30 diciembre, 2008

El hombre del año

Una de mis pasiones es la música de Danny Elfman. Le sigo desde su primer banda sonora y he crecido con sus obras. No sé si se acuerdan de aquello que nos enseñaba Lázaro Carreter sobre la obra de Valle-Inclán, eso de que sus obras "eran el reflejo de la realidad deformado por un espejo cóncavo". Pues yo creo que la música de Elfman es el reflejo deformado, esperpéntico, de la música perfectamente cerrada y armónica, de la estructura perfecta. Como los dibujos de Mingote, es gruesa, rápida, directa, entra directamente al corazón sin pasar por la razón.

Hay gente que no le gusta nada la música de Elfman y lo comprendo, porque ni siquiera yo, en muchas ocasiones, le encuentro el sentido. Sin embargo, veo películas que no me interesan sólo porque él ha trabajado en ellas. Su carrera es criticada por su gran bache creativo de los últimos años. Se dice que empezó muy fuerte, con aquellas maravillas de Bitelchús, Batman Vuelve, Eduardo Manostijeras y Pesadilla antes de Navidad, pero que después perdió parte de su magia. Aunque este es un debate interesante y del que podríamos hablar durante horas (incluso podríamos decir que su mujer es la culpable, la guapísima Bridget Fonda), yo creo que el 2008 ha sido el año de Elfman.


Si fuera crítico de bandas sonoras y tuviera que poner las famosas estrellitas (forma de puntuar que me molesta profundamente, por simplona, porque uno no se puede cargar el trabajo de una persona poniendo una puntuación sin más, sin razonar), Elfman tendría la máxima puntuación en cada uno de sus trabajos del 2008. Empezó magníficamente bien con Standard Operating Procedure, una maravilla que me dejó con la boca abierta. Y de repente, ¡zas! Wanted, Hellboy II y Milk. Cuatro bandas sonoras, cuatro obras maestras.

Yo, que soy adivino, sé que este año el Oscar a la Mejor Banda Sonora se lo va a quedar la espléndida música de Alexandre Desplat para El curioso caso de Benjamin Button. Adoro a Desplat y me parece perfecto. Pero la labor de Elfman en Milk, huyendo de su estilo habitual, sin abusar de coros y percusión a lo bestia (aunque, por supuesto, los tiene), es la gota que colma un año de perfección.

Wanted, puro estilo Elfman. Les propongo escuchar un minuto para hacerse una idea del estilo actual del compositor, ya muy, muy depurado (en este caso, parece una nana pero a lo bestia):




26 diciembre, 2008

uy... anécdotas... o el día tonto... no sé...

Por fin estoy disfrutando de algo de tiempo libre y en la edad que están mis hijos, podría contar mil conversaciones absurdas, diarias, que me hacen estallar en carcajadas:

-¿Dónde viven los murciélagos?
- Uy... en cuevas muy profundas. No te preocupes, en Canarias no hay murciélagos (!).
-¿Qué es una cueva?
-A veces, en las rocas o en la tierra, hay agujeros en los que te puedes meter. Hay cuevas que son grandes, otras pequeñas...
-¿En Canarias hay cuevas?
-¡Siiii! ¡Hay cuevas muy bonitas! Algunas se pueden visitar y vale la pena verlas. ¿Vamos el sábado a una cueva?
-No, que hay murciélagos.


Así, con el día tonto, he pensado en algunas anécdotas de cine que siempre me han gustado. Los escritores españoles que escriben sobre cine, que por regla general, son muy malos, han publicado cientos de libros contando curiosidades de rodajes y tonterías divertidas, pero esta que cuento, se la oí personalmente a Camús en la tele (por lo visto, ya la ha contado mil veces):

Muchos años después de estrenar Los Santos Inocentes, Mario Camús vio al actor Dick Bogarde en un restaurante en París y le escribió una nota de agradecimiento por el recibimiento y los premios en el Festival de Cannes. Esto se explica porque Bogarde había sido presidente del jurado cuando Los Santos Inocentes impactó de lleno en el Festival. Camús llamó a un camarero y le mandó la nota al actor junto a una buena botella de vino.

Cuando Bogarde terminó de cenar, pasó al lado de la mesa de Camús, esbozó una sonrisa de agradecimiento y le saludó con la mano. Al cabo de un rato, un camarero se acercó a la mesa de Mario Camús y le dio una nota de agradecimiento muy escueta de Bogarde. Sólo ponía: "Milana Bonita".

Esta historia siempre me ha gustado, por el juego de notas, por lo sencilla que es y por lo impactante que resulta. Para los más despistados, Milana era el nombre del pajarraco que llevaba Paco Rabal en el hombro y que él llamaba durante todo el metraje "Milana Bonita".

Humm....

Y una última cosa que descubrí el otro día y que me encantó: los actores, como todos sabemos, suelen ver la película en la que han actuado muchos, muchos meses después de finalizar el rodaje. A veces, cuando la película se estrena están en otro rodaje y que se junta a una promoción y a otro rodaje... Total, que hay actores que no han visto sus películas. Y esto, que parece increíble, es bastante habitual. Lo que no es tan habitual es lo que le pasó a Robert Redford.

En el año 2.004, en un Festival de Cine en el que le hacían un homenaje, Redford por fin se sentaba en una sala de cine para ver... El Golpe. Según comentó después, le daba un poco de vergüenza que todo el mundo le hablara sobre esta película que él no había visto.

Y ya puestos, cuando Spielberg presentó en el Festival de Venecia Parque Jurásico, un periodista, micrófono en mano, se acercó al director y viendo el éxito que había tenido en su estreno, le preguntó: "Sr. Spielberg, ¿cree usted que Parque Jurásico es su mejor película?". Spielberg le tapó el micrófono con la mano y contestó: "Está usted de broma, ¿no?".

De todas maneras, y con esto termino, porque me acelero con estas historias (y sin cervecita no son lo mismo), en Spielberg hay un filón: cuando se estrenó Tiburón, muchos analistas vieron en la película (y además, todo el tema del alcalde de Amity se presta a ello) un paralelismo con el tema de la Caza de Brujas. El caso es que fueron a entrevistar a Spielberg interesados por todo el componente político de la historia y dejaron al joven director de cine con los ojos como platos: "Perdonen, no hay nada de eso en mi película. Por si no lo saben, el film va sobre un tiburón que se come a la gente".

23 diciembre, 2008

La felicitación de Alfonso

En Madrid conocí a un buen amigo. Todavía, aunque la distancia inevitablemente es el olvido, nos escribimos de vez en cuando. Con él fui muchas, muchas veces al cine y en mi casa grabamos en vídeo una especie de secuela de La Guerra de las galaxias y El Padrino que nunca, nunca, nunca, verá la luz. Bendita juventud.

Ahora, con el tiempo, Alfonso es un respetado fotógrafo, con sus exposiciones, sus publicaciones y sus cosas, pero... ¿he dicho respetado? No. Él sigue igual que antes, lo que por otra parte, echo tanto de menos. He recibido su felicitación de Navidad y daría lo que fuera por estar en Madrid para darle un abrazo. Y de paso, hacer unas buenas risas.

Cuando me preguntan si hecho de menos algo de Madrid, en realidad, no pienso en el cine ni en Malasaña, ni siquiera en la vida de estudiante. Los echo de menos a ellos,a mis amiguetes.

Feliz Navidad a todos

Y esta es la felicitación que he recibido:



22 diciembre, 2008

Mi regalo de Navidad: Emilio Ruiz del Río

Después de casi un año esperando, este fin de semana pude ver El último truco: un documental sobre uno de los genios del cine español, Emilio Ruiz del Río.

Es un documental sobre efectos especiales, sobre magia, pero sobre todo, habla de la esencia del cine. Es mágico, entretenido, maravilloso y, posiblemente, de lo mejorcito que he visto este año que se nos va.

Desafortunadamente, Emilio murió hace pocos meses. Yo tuve la inmensa y gloriosa oportunidad de hablar con él en un par de ocasiones (aunque nunca comprendí, hasta que vi este documental, lo bueno que era), ya que era amigo de Juan Mariné, mi jefe durante tres años en Filmoteca Española. De hecho, Mariné sale bastante en el documental, sobre todo en la escena de la comida con Juan Piquer (director de SupersonicMan). Yo, que conozco a Mariné como si lo hubiera parido (posiblemente la persona ajena a mi familia con la que más he discutido en mi vida), disfruto fijándome en los pequeños detalles, viendo como mira la comida (le encanta comer, como buen catalán) y como se fija en los labios cuando alguien habla (son muchos años sin Sonotone y aunque ahora tenga el aparatico en la oreja, los vicios quedan latentes).

Y la obra de Emilio Ruiz, que engaña a la cámara y engaña, incluso, a la cámara del documental, queda perfectamente reflejada en este documental, que es una puñetera obra maestra. Gracias a la página DocumentaleSatonline, te lo doy en bandeja en este enlace.

PD: Creo que no es necesario explicar como se baja de Megaupload pero, por si acaso, pones las tres letritas que te piden, esperas 45 segundos y le das a Free Download... y después, con un paquete de palomitas, lo disfrutas en casa.

16 diciembre, 2008

Uno no se da cuenta y aparece Zeltia Montes (el post en el que me llamo tolete tres veces)

Antes que nada, decir que esta foto la he robado descaradamente de una web que no conocía y que se llama Los duelistas. Si robo fotos a las grandes corporaciones me da igual, pero a los pequeñitos prefiero acreditarlos.

Preludio batallita: la asistencia a Úbeda que tantos post me da y que tanto disfruto es extraña. Durante cuatro días oyes mil conferencias, comes mucho jamón y bebes mucho (en mi caso, café con leche). Se habla de mucha banda sonora, de muchas películas y se conoce a mucha gente realmente estupenda. Lo curioso del caso es que los sentimientos en esos días son raros, porque se mezcla un verdadero interés (casi diría un interés cultural) por lo que está pasando en la música de cine hasta el punto de buscar en cada conferencia una frase que te abra los ojos para comprender un trabajo tan enormemente complicado y tan desconocido para el público (una cosa es que te guste la música de cine y otra que comprendas el mecanismo, cómo funciona, donde insertarla...) y por otro lado, aparece la faceta más friki de cada uno: estrechar la mano de tus compositores favoritos, que te firmen CDs, sacarte fotos con ellos...

Y como pasa tantas veces en la vida, con tanta estrella sobre el escenario, uno no se da cuenta de que en la butaca de al lado, entre el público, hay personas con verdadero talento. Y a mi me pasó con Zeltia Montes. Amiga de unos amigos, terminamos tomando copas y riéndonos de la cantidad de cosas frikis que hacíamos todos los asistentes (porque la experiencia me dice que, aunque no seas friki, en Ubeda te conviertes en uno en menos que canta un gallo).

El grupo que conocí este año estaba compuesto por jóvenes músicos que además de las conferencias, tenían unas clases magistrales con los compositores. Era un grupo de gente magnífica, que a diferencia de gente de mi calaña, no conocen las diferentes ediciones discográficas, ni la vida de los compositores, ni por qué se casaron por segunda vez con la misma mujer. Ellos saben con quien orquestan, con qué programa de ordenador trabajan y, posiblemente, el número de corcheas que cabe en un compás.

Y yo, que soy muy tolete, desconfío de los jóvenes músicos que quieren trabajar para el cine. Oigo piezas nuevas y no veo originalidad. Veo buenos copiadores, veo jóvenes que orquestan piezas maravillosas con parecidos asombrosos a Elfman, Zimmer, Morricone y, sobre todo, muchos, muchos, muchos son emuladores de John Williams.

Y repito por segunda vez, soy un tolete, porque meto a todos en el saco. A veces, descubro mi cara de póker cuando uno de estos músicos muestra su música y casi puedo adelantarme a su pieza (puedo decir donde entran las tubas de Williams, los coros angelicales de Elfman o los ritmos de Zimmer). ¡Ojo! Algunas personas de las que pienso así, este año tienen banda sonora en la gran pantalla. ¡Cómo me enrollo!

Y ahí aparece Zeltia. En Úbeda ganó un premio de esos a jóvenes compositores por su trabajo en una peli gallega llamada Pradolongo. Y además de ser una gran tipa con mil cosas que contar (vive en Los Ángeles, por lo que te puede contar, incluso, cómo son las famosas fiestas en casa de un productor, aunque a decir verdad, me da la sensación de que sueña con volver a España), y con la sorprendente capacidad de no poder mantener los ojos abiertos cuando salta el flash de la cámara, es una compositora con futuro.

Hace pocos días pude ver Pradolongo gracias a un amiguete. Y la mandíbula se me desencajó, porque Zeltia hace un trabajo bellísimo, de melodía sencilla y preciosista y de concepto complejo y currado. No alardea de grandes orquestaciones, ni trata de mostrar toda su capacidad como músico, sino que está fiel al servicio de la imagen, acompañando, subrayando, adelantando en algunos casos... Y yo, que me autodenomino tolete por tercera vez en este post, no consigo comprender cómo puede ser que tenga fotos con todos los compositores que asistieron a Úbeda y no tenga una instantánea con Zeltia, que tiene un brillante futuro por delante. Porque al contrario que la mayoría de los jóvenes músicos que oígo, no sólo está preparada sino que tiene talento (llámalo personalidad, si quieres).

PD: Hace dos días, en Internet se publicaron las diferentes categorías y candidatos posibles a los Goya. Esto es, prácticamente todos los artistas que han hecho algo decente. Vi el nombre de Zeltia Montes y me emocioné. Realmente, Zeltia, estaría bien que te nominaran.

Estos cortes me los ha dejado ella para ponerlos por aquí, aunque la banda sonora, finalmente, salió al mercado hace tres o cuatro días.

Créditos iniciales y Pena Trevinca:


Y, finalmente, el trailer de Pradolongo:

14 diciembre, 2008

Adios, Sr. Johnson

Siempre me ha gustado el cine. Y aunque nací en el 71, recuerdo ir al estreno de Superman en el cine Capitol en el año 78. Pero antes de eso, recuerdo muchas películas más, e incluso mi hermana Inma me llevó a ver Tiburón en el cine Bahía en el 76 o 77 (debía ser un reestreno, una de esas cosas que ya no existen) aunque se preocupó muchísimo de taparme los ojos cada vez que aparecía la bestia.

También recuerdo empezar a ver El planeta de los simios en Sábado Cine y mi madre, cuando se percató de que no era una película para niños, me mandó a la cama. Y desde el fondo del pasillo, pude ver el resto de la película, escondido y acojonado al mismo tiempo. Al final, cuando Heston descubre la estatua en la playa, no pude creerme lo que estaba viendo.

Y por supuesto, recuerdo la sala Mercé en Arenys de Mar, mi propio Cinema Paradiso. Cada verano podía tragarme seis películas semanales diferentes. Dos los lunes, miércoles, viernes y domingo, otras dos los martes, jueves y sábado y otras dos, más especiales, los sábados por la noche. Y como cualquier cine de pueblo, las películas se mezclaban de forma rara: clásicos del cine con copias en mal estado, infantiles, musicales, algo actual e incluso alguna vez, la película era sustituida por la actuación de un mago o un fakir.


Yo iba practicamente todos los días, entre otras cosas porque no pagaba un duro, con un "muy buenas" entraba en la sala. Y repetía películas sin complejos. Y de ahí salen mis recuerdos de Mary Poppins y todas aquellas películas de Disney de Un candidato muy peludo, Mi amigo el Fantasma y Te veo y no te veo. Pero también salen de allí clásicos del cine de los años 50, algunas pelis de Brian de Palma, mucho cine de terror y, aunque parezca inaudito, alguna peli del cantante country Kenny Rodgers.

Y ahí me enamoré perdidamente de una de mis películas favoritas, que pude ver más de 20 veces en los cuatro o cinco años que veraneé en Arenys: A 23 pasos de Baker Street. Era de misterio, con un escritor ciego de teatro que oía en una cafetería una trama rocambolesca y que los malos malosos le perseguían. Como en la peli de Audrey Hepburn, al final hacía de la ceguera su aliado para salvar su vida. Eso y que, como era un escritor de obras de misterio, sabía verlas venir.

Nunca he querido volver a ver esta película porque cabe la posibilidad de que no sea tan buena. En mi cabeza es gloriosa, en Technicolor y en formato muy amplio (en CinemaScope). Leo en IMDB que es buena y la firma Henry Hathaway, uno de mis directores favoritos. Pero no la veré, porque es algo que pertenece al Sergio de mi infancia y no pienso destrozarle sus recuerdos por una tontería. A 23 paso de Baker Street es mi película, no mi favorita, ni la mejor, simplemente es la mía porque me ha acompañado durante años. Y cuando volvía a Arenys y veía en los avances que la iban a poner, me ponía más contento que unas castañuelas.

Y se ha muerto Van Johnson hace tres o cuatro días. El amigo Van. El tipo simpático que normalmente era el amiguete del protagonista. El tipo amable y gracioso. El ciego de Baker Street. El tipo atrapado en la pantalla en La Rosa Púrpura del Cairo. El amiguete que acompañaba a Gene Kelly en Brigadoon... Van Johnson, el que fuera Flautisma de Hamelin.

Algunos sienten la pérdida de los grandes actores, de las superestrellas, pero con la pérdida de Van Johnson, siento que he perdido un compañero de andadura. Un tipo grande. Un amiguete.

Y en Youtube me he encontrado con los primeros diez minutos. de Baker Street. Creo que si ven algo de los créditos, se pueden hacer una idea de la magia que desprende la peli. Si es buena o mala, ya lo tienen que juzgar ustedes porque yo me guiaré por mis recuerdos: sí, es buenísima.

13 diciembre, 2008

Las promos de House

Con la llegada de Cuatro y La Sexta, parece que hay una generación nueva que hace una televisión un poquito menos rancia que la que teníamos. En las televisiones locales, pequeñitas, en las que he trabajado, hacer un buen anuncio de cadena o una promo, era un tema bastante libre en el que un editor, un cámara y algún colgao que pasaba por la sala de montaje se metían de lleno, fundamentalmente, para hacer unas risas.

Ahora, las televisiones serias llevan un tiempo poniendo en marcha una serie de anuncios promocionales que me hacen bastante gracia. Y con los de la nueva temporada de House (sólo he localizado tres, no sé si hay más), me han tocado la fibra sensible. Sencillamente, los adoro.

¿Adivinas las referencias?



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11 diciembre, 2008

Escondidos en Brujas

Salvando las diferencias, he vivido esta película como si fuera un niño. No sabía nada de ella, pero la combinación de actores es magnífica y el compositor de la banda sonora, Carter Burwell, de vez en cuando, se desmarca de sus rutinas y hace pequeñas obras maestras.

Y me ha encantado. Me he reído y he disfrutado con estos dos personajes (en la foto), asesinos, que después de un trabajo salen disparados a esconderse en Brujas. Uno disfruta de la ciudad como un enano y el otro se siente encerrado. Y les ocurren cosas y el espectador se conmociona. Y se enamora de Brujas, tanto de la película como de la ciudad.

No tengo mucho más que decir, creo que es deliciosa. Eso sí, mención especial para la banda sonora de Burwell, que como había intuido, al igual que la preciosa melodía de Sangre Fácil, se desmarca con uno de los tema principales más sugerentes de este año. Imaginaros este pequeño corte con algunas imágenes de Brujas y... ¡nominación al Oscar ya!

Ya que es una pieza de menos de dos minutos, no me seas vago...


10 diciembre, 2008

Todos tenemos un pasado

Me hace gracia que algunos de los mejores compositores actuales han sido cantantes pop, o incluso cantautores. Hace dos días vi Superagente 86, con música de Trevor Rabin, que además de ser uno de los compositores más conocidos de cine actual, fue guitarrista del grupo Yes.

Pongo dos vídeos de dos de mis compositores favoritos, que seguramente están orgullosos de su pasado, pero que a mi me entra la risa floja. El primero, dedicado a Elphaba, el gran Claude-Michel Schönberg, compositor de Les Miserables, Miss Saigon, Martin Guerre y mi amada La Reina Pirata, cantando en la tele en sus años mozos (de especial interés es su mata de pelo, ya que ahora, como se puede ver en la foto, es calvito):



Y en este vídeo, el gran compositor Pino Donaggio, creador de bandas sonoras acojonantes (léase Doble Cuerpo, Carrie, Vestida para matar, Aullidos y un largo etcétera), tuvo bastante éxito en Italia y España con sus canciones melódicas (yo recuerdo oirlo en el coche de mi padre en un "cartucho de grandes éxitos").


ACTUALIZACIÓN: Gracias a Candela por recordar el video clip de Ricky Gervais. Este es:




Por otra parte, para los que quieran disfrutar de 10 minutos de pura magia del cine, con una planificación de Escuela, sin diálogos y con una espléndida banda sonora (el mejor ejemplo de la magnífica labor de Donaggio en el cine), sólo tiene que ver la secuencia del museo de Vestida para matar: aquí.

09 diciembre, 2008

¿Es Deckard un replicante?

Hace pocos días y aprovechando la apertura de otro Media Markt en Las Palmas, compré el famoso cofre de Blade Runner con cinco DVDs a un precio irrisorio. Este pack incluye las diferentes versiones de la peli: la copia de trabajo que se proyectó para hacer el estudio de mercado (un poquito más violenta que la peli que conocemos hoy), la que se estrenó en el 82 (con voz en off), la aprobada por el director en los 90 y el Final Cut actual corrigiendo algunos errores (como los famosos planos de Zhora atravesando la cristalera en donde claramente se ve un doble que nada tiene que ver con Joanna Cassidy). Los cambios apenas se notan y la película mantiene la magia en todas sus versiones.

Lo que he visto estos días son la versión que se estrenó en el 82, la de la voz en off, y el Final Cut actual. Las dos son magníficas y Blade Runner es una película absolutamente fantástica por la que no pasa el tiempo. También he visto decenas de documentales contenidos en el cofre, aunque me quedo con el largo y pormenorizado Dangerous Days, una magnífica visión de cómo se puede hacer un clásico cuando en el plató son todo problemas.

Y ya centrado en el meollo, hay una teoría que dice que una vez el artista ha terminado su obra, esta nos pertenece. Quiero decir, una cosa es lo que quiere decir el pintor, el músico, el dibujante o quien sea, y otra cosa, que puede ser radicalmente diferente, es lo que entendemos los que consumimos esa obra.

Ridley Scott explica que todo apunta a que Deckard es un replicante, que las pruebas las ha puesto ahí y además, textualmente dice “hay que ser idiota para no verlas”. Harrison Ford, poco amigo de Scott, cree que durante toda la película, el agente Deckard es un ser humano y así se lo planteó él a la hora de crearlo.

A pesar de todas las versiones de Blade Runner existentes, en realidad, sólo hay dos que sean radicalmente diferentes (lo demás, son planitos y correcciones), y son la del 82, con voz en off, sin plano del unicornio y con final feliz y el Final Cut con... justo lo contrario.

Y por eso, en la primera Deckard es humano y en la segunda es replicante. La diferencia la establece la propia lectura de las imágenes. No puedo acusar a Deckard de ser un replicante por el simple hecho de acumular fotos (los replicantes tienen el defecto de acumular recuerdos sin ton ni son) y de que un plano parece que le brillan los ojos... pero sí le puedo acusar de replicante por soñar con un unicornio (un sueño que otras personas conocen y por tanto, parece estar implantado).

Y aún así, cuando lo tengo todo claro, sale en el documental el Sr. Frank Darabont, al que tengo en bastante estima y que es un fanático de Blade Runner y suelta “no, no es un replicante”. Su argumento es el siguiente: el unicornio con el que sueña Deckard es un animal mitológico que representa a Rachel, algo que realmente no existe, y el origami final significa “no sé en que estás pensando, no es humana pero te quiere y tú la quieres, vete con ella”.

Entre el equipo de la película y entre los dos guionistas, existe esa lucha y dos bandos claramente diferenciados sobre si Harrison Ford es un replicante.

Ayy... pero cómo me gustan las dos versiones: la de la voz en off me parece magnífica, por que sus explicaciones tienen carisma y porque en realidad, me gusta la idea de un hombre que adquiere sus rasgos más humanos al conocer a unos replicantes que han adquirido emociones y que, en muchos casos, son bastante más humanos que nosotros (¿tenemos derecho a matar a seres con sentimientos y conocimientos, aunque sean máquinas? En la película, los Blade Runner han desechado la palabra “matar” por la más correcta, según ellos, “retirar”). En este caso, la evolución de Ford, sobre todo en la escena final de la muerte de Rutger Hauer y las “lagrimas en la lluvia” es espeluznante.

En la versión Final de Ridley Scott, a mitad de película se puede intuir que Deckard es un replicante, por lo que el visionado cambia radicalmente y adquiere una nueva dimensión. De cualquier manera, me encantan las dos versiones. Adoro Blade Runner y sus infinitas capas de su lectura.


LA CREMA EN EL CAFÉ:


De todas las secuencias de la peli que podría poner, he encontrado esta en estado lamentable y con el sonido sin sincronía con la imagen. Pero la he escogido por un motivo. En el documental Dangerous Days se habla de la magnífica labor de fotografía de la peli, que es espectacular. Una vez que se preparó este set que vemos, que es la repera, y una vez se terminó de iluminar (labor en la que tardaron días), el director de fotografía se levantó y puso una barrita negra estratégicamente colocada, miró a su ayudante, le guiñó un ojo y le dijo: "la crema en el café". Esa pequeña barrita negra es la sombra que pasa por la cara de Rachel justo antes de acercarse a primer plano (en el segundo 21). No sólo me encanta el detalle (detalles así convierten buenas películas en obras maestras, sino que me encanta la explicación: la crema en el café).





05 diciembre, 2008

LOS CRONOCRÍMENES


Es vergonzoso que Los Cronocrímenes no se haya estrenado de forma decente en España. Cuando en EE.UU. ha sido un éxito en decenas de festivales, cuando se anuncia su remake americano, cuando en Apple Trailers lo anuncian como una de las películas extranjeras de moda, Los Cronocrímenes sigue siendo una película desconocida en España. Su director, Nacho Vigalondo, con un corto nominado a los Oscars, es el típico personaje que sabe vender su personalidad, su blog, sus foros y, desde luego, sus entrevistas en televisión. Pero en esta peli, en la que llama la atención la cantidad de productoras que han participado (más de 10 en los créditos principales), algo no ha funcionado.

Y no lo comprendo, porque es una película magnífica. Con sus problemas. Pero magnífica.

En primer lugar, cualquier película con viajes temporales me apasiona. Creo que debería ser un género en sí mismo, y cuando en los manuales de cine se dice que el género típico del séptimo arte es el Western (por su difícil adaptación teatral) en realidad, creo que deberían hablar de películas de viajes en el tiempo. Desde Regreso al Futuro (Doc Brown se desesperaría con Los Cronocrímenes por su cantidad de paradojas temporales) hasta El tiempo en sus manos, pasando por el primer Terminator, siempre salgo pensando en la coherencia del relato. O en su incoherencia.

En Los Cronocrímenes todo parece encajar, aunque hay un par de cosas con las que tengo alguna duda. Pero no lastran en ningún momento un relato trepidante, con sólo tres o cuatro actores con presencia y que supone la película más arriesgada que he visto para ser una primera propuesta de un director español. Incluso más que Acción Mutante, de Alex de la Iglesia (que de por sí, también era una primera propuesta muy extraña).

Y en esa apuesta, Vigalondo gana. Gana por la estructura de guión, gana por su espléndida dirección de actores (aunque Karra Elejalde ha demostrado en varias ocasiones que es uno de los mejores actores que hay en España), gana por la forma de contar las cosas y, sobre todo, gana porque es muy fiel al punto de vista del relato.

Explico esto último, aunque es complicado sin ver la película. Cuando un personaje hace una cosa y ese acto se vuelve a repetir al hacer un viaje temporal (o sea, lo vemos más tarde en la película, pero es el mismo tiempo anterior), para el espectador sería de gran ayuda ver los resultados de ese cambio. Pero Vigalondo, en una elección magnífica de director de cine en sus cabales, no se separa del punto de vista de cada uno de los personajes. De forma que cuando un personaje mira a otro (imaginemos un plano contra plano de dos personajes) sólo lo vemos desde la perspectiva de uno de ellos. En cuanto se cuente la historia del otro personaje, lo veremos sólo desde su punto de vista. Parece una elección sencilla, pero prácticamente nunca se hace, sobre todo porque narrar algo así es mucho, mucho más complicado.

Quiero decir con esto, la apuesta de Vigalondo es seria y firme. No es fácil. Y se agradece.

Por otro lado, algunos elementos son difíciles de digerir: no comprendo por qué diablos Vigalondo tiene que hacer uno de los papeles principales. Tiene a magníficos actores alrededor, y él, con todos mis respetos, es mejor director que actor. Me cae bien y no me molesta, pero le resta verosimilitud a su relato.

La música, que está realmente bien, tiene momentos en los que está insertada de forma muy cutre. Creo que no tiene nada que ver con la labor del músico, sino más bien con el montaje. Me sorprende ver una secuencia en la que la música, de repente, se va desvaneciendo (como las canciones de antes, que iban bajando de volumen) y sobre la marcha comienza otra pieza radicalmente diferente. Hoy en día, todos los compositores, adecuan la música a los cortes de la imagen, por lo que intuyo que fue una decisión de última hora en la mesa de montaje.

Nada de esto, sin embargo, perjudica a una película que vale la pena ver, barata en su planteamiento, barata en su número de actores y carísima en su propuesta.

Y antes de ver el trailer de Los Cronocrímenes, me gustaría que vieran una lección magistral de cine, un antiguo sketch de Vigalondo que, realmente, es una verdadera lección de cine:



Y ahora sí, el trailer de Los Cronocrímenes, pero en su versión inglesa, que parece molar más...


03 diciembre, 2008

La Proposición 8 y Marc Shaiman

Corto y pego de la Wikipedia: "La Proposición 8 fue un referéndum en las elecciones estatales de California que eliminó el derecho de las parejas del mismo sexo a contraer matrimonio. La aprobación de la proposición modificó la Constitución de California, eliminando "el derecho de las parejas del mismo sexo a contraer matrimonio". Adicionalmente, se añadió una sección en la constitución declarando que "sólo el matrimonio entre un hombre y una mujer es válido o reconocido en California."

Y esto, por supuesto, por no hablar de las parejas del mismo sexo que ya se han casado y que les deja en una especie de limbo legal.

Pues de manos del gran Sergio Hardasmal, el mayor fan de Marc Shaiman que hay en España y, posiblemente, en el planeta, ha mandado a la lista de correo de BsoSpirit un enlace fantástico de un número musical escrito por el compositor de Hairspray como crítica a la Proposición 8.

Como siempre con estas cosas, Shaiman ya se ha ganado el odio de muchos (y por supuesto, el amor de otros). Pero me quedo con tres cosas: uno: el humor del compositor para hacer estos vídeos (ya colgué un vídeo suyo con anterioridad que era divertidísimo, en el que hasta se metía con Horner), dos: el número musical es espléndido y la aparición de Jack Black, memorable, y tres: la Proposición 8 es una muestra más de que en España estamos mucho, mucho, mucho más civilizados que en "otros lugares del planeta".

See more Jack Black videos at Funny or Die

02 diciembre, 2008

Scarface, de Howard Hawks

No recordaba ni un solo fotograma y, realmente, ya era hora de volver a ver Scarface, una de las grandes películas de la historia del cine. Vista ahora tiene algo de teatral y, sin embargo, es visceralmente dura. Al principio, un letrerito denuncia la situación de la ley seca y el poder del hampa, porque la gracia de la película es que está practicamente realizada en el momento en que EE.UU. está viviendo la proliferación de gansters por doquier.

El letrerito con que comienza la película es una especie de "ya está bien, tenemos que poner las cosas en orden y que el gobierno se ponga las pilas". Las leyendas de Hollywood, incluso, cuentan que algunos actores (léase George Raft) tenía tantos amigos mafiosos que su papel es lo más parecido a un mafioso de verdad que se puede ver en una película.

El uso del sonido es pobre, como corresponde a su año de realización (1.932). Sin embargo, las imágenes son muy duras y los actores están francamente bien. La supuesta insinuación de Scarface a su hermana es poco sutil, muy violenta. Y la aparición de metralletas, con gran sorpresa por parte de los personajes (que piensan que con ellas pueden ser invencibles), coincide con el tiempo real de su aparición en sociedad.

Me han sorprendido mucho las semejanzas con el Scarface (El precio del poder) de Brian de Palma. No sólo en el final apoteósico, sino en las relaciones familiares y los celos de Scarface por los amantes de su hermana y en el eslogan que aplica a su vida: "The world is yours" (El mundo es tuyo).

Y si bien, las pelis de De Palma suelen ser bastante arriesgadas, en este caso, y sin aplicar el contexto histórico (algo en plan "para ser de ese año, esta peli es...") el Scarface de Hawks es bastante más duro. Posiblemente porque los personajes están muy, muy bien dibujados y enseguida comprendes sus motivaciones y sus errores, o porque la peli de De Palma está lastrada por esa horrorosa banda sonora de Giorgio Moroder que tanto daño hace a su peli.

La sorpresa la encuentro en el DVD (uno de esos baratos a dos o tres euros pero con una copia asombrosamente buena): un final alternativo. Aquí debo hacer un spoiler (atención spoilers) para los pocos que no hayan visto ninguna versión de la peli, Scarface muere acribillado por un montón de policías que disparan como posesos contra el mafioso.

En la versión de De Palma, Al Pacino está tan absolutamente lleno de coca, que llega a parecer un superhombre al que las balas le rebotan. En la versión de Hawks, cuando lo van a detener, Paul Muni (en el papel de su vida) escapa de los brazos de la policía y sale a la calle, en donde le acribillan bajo el neón de "The World is yours".

En el final alternativo, suavizan un poco la despedida con su hermana y cuando sale a la calle, no escapa de los policías que le van a detener, sino que lo llevan a juicio y finalmente, a la horca. Es un final raro, sin ritmo, porque no se ve a Paul Muni en ningún momento, simplemente se ve un juez mirando a cámara y leyendo una dogmática sentencia y después, un tipo encapuchado que sube a la horca y muere.

Me llamó tanto la atención, sobretodo porque es muy, muy malo, que he estado investigando un poco el tema. Y la historia es la siguiente: la censura vio tan lamentable la forma casi sexual en la que Scarface se despide de su hermana y su forma violenta de morir (no sólo la violencia, sino que un ser tan cruel no podía morir así, sin más, sino que debía pagar ante la justicia) que Hawks tuvo que rodar una versión más suavizada en donde lo ahorcaban (y por supuesto, ya sin la presencia de Muni, embarcado en otra peli). A Hawks le horrorizaba este final, pero lo presentó al Comité de Censores y le dijeron que no bastaba, que había que cambiar más cosas.

El cabreo del director fue tal que decidió estrenar su versión, la original sin los cambios, y aceptar que la película no se estrenara para todos los públicos sino con una nota de "No aprobada por el Comité de Censura".

La película es tan crítica con la situación de aquellos años, que la subtitularon "The shame of a nation" ("Scarface, la vergüenza de una nación"), aunque como siempre, en España somos más románticos y sabemos más sobre "cómo vender una película" que los americanos y le pusimos "Scarface, el terror del hampa".


A falta de buenos clips en versión original (y de una duración prudente) les recuerdo la horrorosa banda sonora de Moroder para Scarface. Este hombre debería de dejar de hacer cine porque su música, con cierta gracia en CD, no encaja con las imágenes en ninguna película. ¡Y tiene un Oscar por El expreso de Medianoche! Herrmann debe retorcerse en su tumba.