29 abril, 2007

David O. Russell: un director de cine enfadado

La verdad es que es una historia bastante buena. Esta mañana leí algo en el Imágenes de Actualidad y llevo un rato investigando en Internet. En realidad, es una historia bastante popular en Estados Unidos pero que yo desconocía completamente.

El protagonista es David O. Russell, director de películas más o menos buenas, aunque a mí me gustó mucho la de Tres Reyes, con George Clooney. Desde luego, David está lejos de ser Billy Wilder, John Ford o Alfred Hitchcock, pero tiene un ego como si fuera las tres personas juntas. O eso, o es que está completamente loco.

En Internet han salido unos cuantos vídeos de la locura (por no decir mala leche) con la que dirige. Sus cabreos se extienden tanto a protagonistas principales, estrellas, como a parte de su equipo. Su ira no tiene límite y es de esas personas que cuando se enfadan no pueden dejar de gritar. En realidad, no tiene sentido que cuente nada, mejor vemos los vídeos. En el primero, el enfado es con Lily Tomlin, la actriz cómica que aquí no está tan graciosa:



A veces los actores principales se ponen pesados con lo de "no comprendo por qué mi personaje hace esto" (como Christopher Reeve en ¡Que ruina de función!). La solución: insultarlos. Esta escena, difícil de encontrar, ha sido reproducida por los estudiantes de una universidad americana:



Por último, volvemos a Lily Tomlin sentada dentro de un coche, lleva allí todo el día, dentro de plató. A su lado Dustin Hoffmann (que sin comerlo ni beberlo, recibe por todas partes). La actriz, gracias a Russell, ya ha perdido la compostura completamente.



Voy a seguir detrás de este tema totalmente insano. Por cierto, se rumorea que todos estos vídeos los ha subido a la red el mismísimo Clooney tras sus diferencias con el director en Tres Reyes. Según sus palabras "en el fondo, estoy contento de que hayan visto la luz. Así se demuestra que no era yo el que tenía problemas en el rodaje con este tiparraco, sino que es algo generalizado".

26 abril, 2007

RE-ANIMATOR

Re-Animator es posiblemente la primera película que fui a ver varias veces al cine. Por lo menos por elección personal, porque cuando era pequeño, mi hermana me llevó a ver el King-Kong de Jessica Lange tropecientas mil veces.

Yo creo que es la obra cumbre de terror de los ochenta. Es terrorífica; muy, muy gore y además, terriblemente divertida. Está hecha con dos duros y eso se nota en pequeños detalles: no hay exteriores, los efectos especiales son bastante caseros, los actores son primerizos, la actriz enseña unas cuantas veces las tetas (después he visto muchas películas de Bárbara Crampton y creo que recordar que en una de ellas no salía desnuda), pero todo queda compensado por un guión tremendo, divertidísimo, y con las escenas más sangrientas que uno se pueda imaginar (a los 50 segundos de empezar, a un personaje le explotan los ojos).

Uno de los grandes hallazgos de la película se encuentra en los dos villanos (que están en la foto), el Dr. Herbert West es el que inventa el suero que le devuelve la vida a los muertos y el Dr. Hill, que se pasa la mitad de la película con el cuerpo separado de la cabeza (eso sí, los dos se mueven sin problemas). La saga de Re-Animator ya cuenta con dos películas más (la última con Elsa Pataky), pero son bastante flojas.

Al Dr. West le da vida el actor Jeffrey Combs, que siempre hace de malo, y tiene un par de frases que son memorables, en la primera (que sale en el pequeño vídeo de abajo) una mujer le dice "Usted lo ha matado" y él contesta: "No, yo le di la vida".

La segunda es mejor todavía. Después de una larga secuencia violenta, el coprotagonista le pregunta a West: "¿Está muerto?" y él contesta: "Ya no".

Hablo de esta película porque ha salido una edición en DVD con ¡tres discos! Es una edición realmente buena, con escenas eliminadas y ampliadas y muchas entrevistas y comentarios. Los amantes de esta peli, que somos muchos, estamos de suerte.

Re-Animator es muy, muy exagerada. No he querido poner ninguna escena que sea truculenta, voy a poner algo mejor: los títulos de crédito de la peli. No solo tienen un diseño magnífico sino que la música de Richard Band (el único compositor de cine que puede ser tildado de "gracioso" en su trabajo sin que resulte peyorativo) es una versión del tema de Psicosis de Bernard Herrmann "a su manera". En realidad, es uno de los múltiples movimientos inteligentes de la película, es una música que te pone en situación, sabes que lo que vas a ver es terrorífico, pero también va a ser muy friki y muy cachondo.



PD: Espero que esta vez, el magnífico master de Blogspot deje que la gente haga comentarios y no me borre las fotos. Empieza a molestar.

24 abril, 2007

Jerry Goldsmith recoge el Oscar

Yo creo que, junto a Bernard Herrmann, Jerry Goldsmith es el mejor compositor que ha dado la historia del cine. Tuve la fortuna de poder ir a su concierto de Barcelona, en el que además de mover vigorosamente la batuta, movía su melena recogida en una laaaarga cola de caballo.

Sus melodías, su sincronía con la imagen y su ingenio son difícilmente repetibles. En los largos créditos de Medicine Man (con su maravilloso corte "The trees") y que en España se llamó Los últimos días del Eden, en el capítulo de agradecimientos, se nombra al compositor por el diseño del peinado de Sean Connery. Una broma interna: copiaron su peinado.

Desde luego, La profecía
no es su mejor composición, aunque la pieza Ave Satani se convirtió en todo un referente y ocupó el número 1 en la lista de ¿canciones? más vendidas.

A mediados de los 70, Jerry gana el Oscar por esta peli. El compositor recoge este honor con el Ave Satani de fondo, su mujer Carol (que la podemos ver jovencita y no tan jovencita y que, según rumores cercanos, es una bruja de tomo y lomo: la inspiración de esta música, jeje ) está presente. Cuando Jerry oye su nombre, se levanta nervioso y justo detrás de él está el gran Henry Mancini y en una butaca de la esquina, el maravilloso cantante y compositor Paul Williams (nº1 en el Hit Parade de Cds de mi coche).

¡Como me gustan las galas de los Oscar!

23 abril, 2007

HIJOS DE LOS HOMBRES

Estoy absolutamente maravillado con esta película. Curiosamente, es la tercera película de un director mexicano que me apasiona este año (tras El laberinto del fauno y Babel).

La historia de Hijos de los Hombres, con Clive Owen, Julianne Moore (¿te quieres casar conmigo, Julianne?) y un grandísimo Michael Caine, cuenta como en un futuro próximo, creo que el 2027, nadie en la tierra puede tener niños, la gran epidemia es la infertilidad y, por tanto, es el final de la raza humana.

Colegios vacíos, calles destrozadas... en realidad, ¿para qué conservar cualquier cosa si es el final de la raza humana?

El guión es espléndido, pero lo realmente memorable es la dirección de Alfonso Cuarón. Su estilo documental le hace contar la peli en escenas largas, sin cortes, cámara en mano. Pero es que esos largos planos son alucinantemente complejos. Por ejemplo, el tío se mete en una cafetería, pide un café, sale a la calle, pasea con el café en la mano, la calle está llena de coches y de gente, se para al lado de un buzón, le pega un sorbo al café y explota una bomba a escasos metros de él.

Una de las escenas que te ponen la piel de gallina es la del coche que pongo a continuación: sin cortes, sin pantallas verdes, en vivo y en directo. La cámara se sitúa dentro del coche (para lo cual, los actores seguramente tienen que hacer verdaderas acrobacias para agacharse y hacer cosas raras cuando pasa la cámara por su sitio), se encuentran con un auténtico motín, dan marcha atrás, les persiguen con palos y dos tipos en una moto que comienzan a disparar. Hieren a uno dentro del coche, los de la moto adelantan hacía una puerta del coche y el protagonista les da una patada y salen volando...

Aunque no te guste la ciencia ficción, esta es una de esas películas que no deberías perderte...


22 abril, 2007

Daría mi mano derecha...

Hace algunos años, bastantes, el director de cine José Luis Garci dijo una de esas frases que se quedan grabadas en la mente. Debía ser, más o menos, a mediados de los 80 y acababa de ganar el Oscar por Volver a empezar y había terminado el rodaje de El Crack II. Lo que estaba de moda en aquellos años eran las series americanas en plan Falcon Crest y Dallas. Textualmente Garci dijo: "Daría mi mano derecha por rodar un desayuno de Dinastía".

Ahora lo hacen todas las series, pero Dinastía puso de moda aquello de reunir a todos los personajes alrededor de una mesa para que se pudieran pelear a gusto. La frase, un tanto excéntrica, me impactó porque en un segundo comprendí lo que quería decir: rodar el lujo, el vestuario, rodar con medios y sobre todo, rodar con estrellas del calibre de Linda Evans, John Forsythe, Bo Hopkins o Heather Locklear. Lujo, joyas, estrellas y diálogos agudos en un solo plano. Y en España, en esos años, no había nada comparable...

Yo, desde que tengo uso de razón, he adorado el cine, pero fue con once años, viendo El arca perdida, cuando me di cuenta de que había un tipo que me estaba contando una historia. No sólo eso, me la estaba contando tremendamente bien. Y, por supuesto, recuerdo el plano en el que me di cuenta de que me estaban manejando. Y me encantó.

Y comencé a devorar cine sin parar. Me imaginaba las películas que me gustaría rodar, y cuando salió el musical El fantasma de la ópera, hice un story-board muy cutre de prácticamente todo el primer acto (que afortunadamente no han respetado).

Cuando veo algo que me impacta mucho, una película completa, una escena, un actor en estado de gracia, un plano... recuerdo a Garci y pienso: "Ufff, daría mi mano derecha por haber rodado esto", aunque en mí no tiene tanto mérito porque soy zurdo.

E incluso soñando con estas cosas, en muchas ocasiones pienso en lo afortunado que soy por no haber conseguido ser director de cine, porque cuando veo cosas que me superan, incluso como espectador, me doy cuenta del verdadero talento que tienen algunas personas. Y se cumple aquello de "ni en mis mejores sueños, habría llegado a conseguir algo así".

Hay mil cosas que superan cualquier "sueño-expectativa" pero me apetece hacer una lista repentina: a bote pronto me supera la partitura de Vértigo de Bernard Herrmann; la fotografía de Salvar al Soldado Ryan; la dirección de Coppola para El Padrino II; la actuación de Anthony Hopkins para Lo que queda del día; la canción All of you de La bella de Moscú; el guión de Sunset Boulevard; los planos de Janet Leight conduciendo tras haber robado el dinero en Psycho... pero no crean que sólo me pasa con el cine americano, tengo planos y escenas de cine español que me van a acompañar toda la vida: los ojos de Alfredo Landa cuando matan al hijo de su novia en El Crack; los actores de Días Contados; los pies de Maribel Verdú en un banco en la nieve justo antes de darle una navaja a su novio para que la mate, en Amantes; la música de Bingen Mendizábal para La madre muerta; la fotografía de José Luis Alcaine para Belle Epoque, Fernando Fernán Gómez intentando actuar para los del cine en El viaje a ninguna parte, el guión de El extraño viaje...

¿Cuáles son los tuyos?

PD: Si no conoces la canción All of you, la he encontrado para ti.. seguramente daría mi mano por haber rodado esta secuencia... mi mano izquierda, la buena.





21 abril, 2007

La trágica historia de Anthony Perkins

Aunque su papel en Psicosis es lo más famoso que hizo Anthony Perkins, la carrera de este magnífico actor tiene obras maestras como El cuarto mandamiento (de O.Welles, que por cierto, adoraba a Perkins) o Arde París.

El caso es que toda la capacidad actoral de este señor (muchos creyeron en su feminidad y en su debilidad, confundiendo a Perkins con Norman Bates) se vio truncada por un final trágico. En su vida profesional no pudo escapar de Bates y terminó haciendo cuatro Psicosis (la segunda no estaba nada mal, pero la cuarta... puff...); en la vida personal, se contagió del virus del Sida, aunque él no llegó a hacerse la prueba que lo confirmaba. Fueron personas ajenas a su entorno y unos cuantos periodistas los que consiguieron sangre de una visita del actor a un hospital por motivos totalmente ajenos al Sida (su cada vez más evidente parálisis facial). Y con eso, utilizando una pequeña treta, consiguieron analizar su sangre. Perkins, que estaba visiblemente desmejorado, junto a toda su familia, se enteró de que tenía la cruel enfermedad por los periódicos.

Después ya se le acusaría de homosexual, y aunque hay ruromes que no descartan esta faceta, lo que realmente se sabe y está demostrado es que el actor era un promiscuo mujeriego que tenía relaciones con practicamente todas las actrices con las que actuaba.

Cuando una tragedia de este calibre le ocurre a algún actor joven, como a Mattehw Broderick, que en una noche festiva mató a una madre y a su hija atropellándolas con el coche, puedes afrontarlo e intentar defender tu honor y tu carrera. El pobre Perkins se fue de este mundo como un auténtico apestado que se iba al otro mundo con su merecido. La enfermedad fue tan rápida que ni siquiera pudo defenderse.

Al pie del cañón se quedó su mujer, Berry Berenson (hermana de la actriz Marisa Berenson), que en algunas revistas como ¡Hola! (y yo guardo esos recortes) confesaba que aunque su marido había tenido reconocidas relaciones extra matrimoniales, al final siempre volvía a casa y se comportaba como un caballero, gran amigo, buen amante y magnífico padre. Berry no se podía haber imaginado una vida mejor. En definitiva, fue ella la que se quedó defendiendo el honor de su marido, Anthony Perkins.

O así fue hasta que un avión Boeing 767 se estrelló contra una de las Torres Gemelas el infame 11 de septiembre del año 2001. Mucha gente perdió la vida, los que trabajaban en esos edificios, bomberos, policías y los aterrorizados pasajeros de los dos aviones que se utilizaron como misiles. Uno de los aviones llevaba a Berry Berenson, mujer de Anthony Perkins, de pasajera.

El trágico círculo la familia Perkins quedaba finalmente cerrado.

19 abril, 2007

EL POSTER DEL FESTIVAL DE CANNES

Hoy he descubierto en El mundo este magnífico poster que anuncia el próximo festival de Cannes. Entre sus conocidos caretos, hay dos españoles y una persona que no identifico.

Una genialidad que no merece más comentario. Si quieres ver la foto más grande, haz un click sobre ella.



17 abril, 2007

GIMNASIA CINEMÁTICA

De vez en cuando, uno se hace sus pequeños ciclos caseros. El sábado pasado, aprovechando la lectura del libro de Al Pacino, volví a ver Scarface (El precio del poder), una de las mejores películas de Brian DePalma y una de las mejores películas de la historia.

Es curioso porque si tuviera que hacer una lista de mis diez películas favoritas (no hay cinéfilo sin lista), una de ellas, junto a Vértigo, Sunset Boulevard o En busca del arca pérdida, estaría Carlito´s Way (Atrapado por su pasado) que volvió a juntar a Pacino con DePalma unos años más tarde. Scarface no entraría en esa lista por muchos motivos. Uno de ellos es su horrorosa banda sonora. La compone el que, personalmente, creo que es el peor compositor de la historia del cine, Giorgio Moroder (que tiene un Oscar por su horrorosa banda sonora de El Expreso de Medianoche).

El guión de Scarface lo firma Oliver Stone y es una auténtica obra maestra. Suya es la idea de presentar el personaje de Pacino interrogado por los agentes aduaneros de Miami. Una escena (que por cierto, es recogida por los primeros segundos del trailer) en la que se demuestra que un pequeño y sencillo diálogo puede ponerte los pelos de punta. La espléndida actuación de Pacino es, como siempre, solo apreciable en la versión original. El doblaje omite el hecho fundamental de que Pacino habla un inglés macarrónico con un acento profundamente cubano.

Y Brian DePalma, como siempre, cuenta la historia con precisión. Un genio. En los extras de la peli, el director de fotografía (ya fallecido) cuenta las dificultades de rodar con esos complicados movimientos de cámara de DePalma, él lo denomina (y a mí me ha encantado esa definición, Gimnasia Cinemática). Sin embargo, podría pensarse que con Gimnasia estamos hablando de complicaciones de cámara gratuitas y no es así. La cámara se ubica en los sitios perfectos, narrando la historia con paso firme y omitiendo detalles escabrosos de esta ópera de violencia tremenda. Al contrario que otros directores actuales de éxito, como Tony Scott, Michael Bay o Brett Ratner, el cine de DePalma se sustenta sobre una escritura cinematográfica rigurosa, sobre la composición del plano, sobre el ritmo. No importa que una imagen sea espectacular o no, importa su relación con el siguiente plano y con el resto de la película.

Cuando hablamos de cinemática, veo planos perfectamente montados, movimientos de cámara adecuados, movimiento dentro del encuadre, veo fluidez... y veo el último trailer de Spiderman 3 (no puedo evitarlo, cuando se habla de cinemática, pienso fundamentalmente en dos directores: Brian DePalma y Sam Raimi), porque no sólo son espléndidos directores, sino que además, cada uno de sus planos tiene vida y personalidad. En el caso del trailer de Spiderman 3, incluso me emociona la forma en la que uno de los personajes reza a Dios dentro de una iglesia, agarrándose, casi abrazando, el banco de la iglesia...

11 abril, 2007

Conversaciones con Al Pacino: una pequeña anécdota

Ayer empecé un libro fantástico llamado Conversaciones con Al Pacino. En general, siempre me han gustado estas entrevistas a fondo, realizadas en diferentes días y cubriendo todo el espectro de la carrera de un artista. Tengo el de Cronemberg, el de Tim Burton, (por supuesto, el clásico) el de Hitchcock, el de Brian dePalma...

Pero este me está encantando por dos cosas: Pacino nunca habla con la prensa por lo que, en realidad, se sabe muy poco de lo que piensa de su carrera, de las películas, del teatro, de los actores... y segundo, porque el que hace la entrevista era aquel tipo que hacía los reportajes de Play-Boy y que consiguió la que se considera la mejor entrevista de Marlon Brando (y gracias a la cual, Pacino accede a recibirle) Lawrence Grobel.

Esto de Lawrence Grobel, que lo sé porque lo explican en la introducción del libro, sería un dato superfluo sino fuera por lo mágica que es la entrevista (y sólo llevo 80 páginas). El entrevistador dosifica las preguntas con tanta astucia que llega a cabrear al entrevistado con algunas cosas, para volver a calmarlo con la siguiente pregunta y sacar todo lo que el actor lleva dentro. Y así hablan sobre la amistad/enemistad con Robert deNiro, sobre su parecido con Dustin Hoffmann, sobre la crítica, sobre Coppola, sobre Shakespeare, sobre James Bond, sobre arte y ensayo, Sérpico, Tarde de perros, Melodía de Seducción... sobre su amor por Diane Keaton, sobre Julie Christie, sobre su manía de hablar en voz alta en los cines...

Y aquí la anécdota, tenía que contarla o reviento. Es una simplonada de las que mete el entrevistador de vez en cuando para relajar la atmósfera, pero me estuve riendo un rato largo:

Pregunta: Si de repente apareciera un platillo volante delante suyo y le dieran la oportunidad de subir... ¿se metería dentro?

Respuesta: Sí, pero no con Richard Dreyfuss (risas)

10 abril, 2007

MIRANDO DIRECTAMENTE A LA CÁMARA

En los años sesenta, Robert Wise marcó un hito en la historia del cine dirigiendo dos de las películas musicales más importantes de la historia del cine: West Side Story (1.961) y Sonrisas y Lágrimas (1.965).

Son dos películas que me gustan muchísimo, aunque siempre he pensado lo contrario a lo que piensa todo el mundo. Lo normal es decir que Sonrisas y Lágrimas es terriblemente cursi (que lo es) y concluir que es raro que un director que ha sido capaz de plasmar la rudeza de West Side Story, de repente, pueda dar ese giro tan sensiblero.

Lo que yo creo es que Sonrisas y Lágrimas es cursi tratando de ser cursi, pero West Side Story es todavía más cursi porque oculta su amaneramiento. Es como esa teoría que dice que un documental que miente es más mentiroso que una película de ficción, en la que desde el principio asumes que todo es mentira.


En West Side Story hay frases y situaciones de guión que llaman la atención por su cursilería casi naif: la chica que quiere luchar como un chico y se comporta como una totorota, o Tony (“Tony, Tony”), que se compara así mismo con las miles de burbujas de una botella de Coca-Cola y dice cosas del tipo: “Anoche estaba soñando y cuando desperté tenía la mano levantada, como esperando algo...”


Con esto quiero decir que detrás de una supuesta película callejera como West Side Story, se encuentra una de las películas más cursis que se han escrito. Y que conste que es complicado encontrar a alguien que le guste más West Side Story que a mí.


Ayer volví a ver Los paraguas de Cherburgo, una película musical francesa que había visto en mi infancia, presionado por mi padre, ya que se trata de su película favorita, y es una auténtica obra maestra del cine. Lo curioso es que no tenía muchas ganas de verla, aunque me apetecía oír su banda sonora. El resultado es que vi la peli dos veces seguidas. Cuando terminó, decidí volver a ver el primer número musical y, de repente, la había visto entera otra vez.


La edición en DVD es extremadamente buena, no por los extras, sino por la calidad de la imagen. Cuentan en sus tristes extras que en el año 92 se hizo una restauración magnífica. Los franceses son los mejores haciendo estos trabajos.


Los Paraguas... me ha sorprendido porque es un musical que se supone muy cursi, con la niña pija cantando a su chavalín, que trabaja en un taller de coches, que se va a la guerra y... sin embargo, es una película extremadamente moderna, de encuadres, de fotografía, de música, de fotografía (eso ya lo he dicho, pero... ay... los colores). En realidad, es justo lo contrario que West Side Story, destila verdadera crudeza y atrevimiento por todas partes.


Debo decir, antes de que alguien me haga caso y se compre la peli, que en Los Paraguas no se habla en ningún momento, ni siquiera se recita, es toda cantada. De hecho, es el musical más musical que he visto, porque realmente es un guión en donde no sólo se dicen cosas importantes en plan “te quiero, no me abandones” sino que también se cantan las conversaciones normales que definen a los personajes: “pásame ese plato que tengo algo de hambre”.


La narración cinematográfica es sorprendente. En un momento dado, utilizan un recurso que siempre me ha llamado la atención y que es difícil que quede bien: los actores miran directamente a cámara. Es un momento extraño, Catherine Deneuve está cenando con su madre y con un tipo rico que su madre le intenta meter por los ojos. Y el director los encuadra de frente, mirando a cámara (para los que no hayan visto esta peli, esta escena, sin ser extraordinaria, define muy bien la peli porque es una conversación normal pero cantada):



Desde luego, no es un encuadre en plan Nöel Burch, teórico que pugnaba por los seis espacios: los cuatro que delimitan el encuadre, el quinto es la zona de cámara y el sexto espacio se sitúa detrás del decorado (este se puede ver a través de una ventana o cuando un personaje sale por una puerta). Son espacios, en muchos casos intuidos, que algunos directores como Woody Allen manejan muy bien.


Cuando un personaje mira a la cámara, de alguna forma rompe el supuesto quinto espacio y mira directamente a los ojos del espectador. Hay mil ejemplos sobre miradas al corazón de la sala oscura, pero a mí me encanta la de Kevin Costner en J.F.K. cuando pide a los miembros del jurado que mediten sobre los acontecimientos que acaba de explicar para después mirar directamente a la cámara (o sea, nos pide que meditemos).


Y todo esto, en realidad, lo cuento para explicar que aquí NO pasa eso. Catherine Deneuve simplemente mira a la persona que está sentada enfrente, pero es la cámara la que ha ocupado ese lugar. Pero el plano está a su altura y totalmente de frente, por lo que el director, en ese momento, se salta todas las reglas establecidas para el cine transparente que tanto propugnan los americanos. Amigos, eso es puro lenguaje cinematográfico.

PD: Por cierto, hay muchas escenas maravillosas en la peli, pero en Youtube sólo encuentro la sintonía que se hizo más famosa aquí y aquí, la que canta Deneuve (en playback). Una lástima porque el resto de la partitura y de la película es espectacular.

09 abril, 2007

La magia de los Efectos Especiales

Gracias a José Miguel, soy uno de los pocos occidentales que he podido ver una película de guerras galácticas de nacionalidad turca. Eso sí, la música era la de John Williams para Superman (y otras muchas bandas sonoras fusiladas).

Esta experiencia, difícil de narrar, me ha venido a la cabeza cuando he leído en Menéame un artículo muy divertido sobre Efectos Especiales de (mala) calidad.

Por eso, creo que debemos ver algunas escenas interesantes. La primera es la escena del caballo, desde que la vi, no me la puedo quitar de la cabeza:



Sé que esta imagen es casi insuperable, pero gracias a Bollywood, podemos ver a Superman y a SpiderGirl (?) volando de forma "rayos y centellas" por una gran ciudad:



Y por último, creo que esta es la película "galáctica turca" que nosotros vimos (por lo menos, en esta también fusilan la música de otras películas). No tiene desperdicio, aunque les aseguro que crean adicción:


05 abril, 2007

Cigarette Burns de John Carpenter

Masters of Horrors es una serie de televisión de esas que todo el mundo conoce gracias a la Mula y que, creo, todavía no han emitido en la televisión española.

La serie se basa en una idea bastante simple. Mick Garris, un director de cine de terror (bastante mediocre, todo hay que decirlo) convoca a los mejores directores del género para que hagan un episodio de una hora con una historia terrorífica. La serie está bien, aunque al ser episodios independientes hay algunos que son muy buenos y otros que no lo son tanto.

Pero hay dos episodios que me han gustado mucho: el de John Un hombre lobo americano en Londres Landis y el de mi adorado John La Cosa Carpenter.

El episodio de Carpenter se llama Cigarrete Burns y es la historia de una película maldita, una película que todo el que la ve se siente poseído por el mal y termina cometiendo atrocidades (en realidad, es un poco lo que pasaba con las imágenes de Videodrome, el clásico de David Cronemberg). Como dato anecdótico, los personajes de este episodio cuentan que la película maldita solamente se ha proyectado una vez, en los años 70, en... ¡el Festival de Sitges! Por supuesto, esa proyección acabó con unos cuantos muertos y mucha gente que, a día de hoy, sigue desquiciada por ese visionado.

Creo que vale la pena verlo. Sus imágenes son malsanas y no demasiado gore (aunque hay un decapitamiento muy, muy bien hecho y, por tanto, muy desagradable), y aún así, me encanta ver a ese ángel sin alas... es ese ser blanco que se ve en el trailer de este capítulo. El personaje que encarga la búsqueda del film maldito lo tiene como souvenir de la película, en una plataforma giratoria, para que los visitantes lo vean bien:



PD: Las marcas de cigarrillo del título son los circulitos que aparecen en los cines y que indican que el rollo debe cambiarse. En realidad, son marcas que son exclusivamente para los proyeccionistas.

PD2: En realidad, la idea de este episodio es el poder del cine. La capacidad, como dice uno de sus personajes, de ser una bala contra los espectadores. Y por supuesto, se habla de la responsabilidad que tienen los directores de cine, ya que los espectadores confían plenamente en ellos. Al fin y al cabo, se sientan en una sala oscura, confiando ciegamente en las imágenes que van a ver...

PD3: En los extras, Carpenter dice sobre esto: "Tonterías, una película que mata... la historia que cuento es buena, pero no creíble. No tenemos ese poder". Ese es mi hombre: John Halloween Carpenter.

02 abril, 2007

UNA VUELTA DE TUERCA MÁS SOBRE MAZINGER Z

Ya en su momento le dediqué un post a mi querido Mazinger Z, la mejor serie de animación de la historia. Es esa en la que un joven se mete dentro de un robot gigante, que es nuestro amigo, y lucha contra el Dr. Infierno, un ser en paños menores y capa que tiene atemorizado a su esbirro, el nunca bien ponderado Barón Ashler, un tipo con el lado femenino muy acentuado.

La canción de Mazinger sigue siendo recordada por todos los infantes del mundo (aunque el infante Leandro no se ha pronunciado sobre el tema) para desgracia del cantante, que cada dos por tres, en estos cuarenta años, ha tenido que salir a un escenario a cantar esta pieza.


Y mientras en España todos nos desvivíamos por Mazinger (hasta en Tarragona tiene una escultura), en EE.UU. no tuvo demasiado éxito. Y es que se empeñaron en cambiarla radicalmente, desde la música y los efectos de sonido (que realmente pienso que tienen mucho que ver con el éxito de Mazinger) hasta el nombre, Tranzor Z. Vamos, una mierda.

Y el sueño se produjo hace pocos años, un buen día, gracias a la magia de Internet, descubro que han cogido los personajes y los han puesto al día. O sea, han hecho una serie de episodios con la tecnología actual y con unos guiones muy curraditos (en los que incluso se permiten el lujo de matar a algunos personajes principales). La serie se llama Mazinkaiser y recupera a los brutos mecánicos del Dr. Infierno con más fuerza que nunca. Son solo ocho episodios que valen su peso en oro, aunque sea por ver al Barón Ashler duchándose.


La gran noticia es que el pasado viernes me llegaron cuatro figuras de Japón (por cierto, en sólo seis días las tenía en casa). No comprendo que algo que cuesta 40 euros en Japón, aquí en España cueste entre 100 y 350 euros, lo digo por si alguien quiere hacer el negocio del siglo. A mí me cuesta comerciar con Mazinger, es como comerciar con un ser querido. El caso es que llegaron los cuatro muñecos de la colección Soul of Chogokin, figuras de metal bastante pesaditas, que miden unos veinte centímetros y que realmente están muy, muy bien diseñadas. Yo he conseguido a Mazinger, a Afrodita, a Doublas M2 y mi favorito, el de la foto, Garada K7. Los dos últimos son los brutos mecánicos del primer y segundo episodio de la serie.

Sé que algunos frikis que quieren ganar dinero con estas cosas no sacan a los muñecos de sus cajas y con el tiempo, los venden por un montón de dinero. Pues vale. Pero mis cuatro nuevos muñecos están en su pedestal, al lado del ordenador, mirando como escribo...

Este es un teaser de Mazinkaiser, dura seis minutos largos, pero vale la pena que por lo menos veas el primer minuto:



PD: La asombrosa y magnífica imagen de Mazinger en la Gran Vía madrileña que ilustra este post (y la nevera de mi casa, al lado de los dibujos de mi hija) es una de esas que ha dado tantas vueltas en Internet que me cuesta encontrar el nombre del artista (que es español) para darle el crédito que se merece. Siento no acreditarlo, pero es un puto genio (haz un click sobre la foto).

Algo sobre CLERKS 2

Cuando se estrenó Clerks a mediados de los 90, fue una auténtica sorpresa. Aire fresco. Nunca, aunque parezca raro, nunca antes se había hablado en pantalla como yo lo hacía con mis amigos. De repente, en la película se hablaba de StarWars, de sexo, de neuras... Y todo con cierta falta de clase, descaro y, sin embargo, elegancia.

Ahora hay muchas películas con diálogos naturales, representando a esta generación de frikis y geeks de hoy en día, y el cine de Kevin Smith, aunque original y gracioso, ha perdido la frescura de antes. Hay demasiadas películas siguiendo la estela de Clerks.

Y aún así, estaba loco por volver a ver a los personajes de Clerks algo más de diez años más tarde. Los conozco como si fueran amigos míos: a Randall, a Dante, a Jay, a Silent Bob. Y los he seguido a lo largo de todos estos años en diferentes películas y cameos: desde Mallrats, pasando por la obra maestra que es Chasing Amy, hasta Dogma y Jay y Bob.

Y reconozco que me ha gustado Clerks 2. A ratos. En realidad, no lo sé. Me ha gustado volver a verlos, más mayores, casi como yo, les ha crecido la barriga y tienen menos ilusiones, pero al mismo tiempo, siguen ahí en esencia. Han crecido aunque sigan teniendo conversaciones surrealistas y parecidas a las que yo sigo teniendo con mis amigos.

Clerks 2 no es una gran película, no voy a negarlo, pero adoro a Kevin Smith con todo mi corazón. Y haga lo que haga, siempre me hace gracia. ¿Qué más se puede pedir?