30 octubre, 2011

Woody Allen - Medianoche en París

Yo creo que Woody Allen tiene tres grandes etapas en su carrera: las comedias del principio (algunas muy buenas, otras bastante malas. Yo me quedo con La última noche de Boris Grushenko); la etapa de finales de los 70, los 80 y principios de los 90, que comienza con Annie Hall y que destaca por unos guiones impecables -etapa plagada de obras maestras como Hannah y sus hermanas, Manhattan, La rosa púrpura del Cairo, Delitos y Faltas y su gran última gran obra, Maridos y Mujeres - una de las películas más violentas de la historia del cine. Y por último, sus películas turísticas, dicho sin ánimo despectivo. En Europa encuentra la solución a sus problemas personales, se siente más querido por el público y sobre todo, encuentra financiación para sus películas.

Esta última etapa es la más polémica porque las películas no alcanzan ni la popularidad ni las cotas de calidad de las películas situadas en Manhattan. Pero ninguna de sus películas es mala. La peor de sus películas suele ser mejor que gran parte de la producción cinematográfica con la que coincida en cartelera. Y para desgracia nuestra, y es un punto de vista puramente personal, su peor película es la situada en España: Vicky, Cristina, Barcelona (que además, es uno de los títulos más espantosos que se le puede poner a una película).

Dicho esto, parece que Woody Allen se ha sacado de la manga un guión de los 80, porque todo lo que he contado no sirve con la última película de Woody Allen. Para el que no quiera seguir leyendo y quiera las cosas claritas: Medianoche en París es una obra maestra que parece pertenecer a la época de La rosa Púrpura del Cairo.

Y además, junta todos los ingredientes del Allen que nos gusta: parejas al borde de la ruptura, ambientes culturetas y largos travellings con conversaciones de personajes paseando por la calle y, sobre todas las cosas, la aparición de la magia como elemento de ruptura con la realidad.

Woody Allen recupera el pulso de la escritura con una de sus mejores películas: una obra maestra en toda regla. Y Owen Wilson es el mejor sosias de Woody con diferencia. Hacía tiempo que no esperaba con ansia las obras de Allen, pero como Norma Desmond, ha hecho un comeback en toda regla.

Y todo esto, sin destripar de que va la película: no te la pierdas.


18 octubre, 2011

El triunfo de Julie Andrews



Esta es una historia muy conocida, pero me gustaría rellenar algunas lagunas.

En el año 63 se pone en marcha la producción cinematográfica de My Fair Lady. Ahora es difícil comprender la envergadura del proyecto pero, en aquel momento, se hablaba de hacer un nuevo Lo que el viento se llevó, una película con lo mejor de cada casa en cada uno de los departamentos.

Muy al principio, se habló de llevar a la pantalla grande, en glorioso Cinemascope, a las estrellas que habían convertido el musical teatral en legendario: el gran Rex Harrison y Julie Andrews.

Pero eso fue muy al principio. Julie Andrews era una completa desconocida en Hollywood y hablando en plata, nadie daba un duro por ella (y mucho menos para un papel de estas características).

Si saltamos un poquito en el tiempo, el papel de Eliza Doolitle se lo ofrecieron a Audrey Hepburn. Y aquí es donde viene la principal confusión, bastante generalizada en esta historia: la Hepburn rechazó el papel, entre otras cosas, porque había visto a la Andrews sobre el escenario y pensaba que era ella, y no otra, la que tenía que hacer el papel en el cine.

Y así continuó la preproducción hasta que la Hepburn se dio cuenta del brutal error que había cometido. Los productores, ante el rechazo de Audrey, ni se les pasó por la cabeza contar con Julie Andrews para el papel sino que se lo ofrecieron a la joven y hermosa Elizabeth Taylor.

Ante esta tesitura, la Hepburn decidió involucrarse en la película. 

Todo eso de "si canta o no canta" en My Fair Lady es algo más simple porque, por mucho misterio que le pongamos, la verdad es que la Hepburn, belleza entre bellezas, tenía un registro de voz muy limitado. En los mil documentales sobre la película que hay en el mercado se puede oír como cantaba las canciones y es un verdadero horror. 

Lo más normal, y si yo fuera productor también lo haría, fue doblar a la actriz en las canciones. En realidad, si yo fuera productor de un musical, jamás contrataría a alguien que no puede cantar el papel, pero esa es otra historia.

La Hepburn estaba brillante cantando Moon River, pero esta canción estaba compuesta expresamente para su registro y, además, no deja de ser una vecinica cantando en una ventana con una guitarrita. Ahí reside su magia.

Y mientras Rex Harrison estaba ofendidísimo (puso a parir a la pequeña Audrey en unas declaraciones muy polémicas) por trabajar con otra persona que no fuera Julie Andrews, esta tuvo mejor suerte: Walt Disney en persona se la llevó a Los Ángeles para encarnar a su nueva protagonista: Mary Poppins

Disney, además de dibujar ratones, tenía auténtica visión cinematográfica (y aún así, su empeño en trabajar con animatrónicos me pone de los nervios, como el pajarraco mecánico de la foto de este post).

Y las películas My Fair Lady y Mary Poppins se rodaron casi al mismo tiempo. Con los años, Rex Harrison se tragó sus palabras: se encariño con la Hepburn hasta el punto de declarar que fue la mejor compañera de trabajo que jamás tuvo (y supongo que Audrey le pondría al corriente de su defensa por Julie Andrews). Y la Hepburn, está de más decirlo, está brillante en su papel.

Y llegaron las nominaciones al Oscar: un cero para la Hepburn y una nominación (y posterior premio) para la novata Julie Andrews. Por muy buena persona que seas, supongo que el placer de ganar este premio en estas condiciones debe saber a gloria.

Y este es su momento:

14 octubre, 2011

El cambio de Pitufina y la Teoría de los Ewoks


Con tanto niño por casa recordándome la existencia de Los Pitufos, no puedo parar de pensar en la Pitufina. Y de repente, me ha vuelto a la cabeza algo que siempre he pensado. Es una teoría mediocre, como todo lo que sale de mi cabeza, pero creo que tiene algo de cierto.

La Pitufina fue creada por Gargamel con fines comestibles. Se trataba de utilizar su creación para sembrar el caos y localizar la Aldea Pitufa. Como plan, la verdad, está bastante curradito. Pero como las dotes del moldeado de pitufos no se le daba demasiado bien al diabólico Gargamel, le salió la Pitufina de la izquierda, morenita, pelo corto y zapato plano.

Con ciertas dotes para preguntarse sobre su existencia, esta Pitufina entrañable estaba triste porque era fea. Su creador la había dotado de corazón, de rabito (el trasero) y de un traje sencillito. Si nos saltamos un poco la historia, todo termina con el Gran Pitufo (que siempre me recordó un poco a Chanquete pero sin acordeón) rediseñando a la Pitufina con los cánones de belleza pitufales.

No hay que ser el más listo del barrio para analizar estos cambios: en primer lugar, lo que más llama la atención es su poderosa melena rubia. Pero el Gran Pitufo, que es un auténtico crack, ha hecho otros cambios más sutiles. Ha dejado durante un rato sus experimentos científicos y se ha sentado delante de una máquina de coser y ha bordado el traje. Después le ha quitado un poco de almidón al sombrero para que sea ligeramente más flexible. Por último, mientras acortaba la nariz para dejársela un poquito más a lo Paloma San Basilio, se fue al campo y cortó dos trocitos de madera para dotar a la Pitufina de zapaticos de tacón.

Y esos son, solamente, los cambios a primera vista. No quiero ni pensar en su "mecánica interna". 

Mi teoría es la siguiente: el Gran Pitufo, lo que ha hecho es cambiar una hermosa dama por un putón verbenero. Está claro que la Pitufina morena es infinitamente más guapa, más mona, más modosita. Ya se sabe, a los hombres nos gustan las mujeres sin maquillaje (siempre y cuando no tengan demasiados granos). La segunda es superficial, no se plantea su existencia, es feliz ligando y sabiéndose guapa. Y como en el dibujo, se toca su melena constantemente.

El Gran Pitufo, en su afán por crear una Pitufina guapa, además de tacones y larga melena rubia, le ha hecho a nuestra protagonista una evidente operación de reducción de cerebro.

Lo curioso es que, de pequeño, cuando leí esta obra maestra de la literatura, pensé que Gargamel era el malo, cuando cada vez se hace más evidente que los problemas los causa el Gran Pitufo, cambiando la sensibilidad por el narcisismo personificado.

No desarrollo más el tema porque, dada su importancia, prefiero que se queden pensando en las infinitas posibilidades de esta teoría que mezcla conspiración, intriga y celos en la Aldea Pitufa.

La segunda teoría, afortunadamente, no es mía. Es de Barney, el protagonista de Como conocí a vuestra madre, y la plantea en el episodio 5 de la Séptima Temporada.

Para Barney esta teoría es un instrumento básico para conocer la edad de una mujer, pero yo creo que es aplicable a otros campos. Se trata de la línea divisoria generacional que se establece entre las personas nacidas antes y después de mayo del 73.

Se trata de Ewoks. Si te gustaron los Ewoks y no hablas mal de ellos, significa que, cuando viste la película, todavía estabas en edad de adorarlos. Eras un niño al que le hacían gracia y posiblemente te recordaban al muñeco de peluche que estaba sobre tu cama mientras estabas en el cine. O sea, has nacido después de mayo del 73.

Los nacidos antes de esa fecha, educados con las dos primeras películas de la saga y algo más mayores, pensaron que los Ewoks eran cutres y sobraban en el universo galáctico. 

Barney pregunta sobre los Ewoks a sus futuras conquistas y si ellas adoran a estos peluches repugnantes (yo soy de antes del 73), son claramente perfectas para él. Y por supuesto, si odian a los Ewoks, como mínimo tienen 37 años... demasiado mayores.

Esta teoría tiene sus lagunas, como las personas que no han visto Star Wars en cines... pero a Barney ni siquiera se le ocurre pensar que exista alguien en este planeta que tenga una edad políticamente correcta que no haya visto la saga en cines.

12 octubre, 2011

Tampoco 30 años (2º parte)

Tenía prevista hablar de Hanna, que me ha gustado bastante, o de Desk Set, con Katherine Hepburn y el Sr. Tracy, de la que me gustaría contar algunas cosas, pero ha pasado esto:


 Ya lo sé, además de criticar sus múltiples pases, la verdad es que a todos nos ha marcado la serie de marras. Verano Azul cumple tropecientos años con los protagonistas de la serie en Nerja. 

No puedo aportar nada más de lo que todos sabemos. Bueno sí, sólo una cosa: me ha pasado con muchas películas y muchas series, que independientemente de cómo aguanten los años, lo que ha cambiado radicalmente es mi punto de vista como espectador.

En Verano Azul los padres siempre fueron los malos y los chicos se pasaban el día con una pintora con voz de cazalla y con un marinero gordo, soltero y con la camisa desabrochada. ¿Y saben qué? Que yo jamás dejaría que mis hijos subieran a ese barco. Cuando era pequeño, todo eso era divertido. Seguramente, para mis hijos también sería divertido, pero en este momento soy Manuel Tejada o Manuel Gallardo: ni marinero ni pintora ni cuevitas de los huevos. ¡Vete a la piscina y no salgas del complejo de apartamentos! ¡Y si tienes problemas conmigo, ni se te ocurra ir a contárselos a un marinero sin camisa que vive en un barco sobre una huerta!

Por lo demás, lo de siempre: Pancho sobre un caballo, la bofetada de Javi, Desi en moto, los bocadillos de Piraña, Bea ya es mujer... ¿guien-al se da-cuer-a de Que-Qui?

06 octubre, 2011

25 años de nada

Acabo de ver los últimos 30 minutos del 25º Aniversario de El Fantasma de la Ópera, que no sólo son absolutamente fantásticos sino que muestran un espectáculo que, a día de hoy, sigue en plena forma. En cuanto lo vea entero, le dedico un post completo (el BluRay sale en un mes aunque seguramente lo veré antes por medios tecnológicos de dudosa procedencia).


Lo que me mosquea es que hayan pasado veinticinco años en una patada. Así, de repente. Recuerdo perfectamente el momento y el lugar en el que escuché por primera vez la canción principal del musical. Recuerdo cuando y cómo me compré el primer LP, de un sólo disco, de El Fantasma... y recuerdo como me tumbé sobre la cama a escucharlo con el libreto delante (que estaba sobre la funda de papel del disco).

Y debido al éxito de la foto de Luke Skywalker del anterior post, que habéis colgado en Facebook, copiado en vuestros blogs, subido a Menéame (con escaso interés, pero gracias al que lo hizo) y provocando que pasara de las doscientas visitas diarias a las 400 durante unos días... he decidido demostrar que 25 años es más tiempo del que parece. Y lo hago de forma canallesca, rozando el escarnio público y la actitud "telecinquera". Lo hago con dos fotos de dos grandes mitos, de mis actrices adoradas, de mis sueños pasionales juveniles: la gran Kathleen Turner y mi amada Geena Davis

En mi cabeza, la Davis está tan guapa como en El Turista Accidental (¿se han olvidado de lo buena que era esta película?), y la Turner tan espectacular como en Tras el corazón verde.

No me río de ellas mostrando estas fotos. En cierto sentido, las sigo queriendo. El tiempo pasa, mi pelo se cae y el dentista ha decidido cambiar mis dientes... todos envejecemos. Pero ellas juegan con ventaja: algún día mi hijo verá Tras el corazón verde y una nueva generación caerá rendida a los pies de la Turner.

Igual que yo me enamoré de la Hepburn ( de las dos, da igual), de la Monroe, de la Bergman o de la Kelly... el tiempo real pasa, pero en el cine, se queda.

La gran Geena Davis, tan alta, tan guapa, tan natural. Te adoro, tipa.

Catalina Turner no está en su mejor momento, pero a los que la amamos, nos da igual