
El caso es que el productor le pidió al gran Michel Legrand (por ahí he llegado yo a esta historia) que compusiera la banda sonora de la película. Y al mismo tiempo, le pidió a Stephen Forsyth que hiciera una canción de éxito para llegar al número uno de las listas musicales (como siempre con el agente secreto).
Una vez completada la composición de la canción, Forsyth se puso en contacto con la cantante Phyllis Hyman. Esta cantante, tristemente desaparecida en 1.995 tras una escueta nota de suicidio unas pocas horas antes de una actuación musical ("Estoy cansada. Estoy cansada. Aquellos de vosotros que amo, sabéis quienes sois. Que Dios os bendiga") recibió al compositor mientras desayunaba. Él cantó la canción para ella y Hyman, sin más, aceptó grabarla. Al día siguiente, ella se presentó en el estudio, le dieron un papel con la letra y en una sola toma, la grabó (una memoria musical prodigiosa).
Todos contentos hasta que Michel Legrand se entera de la existencia de esta canción y le lee la letra pequeña de su contrato a los productores. Por lo visto, el mayor interés de Legrand consiste en esa canción y amenaza con una demanda multimillonaria.
Los productores, que ven como su compositor no sólo les demanda sino que corren el peligro de quedarse sin banda sonora, aceptan su petición y es, a última hora, la canción de Legrand la que aparece en la película: el famoso soniquete de "Never, never, never say never again...". Pero la historia no termina aquí:
Con la muerte de Phyllis Hyman se editan algunos recopilatorios, y en uno de ellos, de los últimos, de hace solamente un par de años, esta canción finalmente ve la luz. Un clásico desconocido. Una sorpresa para todos. Y aquí la tienen en todo su esplendor: