28 diciembre, 2007

Sweeney Todd se acerca y Dios habla

Estoy como un niño, no dejo de pensar en el estreno de Sweeney Todd, mi musical favorito en el cine de la mano de Tim Burton... ups...

El caso es que por esos mundos salvajes de la red, me he encontrado la banda sonora. No puedo parar de escucharla. La primera audición para descubrir, con tristeza, las canciones que han sido eliminadas en su traslado cinematográfico. La segunda para descubrir las nuevas orquestaciones y nuevos apuntes musicales. Las demás escuchas, para disfrutar como un enano.

Siempre lo digo, Sweeney Todd es difícil. La primera vez que escuché la obra no me dijo demasiado, pero Stephen Sondheim trabaja a tantos niveles que entra dentro de tu cabeza como una navaja de afeitar (eso, eso). La segunda vez me pareció bastante más interesante, la tercera... la cuarta... una puñetera obra maestra.

Uno de las cambios más significativos de la película es la eliminación de La Balada de Sweeney Todd, la canción que da unidad a la obra y que los personajes van cantando constantemente. Pero claro, es una canción que en el primer minuto del musical te desvela prácticamente toda la historia: en el teatro prima saber "cómo" llega a esa situación narrada y en el cine, como casi siempre, prima el misterio de saber "qué va a pasar". Es una pena su eliminación pero, en este caso, comprensible.

La melodía de esa magnífica balada, sin embargo, resuena en los títulos de crédito que, como siempre con Burton, son fantásticos. La orquestación es muy potente y ya se dan datos importantes: silla de peluquero, sangre, empanadas y Londres. Vale la pena verlos (de forma legal, los ha puesto la misma productora en la red):



También me he encontrado con que el compositor Stephen Sondheim no ha vendido los derechos para la peli, sino que está involucrado de lleno, ofreciendo incluso entrevistas promocionales. Me gusta oírle hablar, me gusta su música y me parece delicioso que el genio musical del sg. XX siga activo. Ver esta entrevista es, para mi, algo parecido a ver a Dios hablar.


27 diciembre, 2007

Una sobre el mismo mar

En Canarias, en fechas navideñas, siempre llega a la tele Una sobre el mismo mar. Una canción que cada año tiene su versión y que siempre, siempre, pone la piel de gallina. La letra supone un recorrido por todas las islas, una por una, cantando sus excelencias... pero el mensaje es que, en realidad, nuestras siete islas son sólo una sobre el mismo mar. Para los que no conozcan esta magnífica composición de Benito Cabrera, vale la pena escucharla con atención, al menos, una vez en la vida. Pero... ¡aviso! si eres de Canarias y no estás en casa, te aseguro que te hará llorar (lo digo por mi hermana, afincada en Madrid y que, estos días, no está para rollos).



PD: He escogido esta versión porque, en su momento, me gustó bastante... en youtube, hay mil versiones más...

26 diciembre, 2007

La canción desaparecida de Regreso Al Futuro

Vía BsoSpirit me envían este enlace como "la canción desaparecida de Regreso Al Futuro". Esto es friki... pero mucho, mucho. O este tío se aburre o es un genio, todavía no lo sé. Si quieren más música de cine cantadas por él, sólo tienen que ver su cuenta de Youtube.



PD: Y ya, de paso, les pongo las tomas falsas de Spiderman 3.


23 diciembre, 2007

La clarividencia de Bruce Willis

Aprovecho estos días de descanso para darme unos buenos lotes de cine. Ayer pude ver Pulp Fiction, que aguanta el paso del tiempo de forma estupenda y sigue siendo un clásico de la narrativa cinematográfica moderna. Lo que me entusiasma de Tarantino, como me entusiasma en Kevin Smith o incluso en David Mamet, es esa capacidad de realizar diálogos hiperrealistas con los que me siento absolutamente identificado como espectador. Parecen sencillos y son pura música.

No quiero extenderme en Pulp Fiction, pero debo decir que pocas escenas me han causado tanto impacto en un cine como la espera de Travolta y Samuel L. Jackson en la puerta de una habitación en la que van a realizar una matanza. No entran sobre la marcha porque han llegado tres minutos antes de tiempo. Se apartan, siguen hablando un rato de tonterías y a los tres minutos, entran a cepillarse a todo Dios. Tremendo guión.

El caso es que han editado la película realmente bien: buen formato, buena imagen, sonido impecable y... un disco extra de extras. Además, extras muy buenos, entre otras cosas: entrevista de una hora a Tarantino (rozando la genialidad) y un making of de los buenos (la cámara de vídeo en el rodaje y sin declaraciones del tipo "que bueno es el director y me encanta estar aquí")...

En un momento dado del documental, Bruce Willis, que no es la típica estrella que me hace comprar entradas (aunque siento verdadera pasión por El protegido y me gusta bastante La Jungla de Cristal) entabla una conversación con Tarantino (que está grabando en vídeo). De repente, el actor me deja con la boca abierta cuando le dice al director y, por tanto, mirando a cámara: "Esto que tienes en la mano... esta cámara... dentro de pocos años, saldrán unos estudiantes que harán una película por cuatro duros, con mala iluminación, sin estrellas pero con un buen guión. Se harán de oro".

Seis años más tarde, en 1.999, se estrenó El proyecto de la bruja de Blair.

PD: Por si fuera poco, en los extras podemos ver una entrevista a QuentinTarantino bastante antigua que le hace Michael Moore. Por esa época, Moore ya tenía un programa de televisión (en cine solo había hecho Roger & Me). En mitad de la entrevista, se acerca por detrás Samuel L. Jackson y Moore bromea con el actor sobre el hecho de que su nominación no se haya traducido en Oscar. Jackson le responde algo así como "la persona que algún día ganará el Oscar eres tú, con esos documentales que haces".

Bowling for Columbine, 2002. Oscar al mejor documental.

Ups... por un momento, no sabía si estaba viendo los extras de Pulp Fiction o un especial de Jimenez del Oso.

20 diciembre, 2007

La historia más grande jamás contada

Mi sobrina Alasse, que es muy inteligente y muy friki, dice en su blog que no le gustan los post personales que alimentan el ego del bloguero.

Yo tengo algo personal que contar:

Mi hija mayor tiene cuatro años y medio y habla por los codos. Desde que se despierta, con los ojos recién abiertos, empieza a abrir la boca y no para, no para, no para. Normalmente me hace gracia y no me importa que siempre tenga algo que contar (aunque empiezo a notar que cada día desconecto un ratito mientras asiento con la cabeza).

Pero no estaba preparado en absoluto para la batalla de preguntas sobre Papá Noel y los Reyes Magos. Hace un mes, aproximadamente, debería haberme sentado con mi mujer y organizar una historia mínimamente coherente. Ahora, la historia se nos ha ido de las manos y parece un culebrón de los malos.

Todo empezó con su preocupación por la chimenea ya que nosotros no tenemos de esas cosas. Literalmente me preguntó si se quedaría en el tejado buscando un hueco inexistente por donde entrar. Le dije que no se preocupara, que le dejaríamos una ventana abierta y algo de comida, que aunque tenga mucha prisa para ir por todas las casas del mundo, algo comería.

Eso no le bastó.

Y empecé a contarle algo ininteligible que espero que el año que viene olvide, porque ni siquiera podría contarlo ahora: que visita las jugueterías escogiendo los regalos adecuados, que tiene una llave mágica, que en realidad si se cambia de ropa pero todos sus trajes son iguales... bueno, un auténtico caos de historia.

Y de repente, me preguntó por Rudolph, y yo, que ya me estaba imaginando a Papá Noel viniendo acompañado de un bailarín, recordé el reno del hocico rojo (gracias Gomaespuma). Me dijo que teníamos que dejar algo de comida para los renos, sobre todo para Rudolph...

-Con un poco de hierba bastará...dije yo.
-Mejor les dejamos aparcar en el jardín y que se tomen toda la hierba que quieran- dijo ella.

Y hoy me ha hecho imprimir en el ordenador un cartel que dice: "Papá Noel, puedes aparcar los renos en el jardín".

Yo notaba que la cosa se iba liando. Pero no me di cuenta de lo lejos que estábamos llegando hasta que me metí en la ducha y oí la siguiente conversación entre mi hija y mi mujer (que al no ser española, solo llamar Papa Noel a Santa Claus ya le cuesta y no está muy puesta en tradiciones navideñas. El año pasado se enfadó porque el 5 de enero puse "unos zapatos sueltos por el salón"):

Hija: ¿Y Papá Noel que regalo me va a traer?
Madre: Supongo que algún juguete de los que has pedido en la carta a los Reyes Magos.
Yo en la ducha, pensando: Se vaaaa a liar...

Hija: ¿Y cómo sabe Papá Noel los regalos que le he pedido a los Reyes Magos?
Madre: ...
Yo, en la ducha, pensando: ¡Tate! ¡Te ha pillado!
Madre: (mirándome con cara de "he ganado"): Pues antiguamente no lo sé, pero ahora Papá Noel les llama por el móvil y se entera en un momento.

Casi resbalo por tamaño comentario pero la cosa, por lo visto cuajó, ya que mi hija dijo:

-Ah, seguramente debe ser un móvil mágico. Y rojo.

17 diciembre, 2007

Crónica negra de Hollywood: El asesinato de Thomas H. Ince

Me parece que nunca he escrito sobre esta historia y es, posiblemente, una de las más negras de Hollywood. Ocurre en 1.924, en un pequeño crucero en el acojonante barco de William R. Hearts.

Mega multimillonario y poderoso, Hearts es propietario del gran imperio de los medios de comunicación del momento. Sobre él y sobre su amante, la dudosa actriz Marion Davies, Orson Welles rodaría, unos años más tarde, su primera obra maestra Ciudadano Kane.

Además de Marion Davies, entre los invitados ilustres del barco se encuentra Charlie Chaplin, Thomas H. Ince y Louella Parsons, una de las periodistas más cotillas y con más poder en Hollywood, aunque en 1.924 todavía era una simple periodista del montón bajo la nómina de Hearts.

Thomas H. Ince es una de las personalidades más importantes de la historia del cine. Creador de los estudios cinematográficos en general (vamos, que fue el primero en poner diez producciones al mismo tiempo) y fundador junto a Griffith de la Triangle, era uno de los directores y productores más famosos de Hollywood. Eso sí, cuando llegó al famoso crucero, ya estaba de capa caída y, en realidad, buscaba trabajo. La idea era: si Hearts quiere promocionar y darle películas a Marion Davies, alguien debe guiar su carrera...

Y aunque Chaplin era muy, muy famoso, en 1.924 acababa de dirigir La Mujer de París, la primera peli en la que no aparecía Charlot y que habían sido un fracaso estrepitoso. Además, en ese rodaje había dejado embarazada a su joven actriz de 16 años, Lita Grey, y por tanto, su fama de acostarse con jovencitas había empezado a ser la comidilla de Hollywood.

Con esto quiero decir que más que triunfantes, el barco llevaba a unas cuantas personas desesperadas.

Y es aquí donde la historia se convierte en un drama shakespeariano. Todos saben que Hearts es muy celoso en su relación con Marion (que es infinitamente más joven que él) y está bastante ofendido por un artículo de prensa en el que se deja caer que Chaplin está tonteando con Marion.

Aunque Marion y Chaplin niegan esta noticia, todos los invitados en el barco se dan cuenta de que, cuando Hearts no está presente, los dos se las ingenian para estar juntos. La realidad de esa relación nunca la sabremos, lo que si sabemos es que Thomas H. Ince, para ganarse la amistad de Hearts y demostrarle que es una persona de confianza sobre la que se puede depositar la carrera de Marion, le va contando personalmente todo lo que la pareja hace cuando Hearts no está presente. Más que la voz de la conciencia, es una especie de Iago poniendo fuego sobre Otelo.

Hearts va perdiendo la compostura y una noche en la que descubre que Marion no está en su camarote, saca una pequeña pistola y busca a la pareja por todo el barco. En una esquina, se encuentra a Marion, hablando con alguien en la oscuridad. Sin mediar palabra, Hearts dispara, hiriendo mortalmente en la frente al director Thomas H. Ince que en aquel momento estaba hablando con Marion Davies.

El crucero terminó al día siguiente. Recogieron a Thomas H. Ince para llevárselo a su casa donde murió tres días más tarde. Chaplin, que salvó su vida por esta extraña confusión, abandonó el barco y no volvió a ver a Marion Davies. Y por supuesto, la que salió ganando en esta historia silenciada por la prensa de la época (prensa propiedad de Hearts) fue Louella Parsons, que pasó de ser una periodista del montón a tener su propia columna y un contrato vitalicio con el magnate de la comunicación.

Nadie habló sobre lo sucedido durante años... por lo menos, hasta que murió Hearts. En ese momento, el pacto de silencio se rompió y empezaron a salir detalles escabrosos, de esos que en aquella época y en Hollywood eran tan habituales.

PD: Estas historias de Hollywood, que en principio parecen rumores y leyendas hasta que alguien se sienta a investigar, está plasmada en una de esas películas condenadas a no ser vistas por nadie y que, sin embargo, es bastante curiosa: The cat`s meow (El maullido del gato, 2.001) del nunca bien ponderado e ídolo de un servidor, Peter Bogdanovich. No es una obra maestra, pero creo que vale la pena verla. Ah... y aquí está el trailer.

12 diciembre, 2007

Publicidad molesta

Una genialidad.

Iba a apagar el ordenador cuando en mi e-mail ha aparecido este mensaje. Está en inglés y es una conversación telefónica, pero viene con letritas en inglés (?), pero de verdad, vale la pena.

Yo soy de los que si suena el móvil, aunque tenga algo en el fuego o este dentro de un túnel con el coche, no puedo evitarlo, por lo menos tengo que ver en la pantallita quien llama. Por eso me molesta tanto que me molesten para una tarifa nueva de Vodafone o que me llame un señor para ofrecer cualquier cosa (que ya les vale, en la época de Internet, con un completo supermercado en tu monitor, que te llame alguien para venderte algo que no has pedido y además, ¿enciclopedias? ¿cincuenta tomos voluminosos cuando tenemos la Wikipedia en Internet o el Espasa en un pequeño CD...? Están de coña).

Me molesta tanto que un día, haré como este señor... memorable:


Consumir en Navidad

Soy un consumidor nato y ese, especialmente ese, es mi punto débil. Me compraría libros, muñecos, dvd, cd, pianos de cola y cromos de películas sin parar, estableciendo un bucle espacio-temporal entre los grandes almacenes y yo que, seguramente, provocaría una paradoja de la que Doc Brown se sentiría orgulloso.

El caso es que la Navidad me lo pone complicado. Antes, cuando era más joven que ahora, eran fechas complicadas para un tipo educado en un colegio de curas: tenía que ir a misa (y aún así buscaba una chica mona para sentarme al lado y clavarle un beso en el momento de darnos la paz).

Espera, que me lío.

El caso es que cada vez que me meto en Internet para buscar un regalo o entro en una tienda para buscar cosillas para la familia, encuentro algo para mi que realmente necesito tener. Hoy, buscando unas pelis, me encuentro con que han sacado un montón de cofres interesantes con películas maravillosas, incluso hay uno de Lubitsch que ya le he puesto fecha (centrándonos: en las rebajas).

Me meto en Internet y descubro en el post de Uruloki una página en donde hablan de consumismo friki, y en vez de concienciarme sobre mi problema, me encuentro con ese magnífico Marlon Brando en Superman que encabeza este post (¡esa figura tiene que ser mía!).

Y para colmo de los colmos, los de Intrada no paran de editar bandas sonoras descatalogadas hace años, con unas tiradas miserables de 500 o 2.000 unidades, a precios poco razonables. Entre ellas, el Alien de Jerry Goldsmith, que tiene su historia: al compositor le cambiaron gran parte de la banda sonora y, ahora, se edita en dos discos, con las grabaciones originales no incluidas en la peli y con el resultado final. Además del Images de John Williams y Con la muerte en los talones de Herrmann completa... y unos diez scores más que me gustaría tener (originales, quiero decir).

Me estoy volviendo loco. Y todo esto, con mi sueldo miserable, con tropecientas Barbies y princesas que debo comprar y alguna cosa con empaque para mi mujer. El año pasado le compré la Nintendo DS, la de entrenar el cerebro, y se notó bastante que el máximo interesado en esa máquina era yo. Al final, la tenemos en un cajón y mi cerebro quedó estancado en casi 70 años. Lo malo es que, cuando la enciendo, la Nintendo se enfada conmigo y me dice: "llevas cuatro meses sin entrenar el cerebro". Pues vete a la mierda, maquina infernal.

Espera, que me lío de nuevo.

El consumismo desbordado me lleva a ser egoísta. Y ya saben, el egoísmo lleva al miedo, el miedo a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento y terminaré, seguro seguro, por no dominar la galaxia.

PD: Perdón por esto, pero estoy trabajando demasiado. Publicidad y Navidad son dos palabras que se llevan muy bien, salvo que trabajes en publicidad a nivel currito patatero y no tengas un minuto libre para disfrutar del amor y la amistad desbordante que... oh... Paparruchas.

08 diciembre, 2007

Seth Rudetsky

Las cosas claras: si te gustan los musicales y algún día decides darte una vuelta por Nueva York, unas semanitas antes debes pasarte por la página web de Seth Rudetsky y hacer una reserva en su café- espectáculo.

Rudetsky es un showman apasionado por los musicales, además de ser tremendamente cómico y un gran pianista. Lo que hace, de concepto, es bastante simple. Ha concebido un lugar en donde los cantantes de musicales puedan contar sus experiencias y cantar algo mientras Seth les acompaña al piano. Un buen lugar de reunión para los actores después de una actuación.

Por allí pasan primeras estrellas y gente del coro, pero si vas un buen día, puedes pillar a Patrick Wilson (Raoul en la película El fantasma de la ópera y cabronazo sufridor en Hard Candy) cantando If I loved you de Carousel...



O a todo un talento como Raúl Esparza (de Taboo y Hair, entre mil musicales más) cantando el Defying Gravity de Wicked con bastante gracia:



Todos los cantantes quieren ir, no sólo por pasar un buen rato sino porque todo lo que se recauda se destina a una asociación pro-Broadway y, por el coste de 10 dólares y el precio de dos bebidas, puedes tener tu asiento.

Y cuando digo que Seth tiene verdadero talento como cómico, lo digo con pruebas videográficas: aquí su pequeño monólogo analizando la dicción de Barbra Streisand. Vale, habla muy rápido y sólo comprendo la mitad de lo que dice, pero hay cositas que las deja muy, muy claras:


03 diciembre, 2007

Centauros del desierto: con los dedos de una mano

Creo que en los últimos meses he hablado de mis sentimientos por Vértigo, Perdición, El crepúsculo de los dioses y, bastante a menudo, de En busca del arca perdida. Ahora toca Centauros del desierto. Así, con los dedos de una mano, ya saben el nombre de mis cinco películas favoritas.

Centauros del desierto no sólo es la repera de entretenida sino que ha ido creciendo con el tiempo (con mi tiempo). Todo lo que John Ford puso en la película es tan denso y, al mismo tiempo, tan clarito, que cada vez que la veo, creo que va de algo diferente. Y cada nueva lectura es apasionante.

Pero mentiría si dijera que me apasiona por eso. La película tiene una fotografía (y no me refiero a sus paisajes) y una planificación perfecta. Lenguaje cinematográfico en estado puro. Puro John Ford. Es fácil caer en la tentación de contar la anécdota de Kurosawa, cuando le preguntaron en que se inspiraba para hacer sus obras maestras, que qué tipos de pintores japoneses, qué tipo de literatura... y el maestro japonés contestó escuetamente: veo el cine de John Ford.

Centauros del desierto demuestra que Ford se equivocaba al considerarse un director de western. Y también demuestra lo increíblemente equivocados que están los que piensan que John Wayne es un actor menor (eso sí, hay que verlo en V.O.). El gran Ethan, el personaje de John Wayne, es un personaje para estudiar detenidamente, contra todo manual de cine, es despreciable y, sin embargo, nos identificamos con él y lo amamos durante toda la cinta.

Cada plano de la película es una obra maestra en sí mismo. Cada encuadre. Cada movimiento de cámara. Cada movimiento actoral dentro de cuadro (Dios mío, ¿cómo se pueden mover esos personajes y a cada paso, crear una composición perfecta?).

En dos palabras, Centauros del desierto trata del asesinato de una familia americana por parte de los indios Comanches (todos los miembros muertos, menos la pequeña Debbie, a la que raptan). Ethan, hermano del padre de familia asesinado, se dedica durante años y años (por algo se llama The Searchers) a buscar a la pequeña Debbie. Cuando la encuentra, la pequeña es una joven india, educada en otro mundo y que ni siquiera recuerda a su verdadera familia.

Para saber el final, compren el DVD.

No es difícil encontrar una secuencia que justifique todo lo que he contado, porque en realidad, todas aguantan un estudio pormenorizado: todos los personajes valen la pena, todas las subtramas son sorprendentes. Pero el trocito que he encontrado en Youtube es el asesinato de la familia. Por supuesto, en la película no se ve la violencia, se habla de ella y se intuye, pero nunca se ve. Y os aseguro que eso lo hace todo mucho más violento.

ATENCIÓN: vas a ver puro cine, nada de estética vídeo-clip. Nada de planos montados al tuntún. Es difícil decir esto a estas alturas de siglo, pero lo que van a ver se llama lenguaje cinematográfico. Pone la piel de gallina y no tiene efectos especiales.

¿Que es lo que pasa en la secuencia?

El padre sospecha que la casa está rodeada por los indios. Cuando sale a echar un vistazo con la excusa de cazar algo, la esposa se da cuenta de que algo pasa: su marido no sólo coge el rifle de caza sino que coge la pistola. La hija mayor, que está preparando la mesa, quiere encender una luz y su madre se lo impide. El padre certifica que están rodeados. La hija finalmente enciende la luz y cuando su madre le grita por hacerlo, se da cuenta de la verdadera situación (tremendo travelling a primer plano de la hija mayor, seguramente, uno de los movimientos de cámara más acojonantes de la historia del cine). Finalmente, dejan salir a la pequeña Debbie por la ventana, donde un indio (el malvado Scar) la encuentra.

Si no te gusta, sal corriendo a comprar Transformers, que va de robots que destruyen el mundo y no se ve nada porque su montaje tiene los planos cortitos, cortitos...