología de Jesucristo (ahora es un recurso habitual, pero afirmar que sin Judas no hay historia de Jesús... y que su personaje está obligado a cumplir su papel igual que Jesús está obligado a cumplir el suyo es lo que diferencia a un letrista de un genio).
Al meollo: esta representación huye de la escenificación teatral y presentan el espectáculo como un gran concierto rock, muy al modo que se hacen esos tours teatrales itinerantes que Lloyd Webber lleva por las ciudades desde hace años con The Really Useful Group. Y dicho sea de paso, es la mejor representación que mis ojos han visto (y mis pequeñas orejas escuchado) de este musical.
La puesta en escena es espectacular, utilizando conceptos muy sencillos pero llevados a la expresión más sublime: una gran escalinata en donde "los malos" salen por arriba y "los buenos" salen por abajo sirve como marco del musical. Además, las imágenes de una pantalla (que Webber empezó a utilizar en The Woman in White y que ahora forma parte indispensable de sus puestas en escena) complementan los diferentes decorados.
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Una escena inédita: Jesús le lava la cabeza a Judas |
Jesús lo hace Ben Forster, cantante que consiguió el puesto en un show de televisión. Tiene una voz muy correcta, aunque a mi gusto, ligeramente frío. También es cierto que el papel de Jesús, hasta que llega el Getsemani y se hace con la escena, es bastante confuso. Siempre deambula por la escena haciendo el bien y apuntado frases, es un poco... No sé, a veces da la sensación de que se pone místico diciendo eso de "este agua será mi sangre" mientras Judas está por detrás pensando "sigue cantando esas cositas que ahora llego yo a dar un poquito de caña".
Judas lo hace Tim Minchin y es la gran sorpresa porque es el mejor Judas de la historia. Brillante es poco. Directamente se come el escenario con seguridad, con una actuación sentida, aguantando los primeros planos como si se tratara de una película y con el tono perfecto para el personaje. Cuando empezó a cantar pensé que su voz era rara, pero a los veinte segundos me había agarrado por los huevecillos para no soltarme. Por culpa de él, he visto el musical dos veces en dos días.
María Magdalena es Mel C (sí, sí, la Spice Girl deportista. Esa que antes era feucha y ahora mola mazo -parafraseando a nuestro Jesúcristo español-). Y de verdad, me joroba decir esto porque no estoy por la labor de defender a una Spice Girl, pero Mel C está absolutamente brillante.
Cuando supe que ella actuaba en el musical me sentó como una patada en el estómago. Eso de poner famosetes en los musicales como estrategia comercial lo veo razonable, pero a veces arruinan la experiencia. Soy incapaz de visionar el 25º aniversario de Les Miserables porque el papel de Marius me da vergüenza ajena. Lo hace uno de los Jonas Brothers que no tiene voz, ni fuerza, ni empaque... y a veces, en algunos momentos, puede disimular cierta corrección, pero cuando canta a dúo (y Marius, el pobre, tiene mucho dúo) los demás personajes se lo comen con papas.
Me equivoqué. Mel C tiene voz, mucha voz. Y además no es que llegue al tono perfecto y cante las canciones con gusto... es que tiene un tipo de voz ligeramente rota, muy, muy bonita, perfecta para María Magdalena. Creo que de todas las grabaciones que tengo, ella es la que más me ha gustado (posiblemente influye que nunca me convenció Yvonne Elliman y con esto, me he ganado algún enemigo).
El Blu Ray, conviene saber, viene con críticas enfurecidas y es que, por lo visto, en algunos momentos se ha utilizado el Auto-Tune (ya saben, eso que puso tan de moda Cher que corrige el tono de las ejecuciones vocales). Es probable que lo hayan utilizado en algunos momentos (para mayor cabreo de los cantantes. Tim Minchin declaró en su cuenta de Twitter que no le había gustado nada que le hayan corregido su actuación). De hecho, el Auto-Tune no se utilizó en directo sino en la post producción, a la hora de hacer el DVD).
No es nada nuevo que Webber haga enfadar a todos los que le rodean, pero la auténtica realidad es que yo no identifiqué este detalle hasta leerlo en Internet. Siempre he asumido que un buen técnico de sonido consigue que las voces suenen mejor. En un musical rock, un pequeño gallo, un desliz al final de una canción va a pasar desapercibido y no hay necesidad de corregirlo (sobre todo, cuando se pasan el musical subiendo y bajando escaleras).
Pero si tengo clara una cosa: este pequeño despropósito no arruina el visionado de este DVD, que para mi es imprescindible si quieres ver el mejor Jesucristo SuperStar posible.
Y entre sus pequeños detalles, una nueva orquestación espectacular; unos secundarios que valen su peso en oro (es que todos, todos, están bien). Y el Templo se ha convertido en una discoteca, con sonidos electrónicos de diseño pero que respetan la esencia de la obra. No en vano, la orquestación de la escena del Templo la firma un tal Billy Lloyd Webber.
Aviso: ver a Minchin haciendo de Judas provoca adicción: