20 enero, 2014

Y llegó Scorsese


Tras los problemas de distribuidora que hace casi imposible ver la película en sala grande, por fin, pude ver la nueva película de Martin Scorsese.

Cuando parecía que el dúo De Niro-Scorsese iba a ser irrepetible, debo confesar mi particular adicción a Leonardo DiCaprio, que es uno de los mejores actores que mis ojos han visto en una pantalla de cine.

Creo que un actor se define tanto por su forma de actuar como por la forma de escoger sus películas, de dirigir su carrera. Y son muy poquitos (y mucho mayores que él) los que tienen una filmografía tan brillante como la suya.

Dicho esto, el director de cine Martin Scorsese ha hecho cinco películas con el joven actor, alguna de ellas bastante buena. Pero muy a mi pesar, ninguna tan brillante como las del director en los 70 y en los 80. Porque en realidad, es imposible pensar que a estas alturas de la industria cinematográfica se puedan ver en pantalla obras maestras como Uno de los nuestros (una película muy presente en mi generación), Taxi Driver o con la mala leche de (y para mi gusto, la película más violenta del director) El rey de la comedia.

Y no es sólo una industria estancada... Scorsese ha perdido fuelle. Aquella famosa frase de "es el mejor director de cine actual" ha quedado un poco desfasada, sobre todo para mi, con ídolos más firmes como Polanski, Tarantino o Cronenberg.

Pero todo eso era hasta ayer.

Hoy, tras ver The Wolf of Wall Street, no me cabe ninguna duda de que Scorsese es el mejor director de cine que rueda en la actualidad. Porque, y lo digo así, sin tapujos, esta película es un regalo para todos los amantes del buen cine. Una obra maestra sin fisuras, en donde es absurdo hablar de su guión o de sus actores. Es redonda se mire por donde se mire. Una película que, posiblemente con el tiempo, no me dolerá reconocer que es mi favorita, por encima de Taxi, por encima de Toro.

Cruel, violenta, divertida, absurda en sus excesos, deliciosa en sus delirios, y narrada con una soltura casi insultante. A Scorsese se le ha copiado su forma de narrar hasta la saciedad, pero cuando es él el que utiliza la caligrafía visual que le ha hecho famoso, esta se vuelve pura e intachable. Poco más se puede decir de la que, para mi, es la película del nuevo milenio y una de las grandes joyas del cine. 

Me duele por mi profundo respeto a la obra de Alfonso Cuarón, al que adoro, pero la película de la temporada no es Gravity, es The Wolf of Wall StreetCuarón recogerá el Oscar al mejor director (seguramente merecido por el berenjenal en el que se ha metido), pero Scorsese sigue siendo Scorsese. Está a otro nivel. Hablar de Scorsese es hablar de John Ford, de Wilder, de Hitchcock... porque sin duda, pertenece a esa generación.

PD: Las nominaciones a los Oscars están muy, muy bien. Ha sido un año de buen cine y eso se nota. No hay malas nominaciones pero si muchas ausencias... Pocos premios para tanto talento. Y otra cosa, precioso el gesto de DiCaprio al recoger el Globo de Oro. Un caballero:

03 enero, 2014

Pequeñas películas que 2013 nos dejó...

Estos días he disfrutado de las listas de mis amigos y de algunas revistas en las que repasan lo mejor del año. Yo he intentado ir un poquito más lejos y he intentado crear una pequeña lista de películas que no son muy populares y así, el que crea que hay algo interesante en estas líneas, se puede animar a verlas. Pero no se confundan, para mi estas pequeñas películas son las protagonistas del año, las que se han quedado en mi memoria y posiblemente, las que seguiré recordando el resto de mi vida.

Por supuesto, hay mucho más. Este año han existido producciones del gran Hollywood que han estado muy, muy bien. No las ignoro. Pero es que esas las conocemos todos. Así, a primera vista, no hablaré de maravillas como Gravity, Iron Man 3, Pacific Rim, Silver Linings Playbook, Cloud Atlas, Behind the Candelabra, Pain & Gain o The Call, siendo esta última una propuesta de thriller ignorada por la mayoría y que está francamente bien.

También ha sido el año en el que Lloyd Webber estrenaba su nuevo musical, Stephen Ward, que escucho atentamente mientras escribo estas líneas gracias a Paco Dolz, amigo y creador de la página web Love4Musicals (que en el 2013 ha pasado de ser un pequeño blog sobre musicales a ser un referente profesional muy, muy serio).

Y no me olvido del cine español, que sin tener algo realmente destacable, ha apostado por cine de palomitas, mostrando que hay gente joven con talento que conecta con el público. Desde Las Brujas de Zugarramurdi de Alex de la Iglesia hasta FIN y Los últimos días, propuestas interesantes aunque no redondas que, desde luego, valen el precio de una entrada.

Y aunque siempre se acusa al cinéfilo (sobre todo al español) de atacar gratuitamente a Pedro Almodóvar, creo que Los Amantes Pasajeros en un insulto al espectador en toda regla. Pero como explicaré más tarde, gracias a esta cosa horrorosa descubrí una de mis tesoros del año.

Ahí vamos, empezando por los documentales:

Woody Allen, el documental: Dirigido por Robert B. Weide (que no se quién es, pero para no confundirlo con otros documentales sobre Allen). Hace un recorrido por la vida y películas del director pero con el total compromiso de él, o sea, con Allen frente a cámara enfrentándose a sus fantasmas del pasado. No se omite el episodio fatídico del descubrimiento de las fotos por parte de Mia Farrow (que es una forma de decir que, realmente, el documental toca todas las teclas que debe tocar). 

Y tiene un detalle memorable: la risa de Woody Allen. Es muy difícil ver una auténtica risa del director. En sus apariciones en directo es muy tímido y en sus películas cómicas tenía una pequeña risa nerviosa. Lo que jamás me imaginé es que el director del documental lo llevara a su casa de la infancia y Woody Allen se emocionara tanto como para perder la timidez frente a la cámara y reírse a carcajadas, con la boca abierta. Me fascinó descubrir al verdadero Allen.

BlackFish: Documental sobre orcas asesinas que están adiestradas para hacer espectáculos en parques acuáticos. Muy bien realizado, tocó mi fibra sensible sobre la forma en que nos engañan vilmente. Parte del documental se ha hecho en Tenerife, en el Loro Parque, en donde una orca mató a un entrenador (aunque tal como acontecen los hechos, y para eso hay que ver este impresionante documento, más parece un asesinato, no por parte de la ballena sino por parte de los que ocultan el historial de la ballena).

BlackFish ha causado furor en Estados Unidos y entre otras cosas, ha provocado que Finding Dory, segunda parte de Nemo, atrase su estreno unos cuantos años (ya que, por lo visto, parte de la historia transcurre en SeaWorld)

Stories We Tell: Imprescindible. No sólo es uno de los documentales del año sino que debería estudiarse en cualquier escuela de cine. Lo dirige la actriz Sarah Polley, que trata de entender qué es lo que pasa en su familia tras la muerte de su madre. Por su cámara pasan sus hermanos, su padre y hace un retrato que poco a poco, va desenredando una complicada trama. 

Lo curioso de Stories We Tell es que empieza siendo una cosa y, poco a poco, va cambiando su sentido. Las entrevistas se solapan con detalles contradictorios y va saliendo a la luz una historia compleja y maravillosa. Pero no se confundan, el documental trata sobre como ven las cosas los seres humanos, sobre los puntos de vista y sobre Sarah Polley. Si me tuviera que quedar con una solo documental, este sería el año de Sarah.

En el apartado de ficción es más complicado. Este año, prácticamente he visto una película diaria. Escoger cuatro o cinco es más un ejercicio de memoria que de calidad. Sin embargo, estas que nombro las tengo muy presentes y me han dejado huella:

Prisioneros: Compleja  y difícil de ver. La violencia en su estado más puro y dos actores que se comen mutuamente: Hugh Jackman y Jake Gyllenhaal, al que jamás me había tomado demasiado en serio hasta verlo en su apasionante retrato de policía en esta película. Poco más. Hay que verla.

La Grande Bellezza: Aquí es donde entran Los Amantes Pasajeros. Cuando leí que no había ganado ningún premio europeo (¿en serio querían tener premios con esto?), decían que la gran competidora era esta película italiana que yo, sinceramente, no tenía ni idea de que existía.

La Grande Bellezza no es una película cualquiera. Habla de la decadencia de Roma, de sus artistas, de su pasado glorioso y de su presente hortera y demacrado. Pero lo importante no es lo que se dice o lo que se ve, ni siquiera es importante lo que ocurre... el verdadero hallazgo de esta película se encuentra en su personaje principal. Jep Gambardella es un escritor que se reconoce vago y miserable, que dice las cosas como las ve y que es un auténtico soplo de aire fresco. Vive de las rentas de una única obra escrita (que además, es un clásico) y se mueve por la sociedad romana como pez en el agua.

Varios días me he descubierto pensando en Gambardella, en que pensaría de cosas que vivo todos los días y que me diría si lo tuviera a mi lado.

Before Midnight: Esta es la más popular de todas. Adoro esta película sobre todas las cosas. Forma parte de la trilogía de Linklater (Before Sunset y Before Sunrise). Poco hay que decir: los personajes se encuentran cada 8 o 9 años y muestran el estado de su historia de amor. 

Sin embargo, de las tres películas, creo que esta es la mejor: la más dolorosa de ver, la más compleja. Viven juntos y tienen hijos y la dulce historia de amor se convierte en un matrimonio normal (cosa que no deberíamos permitir a los personajes de cine). El brutal retrato de la realidad, el dolor que me causó (aún tratándose de una verdadera historia de amor) es difícil que se me olvide.

Me encantaría que se reunieran dentro de unos años para saber que pasa con ellos. Y por supuesto, Julie Delpy es uno de mis amores platónicos (y no, no tienes el culo gordo, como se empeña en repetir hasta la saciedad).

Pero mi película favorita de este año es todavía más pequeñita: se llama Drinking Buddies. Amo esta película por lo que cuenta, pero sobre todo, por sus pequeños detalles. La historia de dos parejas de amigos que ocultan la verdadera atracción entre la mujer de la primera pareja y el hombre de la segunda pareja. No es violenta. Es una película amable y divertida. Posiblemente la vi en el momento adecuado. Y destaca por pequeños detalles casi inadvertidos: una mano que roza un hombro en un momento concreto, un pequeño cruce de miradas, una frase... Es un pequeño bombón que me asegura que tenemos un director a seguir. Cualquier otro haría una película convencional, pero a mi me cautivó como me contaron la historia de siempre con tanta pasión. 

Las calificaciones de esta película me sorprenden. Parece que nadie la disfrutó como yo, pero creo que el tiempo me dará la razón. O a lo mejor, es que la película está hecha para mi. Nunca se sabe.

¡Ah! Olivia Wilde está enamorable (sí, esa es la palabra).

Larry David con mucho pelo
Me dejo otras en el tintero, como la divertida The World´s End, que es una frikada maravillosa o The English Teacher, una peliculita sin sentido sobre una profesora (Julianne Moore) empeñada en representar una obra de teatro de un antiguo alumno de su instituto ( y Nathan Lane canta el Putting it together). Y por supuesto, la crueldad y las risas de una película HBO escrita y protagonizada por Larry David, Clear History. La historia de un tipo que deja un negocio un par de horas antes de que todos lo que participan en él se convierten en multimillonarios... Muy cruel, muy divertida.

Pero a la hora de poner un vídeo, me decanto por Sarah Polley y su Stories We tell: