17 septiembre, 2013

Behind the candelabra

Una pena que ya no se vean películas tan arriesgadas en la sala grande

Si no has visto Behind the candelabra es porque, al igual que la interesante The Girl, es una película realizada para televisión. Antiguamente, las TV Movies que tenían cierta relevancia en EE.UU. se estrenaban en Europa en sala grande, como lo hizo la estimulante Duel, de Steven Spielberg. Pero hoy día las estrena Canal+ o en su defecto, salen rápidamente en formato doméstico.

O la puedes descargar de Internet.

Y lo voy a decir directamente, sin misterios: Behind the  candelabra es una obra maestra muy arriesgada, y hasta que Gravity llene mi vacío existencial, de lo mejor que he visto este año.

La empecé a ver sin mucho entusiasmo porque, a pesar de que la televisión de hoy día es una auténtica maravilla, mi educación setentera y ochentera me ha convertido en un escéptico con las TV Movies, que en mi época eran infumables, con muchas historias familiares de superación y enfermedades variadas. Horroroso.

Las películas hechas para televisión suelen presentar siempre los mismos defectos: guiones demasiado sentimentales, actores bastante cutres y el plano de la grúa sobre una calle llena de casas adosadas con jardines muy verdes.

Son varias las cosas que no me debían gustar de Behind the Candelabra, empezando por su director Steven Soderbergh, del que no me fío ni un pelo. Aunque tiene cosas que me gustan (normal en un tipo que estrena dos películas al mismo tiempo y que posiblemente sea el más prolífico del cine americano actual), la realidad es que no me ofrece ninguna garantía. Me ha hecho pasar buenos ratos... pero también me ha hecho agonizar con películas soberanamente aburridas.

Por otra parte, ninguno de los tres actores son santo de mi devoción. No me acaba de gustar Matt Damon (aunque al contrario que otros actores, tiene un gusto exquisito para escoger las películas en las que sale). Michael Douglas siempre me ha parecido que sobreactúa, incluso en sus mejores películas (y sí, incluyo su Oscar de Wall Street) y creo que el apellido le queda un poco grande (aunque esto, definitivamente no es culpa suya). Y por último, Debbie Reynolds, que sí, que era maravillosa en Cantando bajo la lluvia pero que siempre ha pecado de una excesiva sonrisa y de aparentar más años de los que tiene. Y parte de mi predisposición negativa hacía ella es por todo lo que sabemos a través de su hija, la princesa Leia.

Y dicho esto: me trago el último párrafo. En Behind the Candelabra, Michael Douglas está brillante en su papel de Liberace. Douglas desaparece tras el maquillaje para dar paso a un personaje de esos que se queda para siempre en nuestra cabeza (y francamente muy, muy bien escrito).

Debbie Reynolds
Matt Damon borda sus escenas y lleva el peso del relato con una autoridad que pone la piel de gallina y Debbie Reynolds es... espectacular. En este último caso, quiero dejar claro que al no existir créditos de comienzo, no tenía ni idea de quien era la actriz que hacía de madre (tiene mucho maquillaje y algunas prótesis que cambian su cara sustancialmente), pero si tenía claro que era extranjera y que era buenísima. Me quedé de piedra cuando descubrí que era la Reynolds, que no es precisamente extranjera.

La historia trata de la relación sentimental entre dos hombres en los años 80. Se ve mucha joya, mucho anillo y mucho paquete... pero la historia es real: los últimos años de Liberace, un pianista “one man show” de Las Vegas que era un auténtico bestia con el instrumento (el musical). Yo no conocía a Liberace hasta que ví la película pero ahora, viendo sus numerosos vídeos en Youtube, sólo veo a Michael Douglas y no al verdadero Liberace (y esto es un giro de mi sentido de la percepción bastante curioso).

Se que a primera vista da mucha pereza pero es de lo mejorcito de este año. Dentro de pocos días se entregan los Emmy. En un mundo justo, Behind the Candelabra sería la gran ganadora. Lo que si tengo claro es que Douglas será el justo ganador por el papel de su vida.

Una última cosa: con el doblaje podemos arruinar el visionado. La sutileza de Douglas y su forma de arrastrar las palabras es digna de oírse en versión original. No digo que vayamos a destrozar la película, pero es tan fácil convertir a los dos protagonistas en simples parodias...

Atentos al pianista. Grande Douglas:

19 agosto, 2013

Van tres españoles y uno le dice al otro...


Tras seis meses de descanso, frikiperopoco vuelve a la vida. La realidad es que estaba muy aburrido de este blog y había perdido completamente su sentido. Porque a nivel personal me proporciona pocas cosas salvo alimentar mi ego y recibir comentarios que, a veces, son muy agresivos. Pero ahora me apetece volver, así sin más.

Luis Buñuel fotografiado por Man Ray
En España tenemos la suerte de tener bien documentado a Buñuel, un director de cine que siempre me interesó “porque a los demás les interesaba y algo tenía que tener” y que, de repente, me interesa de verdad. Supongo que es una cuestión de edad, pero volver a ver Belle de Jour ayer por la noche me produjo una satisfacción que pocas películas me proporcionan.

Y digo que tenemos suerte porque toda la época de la Residencia de Estudiantes, allí donde se encuentra la cultura española de principios del siglo pasado, está profusamente fotografiada y bien documentada (en parte gracias al genial Ian Gibson). Y así, de forma muy breve les cuento una anécdota que sirve como excusa para volver a las andadas:

Federico García Lorca, Salvador Dalí y Luis Buñuel eran íntimos. De hecho, hasta el final de su vida, cada vez que alguien le preguntaba al director de cine por Lorca, se le iluminaban los ojos y decía cosas como “era un tipo fantástico. No su obra, su poesía o su teatro. Él es el que era genial”. Y así, Buñuel separaba al Lorca que todos conocemos por el Lorca que tuvo la suerte de conocer personalmente.

Un atardecer, Lorca los reunió a los dos para leerles una obra de teatro que acababa de escribir (obra que nunca se publicó). Y según palabras de Buñuel era lenta y aburrida. Y aquello se alargó eternamente por dos actos.

Una vez terminada, Lorca le preguntó a Buñuel qué le había parecido la obra. Y con el tacto adecuado, Buñuel le dijo cosas como “me parece un poco lenta. Creo que no es lo mejor que has escrito. Hay pasajes que son mejorables, aunque por supuesto, hay momentos que tienen la luz que suelen tener tus textos…”. Lorca se giró a Dalí y le preguntó lo mismo: “Buñuel tiene razón: es una mierda”.

Todo esto y muchísimas anécdotas más en el documental El último guión: un recorrido por la vida del director de la mano de su hijo Juan Luis Buñuel, del guionista Jean-Claude Carriere y del hispanista Ian Gibson. Supongo que se puede encontrar en la red de forma sencilla, pero yo lo he visto como extra en el BluRay de Belle de Jour.

17 abril, 2013

Con sinceridad aplastante

A raíz de este vídeo la curiosidad acerca de anécdotas raras de los Oscars se despertó repentinamente. Ya sabemos que los comentaristas de esta gala de premios, sobre todo en España, suelen ser irrespetuosos, todo les parece mal y siempre cuentan las mismas historias: que si el Tío Oscar, que si Sally Field lloró cuando recogió el premio, que si apareció un tipo desnudo cuando presentaba David Niven...  

Yo me he propuesto contarles algunas anécdotas que, posiblemente, no sepan.

Y en un ataque de sinceridad, les confieso que muchas de estas anécdotas las he sacado directamente de IMDB en una noche aburrida. Esto de decir la verdad sin pudor es un recurso maravilloso que he aprendido de Roger Spottiswoode, director de cine que no me acaba de gustar pero que me ha sorprendido gratamente en los reportajes de El mañana nunca muere.

Roger Spottiswoode
En estos reportajes de 007 hay una sección de secuencias eliminadas en las que sale el director de cada película comentando por qué se quitaron esas secuencias. La excusa más habitual es esa de "rompía el ritmo del relato y era innecesaria". Pero Spottiswoode, que es un señor llamativamente feo pero con mucha gracia, dice "esta secuencia la eliminé porque estaba muy mal rodada. Me faltaban planos. No sé... lo hice mal ese día. No había por donde cogerla".

La sinceridad es el recurso último del documental Still Alive centrado en la carrera de Paul Williams. El cantante y compositor de éxito estuvo expuesto como nadie a la televisión en los 70, tropecientas veces invitado al show de Johnny Carson y asiduo a The Muppets... y que en los 80 desapareció del panorama por el abuso sistemático de drogas y alcohol. 
Paul Williams

Hay un momento en el documental en el que le enseñan al cantante unos vídeos de un programa que él presentaba a principios de los 80. El cantante no se reconoce. Se asquea. Ve a otra persona completamente diferente y se aleja del ordenador -es una secuencia que vale el documental completo-. El Paul Williams actual, limpio de polvo y paja, no logra entender al Paul Williams de los 80.

Pero volvamos a los Oscars. Siempre se habla de la cara de póker que ponen los perdedores, con una media sonrisa y aplaudiendo a rabiar. Para eso, realmente hay que ser buen actor. Pero no todos son actores y el caso de Phil Collins en la gala de 1.985 es muy simpático: fue el único cantante al que no se le pidió, por la razón que fuera, que cantara personalmente su canción Against all Odds. En su lugar salió Ann Reinking. Y a mitad de canción, las cámaras captaron la cara de enfado de Collins con esta versión, pero cabreo de verdad...

Casi tanto como la cara de cabreo de Bill Murray cuando perdió su Oscar por Lost in Translation.

Gene Hackman
La carrera de Gene Hackman cambió para siempre en 1989 cuando se sentó en el patio de butacas. Estaba nominado por su (tremendo) papel en Arde Mississippi. Hackman no sólo es un gran actor sino un tipo concienciado. El caso es que cuando pusieron su "clip de nominado", la escena era bastante violenta. Demasiado. En sus palabras fue algo en plan "dentro del contexto de la película, es una escena buena... pero fuera de contexto es muy violenta". A Hackman no le gustó nada que mil millones de personas (la audiencia de los premios) vieran este pequeño trozo y a partir de ese momento, el actor se cuestionó toda su carrera, la elección de sus papeles e incluso se planteó su retiro (que por cierto, hoy día es real).

Mas triste es que Bernard Herrmann no ganara su Oscar a la mejor banda sonora en 1976 cuando estaba doblemente nominado por Taxi Driver y Fascinación. Lo curioso del caso es que la noche de los premios ya había fallecido. El último día de grabación de la música de Taxi Driver, el compositor volvió al hotel a descansar y allí murió placidamente.

John Randolph
Pero quizá la muerte más relacionada con los Oscars, incluso más que la de Peter Finch por Network -que ganó un premio póstumo- es la de Sarah Cunningham. A esta no la conoce ni Dios, pero su marido era el actor John Randolph (su papel más conocido posiblemente sea el de Sérpico). Él y su mujer llegaron a la gala de los Oscars del año 1986 y apenas empezada la ceremonia, a ella le dio un ataque de asma. Murió en plena gala.

Cuando Spielberg recogió su premio Irving G. Thalberg a toda una carrera, el galardón del premio no era estable y según iba hablando, tenía que sujetarlo firmemente sobre la mesa. Estuvo un par de veces a punto de caerse y hacer el ridículo más espantoso. Aunque ese honor lo tiene el músico Carmine Coppola, padre de Francis, que al recoger el Oscar por la música de El Padrino II se le escapó de las manos y lo rompió en mil pedacitos. 

Nada que con sesenta dólares no se pueda cambiar (que es el precio real de la estatuilla). Que se caiga en las escaleras la mejor actriz al ir a recoger su premio es algo demasiado reciente sobre lo que escribiré dentro de unos años.

23 marzo, 2013

Jesucristo SuperStar en directo


Ya ha salido el Blu Ray y el DVD de Jesucristo SuperStar Tour en directo, que como habrán notado, es de lo poco que me apetece hablar estos días.

Cuenta Lloyd Webber que un día se reunió con Tim Minchin, humorista y compositor australiano con bastante éxito en Londres por su musical Matilda (y que yo conozco por cortesía de Elphaba) para hablar de lo que quiera que hablan dos compositores cuando se conocen. Y al final de la reunión, Minchin le comentó a Webber que lo que realmente le gustaría hacer es cantar el papel de Judas en Jesucristo SuperStar. Curiosamente, Webber (al que mi hijo llama Huevo) ya estaba en pleno proceso de selección de Jesús utilizando ese medio que ahora le gusta tanto: el concurso de televisión.

Webber, que tiene tanto de compositor extraordinario como de persona excéntrica, le dijo que "si se lo tomaba en serio, podría hacer de Judas". Entre líneas, el compositor inglés también deja caer una de esas perlas que dicen mucho de su forma de trabajar: "Minchin tiene el talento y la suerte de ser su propio letrista... no sólo hace la música sino que también hace la letra". La frase tiene su gracia porque Webber tiene muchos problemas para desarrollar historias y encontrar escritores que sigan su ritmo de trabajo. No en vano, empieza a ser habitual que la crítica de los musicales de Webber empiece con aquello de "la música es muy buena, pero la historia o la letra deja mucho que desear". Tambien lo dice Paco Dolz, que de musicales y Webber sabe más que nadie. En cierto modo, cuando Webber termina sus campañas publicitarias, es capaz de decir cosas como "el fallo de The Woman in White es que era muy aburrida".

Dicho esto, Jesucristo SuperStar es posiblemente el musical mejor escrito de la historia. Lo que hizo Tim Rice con el Nuevo Testamento es una obra maestra. La forma en la que cuenta cada una de las piezas, el conseguido carácter lineal de la historia y sobre todo, apuntar algo que ahora es muy habitual en el cine pero que en aquel momento era profundamente novedoso: la importancia de Judas en la historia como autor de la mitología de Jesucristo (ahora es un recurso habitual, pero afirmar que sin Judas no hay historia de Jesús... y que su personaje está obligado a cumplir su papel igual que Jesús está obligado a cumplir el suyo es lo que diferencia a un letrista de un genio).

Al meollo: esta representación huye de la escenificación teatral y presentan el espectáculo como un gran concierto rock, muy al modo que se hacen esos tours teatrales itinerantes que Lloyd Webber lleva por las ciudades desde hace años con The Really Useful Group. Y dicho sea de paso, es la mejor representación que mis ojos han visto (y mis pequeñas orejas escuchado) de este musical.

La puesta en escena es espectacular, utilizando conceptos muy sencillos pero llevados a la expresión más sublime: una gran escalinata en donde "los malos" salen por arriba y "los buenos" salen por abajo sirve como marco del musical. Además, las imágenes de una pantalla (que Webber empezó a utilizar en The Woman in White y que ahora forma parte indispensable de sus puestas en escena) complementan los diferentes decorados.

Una escena inédita: Jesús le lava la cabeza a Judas
Jesús lo hace Ben Forster, cantante que consiguió el puesto en un show de televisión. Tiene una voz muy correcta, aunque a mi gusto, ligeramente frío. También es cierto que el papel de Jesús, hasta que llega el Getsemani y se hace con la escena, es bastante confuso. Siempre deambula por la escena haciendo el bien y apuntado frases, es un poco... No sé, a veces da la sensación de que se pone místico diciendo eso de "este agua será mi sangre" mientras Judas está por detrás pensando "sigue cantando esas cositas que ahora llego yo a dar un poquito de caña".

Judas lo hace Tim Minchin y es la gran sorpresa porque es el mejor Judas de la historia. Brillante es poco. Directamente se come el escenario con seguridad, con una actuación sentida, aguantando los primeros planos como si se tratara de una película y con el tono perfecto para el personaje. Cuando empezó a cantar pensé que su voz era rara, pero a los veinte segundos me había agarrado por los huevecillos para no soltarme. Por culpa de él, he visto el musical dos veces en dos días.

María Magdalena es Mel C (sí, sí, la Spice Girl deportista. Esa que antes era feucha y ahora mola mazo -parafraseando a nuestro Jesúcristo español-). Y de verdad, me joroba decir esto porque no estoy por la labor de defender a una Spice Girl, pero Mel C está absolutamente brillante.

Cuando supe que ella actuaba en el musical me sentó como una patada en el estómago. Eso de poner famosetes en los musicales como estrategia comercial lo veo razonable, pero a veces arruinan la experiencia. Soy incapaz de visionar el 25º aniversario de Les Miserables porque el papel de Marius me da vergüenza ajena. Lo hace uno de los Jonas Brothers que no tiene voz, ni fuerza, ni empaque... y a veces, en algunos momentos, puede disimular cierta corrección, pero cuando canta a dúo (y Marius, el pobre, tiene mucho dúo) los demás personajes se lo comen con papas.

Me equivoqué. Mel C tiene voz, mucha voz. Y además no es que llegue al tono perfecto y cante las canciones con gusto... es que tiene un tipo de voz ligeramente rota, muy, muy bonita, perfecta para María Magdalena. Creo que de todas las grabaciones que tengo, ella es la que más me ha gustado (posiblemente influye que nunca me convenció Yvonne Elliman y con esto, me he ganado algún enemigo).

El Blu Ray, conviene saber, viene con críticas enfurecidas y es que, por lo visto, en algunos momentos se ha utilizado el Auto-Tune (ya saben, eso que puso tan de moda Cher que corrige el tono de las ejecuciones vocales). Es probable que lo hayan utilizado en algunos momentos (para mayor cabreo de los cantantes. Tim Minchin declaró en su cuenta de Twitter que no le había gustado nada que le hayan corregido su actuación). De hecho, el Auto-Tune no se utilizó en directo sino en la post producción, a la hora de hacer el DVD). 

No es nada nuevo que Webber haga enfadar a todos los que le rodean, pero la auténtica realidad es que yo no identifiqué este detalle hasta leerlo en Internet. Siempre he asumido que un buen técnico de sonido consigue que las voces suenen mejor. En un musical rock, un pequeño gallo, un desliz al final de una canción va a pasar desapercibido y no hay necesidad de corregirlo (sobre todo, cuando se pasan el musical subiendo y bajando escaleras). 

Pero si tengo clara una cosa: este pequeño despropósito no arruina el visionado de este DVD, que para mi es imprescindible si quieres ver el mejor Jesucristo SuperStar posible. 

Y entre sus pequeños detalles, una nueva orquestación espectacular; unos secundarios que valen su peso en oro (es que todos, todos, están bien). Y el Templo se ha convertido en una discoteca, con sonidos electrónicos de diseño pero que respetan la esencia de la obra. No en vano, la orquestación de la escena del Templo la firma un tal Billy Lloyd Webber.

Aviso: ver a Minchin haciendo de Judas provoca adicción:

28 febrero, 2013

Oscars 2013


Seth con Looper y Potter
La elección de Seth Macfarlane como maestro de ceremonias, en principio, era bastante misteriosa. Es un cómico que se prodiga poco en público y que algunos identificamos como alguien importante detrás de las cámaras, nunca delante. Y a pesar de las críticas que le han llovido y de su negativa a volver a presentar los Oscars “de ninguna manera”, estuvo realmente simpático. 

Sus gags eran directos, muy rápidos y en algunos casos, ciertamente duros (“Argo” se basó en una historia tan secreta que incluso su director es un desconocido para la Academia”).

Tras unos años de caída vertiginosa de audiencia, resulta que EE.UU. la gala ha sido un completo éxito y la cadena de televisión está encantada con el acontecimiento. La crítica ha sido dura con el evento (sobre todo fuera de EE.UU. En lugares como España ha sido calificada como un evento “demasiado musical” quizá acostumbrados a otro tipo de galas...). Quizá por todo esto, para mi ha sido uno de los mejores años que han presenciado mis juveniles y joviales ojos.
  
A mi parecer, hay unos cuantos momentos sublimes:

1.- Tras un montaje bastante penoso e irritante de los 50 años de James Bond (lleno de circulitos, colores y sobre todo, sin ningún sentido) apareció Shirley Bassey, con todos sus años y su movimiento de manos hipnótico cantando un Goldfinger, en riguroso directo, espectacular.

2.- Chicago, DreamGirls y Les Miserables… pues que les voy a contar, a cada cual mejor. Posiblemente, el corte que más me gustó fue el de Chicago con una Catherine Z. Jones absolutamente espectacular en el baile y en la voz. Anne Hathaway, por su parte, tenía la voz temblorosa e intentó dar unas notas a las que, ciertamente, no llegaba (chica, cada persona tiene su registro y no te debes saltar el tuyo).

3.- Adele. Es un auténtico placer verla cantar y además está insultantemente guapa para lo gordita que está. Tiene el aura de las grandes estrellas, con ese estilo demodé tan particular. Sin embargo, el ingeniero de sonido no estuvo fino con ella y se oía mucho más alta la música que la voz, dejando su actuación como algo correcto… pero bien nivelado podría haber sido lo mejor de la noche.

4.- In Memoriam y la Streisand. Lo mejor de la noche. Con Barbra en directo es probable que se te ponga la piel de gallina. Con Barbra en directo cantando The Way we were es probable que te den ganas de llorar. Con Barbra en directo recordando emocionada a Marvin Hamlisch es probable que la imagen se te clave en el cerebro y no abandone nunca.

5.- La magia está en los detalles: Las frases de Macfarlane, la rapidez de la entrega de premios, la música de Tiburón para echar a los premiados que hablan demasiado, la naturalidad de Jennifer Lawrence (“estáis de pie porque os doy pena porque me he caído”)...

¿Vale la pena sufrir toda la semana con el horario cambiado?
Por supuesto. Y más en un año como este en el que, para un servidor, ha sido la mejor gala posible.

PD: Los premios bien repartidos. Me gusta que no haya una clara ganadora porque, entre otras cosas, ha sido un año de cine fantástico. No había una película de esas que arrasan, pero a cambio, hemos tenido veinte películas que realmente valen la pena. Yo cruzaba los dedos para que el año que viene volvamos a disfrutar de un período tan intenso como este.

PD2: Unos estudiantes han presentado este montaje celebrando los 50 años de Bond. Y esto, amigos, si es un homenaje de verdad:

 

09 febrero, 2013

LEA SALONGA... ESPECTACULAR

Por culpa del inigualable Sergio Almau, he visto este vídeo tropecientas veces en las últimas veinticuatro horas. Se trata de una actuación promocional de Lea Salonga en televisión con la canción "Empty chairs at empty tables" de Les Miserables. Debe ser la edad, la profesión, la constancia o lo que quiera que sea... aunque siempre ha sido maravillosa, ahora está mejor que nunca. Una actuación de piel de gallina:

06 febrero, 2013

Hitchcock, la película y algunas cosas más...

¡Hitch, Hich, Hich!
El período que va desde Navidad hasta los Oscars es auténticamente delicioso. Los cines se llenan de películas que vale la pena ver y durante dos meses la sequía de ideas de Hollywood es cosa del pasado. Prácticamente todo lo que he visto me ha dejado buen sabor de boca. 

Lincoln de Steven Spielberg es gloriosa (y para los más críticos con Spielberg, no tiene toques espilberianos), ligeramente compleja para un tipo que, como yo, no controla bien la historia americana, pero que en su línea central te deja las cosas claritas y diáfanas. Muy emocionante. Y no quiero contar demasiado, pero la escena del teatro del final es sencillamente una obra maestra. Contar sin mostrar como sólo Spielberg sabe hacer.

Zero Dark Thirty me daba una pereza tremenda. Reúne todos los requisitos para que yo no vaya al cine: el género no me atrae nada y la Bigelow me pareció pesada y aburrida en su anterior película En tierra hostil. Pero Dios mío, Zero Dark Thirty funciona como un puñetero reloj. Es perfecta manejando al espectador a su antojo. Todo el protagonismo recae sobre una actriz absolutamente memorable (y por supuesto, con un personaje bestial). Descubrimos todo a través de sus ojos y aún así, nos sorprende su forma de actuar. Desde hoy, Jessica Chastain al altar de las actrices como la copa de un pino.
 
Jessica Chastain
A Jessica Chastain la recordaba por otro papel en lo que creo que es una de las mejores películas del año pasado: Take Shelter. Su carácter de película fantástica y medio indie no hace que se encuentre en los Oscars, pero como todos sabemos, la entrega de premios es un hecho maravilloso para la industria, un espectáculo que todo cinéfilo debe ver... pero no tiene nada que ver con la calidad de las películas.

Y Silver Linings Playbook es, directamente, una obra maestra. Divertida, con unos personajes muy, muy bien dibujados (y son varios, no uno ni dos ni tres) que interactúan con una gracia y una claridad diáfana. Muchas risas, muchos momentos emotivos y un final más emocionante que el de Oficial y Caballero, que será todo lo cursi que quieran, pero cuando el Gere coge en brazos a la Winger es para ponerse a llorar.

David O. Rusell, con fama de muy mal carácter, es hoy por hoy uno de esos directores que hay que ir a ver al cine. Siempre. Y aunque aquí Silver Linings se llame El lado bueno de las cosas (?) es una de esas películas que recomiendo fervientemente.

Y finalmente vi Hitchcock, la película. Los que leen estas líneas de vez en cuando saben de mi admiración por el genio. No sólo sus películas sino que mi biblioteca está plagada de estudios, biografías y fotos del maestro. Lo conozco bien.

Y aunque el guión tiene detalles interesantes y los actores están sublimes, la película es flojita, flojita. Es, por decirlo finamente, bastante mentirosa. Quiero decir, si juegas a contar realidades (que además, son interesantes) no puedes ir colándonos mentira tras mentira en honor a la intensidad dramática.

Pero su gran error, en realidad, es que parezca una película de televisión. Y ni la actuación de Anthony Hopkins ni la de Helen Mirren se lo merecen.

La película empieza con Hitchcock presenciando un asesinato a manos de Ed Gein y hablando a cámara, como si se tratara de un episodio de televisión. Puede ser gracioso, pero le da una dimensión a Ed Gein en la historia de Psicosis que no es cierta.

Contado por el propio director, Hitchcock cogió dos o tres ingredientes de esa historia y los convirtió en Psicosis... pero justamente lo que más le interesaba (ya saben, matar a la protagonista a los 20 minutos de metraje y el giro final) no tienen nada que ver con la historia real. Que la película lo muestre en tres o cuatro ocasiones dentro de la vida de Ed Gein como si el director estuviera obsesionado con esa historia es un error mayúsculo. Una mentira.

Por no hablar de la execrable escena de Hitchcock viendo las fotos de sus actrices en su despacho. Absolutamente deplorable lo fácil que es herir al personaje.

Pero el peor error, el más garrafal, se encuentra en su mujer, Alma Reville. Ya he hablado muchas veces de ella como genio en la sombra. Alma es la persona que filtra todos los guiones, los corrige, los escribe y les da el toque final para su marido. Sin Alma, no hay Hitchcock.

El director confiaba plenamente en ella (de hecho, muchas veces se le ha acusado de tener más una relación de trabajo que marital). Y además, es importante saber que Alma fue jefe de Hitchcock durante un largo período en Inglaterra. Ella es la que sabía de cine, la que había pasado por todos los departamentos y la que cogió al joven director para instruirlo.

Pero al mismo tiempo, en la etapa americana, Alma era un héroe en la sombra. Y era pequeña y fea (y no lo digo peyorativamente, porque no hay persona que me hubiera gustado conocer más que a ella, pero su físico condicionaba su inseguridad personal), no solía salir de casa y trabajaba todo el día en su máquina de escribir corrigiendo a destajo... Helen Mirren adquiere un protagonismo completamente inusual y además es guapa, alta y segura de si misma, cambiando radicalmente la historia y la relación entre ellos.

Danny Huston
Sin embargo, las reuniones de Alma con otro guionista de Hollywood son de lo mejor de la película -sobre todo por Danny Huston, uno de esos actores que está infinitamente infravalorado y que simplemente por tener su careto en una película, esta gana bastantes enteros.

Hay pequeños detalles maravillosos: Bernard Herrmann, Scarlett Johansson como Janet Leight, el tema de la comida y la dieta del director... y hay detalles terribles como que Anthony Perkins se comporte como Norman Bates, la importancia de Ed Gein en el relato y algunas escenas de Hitchcock tan caricaturizadas que dan un poco de vergüenza ajena.

¿Vale la pena verla? Claro que sí. Habla de una época brillante, cuando el sol se estaba poniendo sobre el sistema de estudios y todo empieza a cambiar. Habla de Psicosis y del maestro en un momento creativo muy especial. Sólo por esos pequeños detalles, vale la pena verla. ¡Ah! Y por la banda sonora de Danny Elfman.

El Sr. Elfman merece capítulo aparte porque últimamente se ha situado en proyectos pequeños que no tienen nada que ver con su grandilocuencia de los 90. Hoy día, Danny Elfman es más calmado y menos divertido que antes (creo que desde que se casó con Bridget Fonda) y algunas de sus bandas sonoras pasan casi desapercibidas.

Pero la auténtica realidad es que este año ha firmado tres obras maestras: Hitchcock, Silver Linings Playbook y Frankenweenie. Lo de siempre, no está nominado pero su trabajo es de lo mejorcito del año. Y como curiosidad, Elfman ya puso música al remake plano por plano de Psicosis que hizo Gus Van Sant hace ya unos añitos.

17 enero, 2013

Globos de Oro y La Ventana Indiscreta

Soy Pia Zadora y
tengo un Globo de Oro
La verdad es que los Globos de Oro no tienen encanto. Ves a todas las estrellas de Hollywood recién cenados, con la sonrisa del vino puesta y para colmo, no tiene números musicales ni montajes espectaculares. Para más Inri, este año no contaba con Ricky Gervais. Y sin embargo, vi la gala enterita y arrastro el cansancio toda la semana.

Me gusta (y mucho) Tina Fey como presentadora pero el listón estaba demasiado alto. Salvo algunos momentos puntuales y algunos premios sorprendentemente bien dados, la gala fue rutinaria. El problema de estos premios es que siempre arrastrarán la fama de la compra-venta y la de haber dado un premio a Pia Zadora en los 80 gracias a los generosos cheques de su entonces marido.

Y lo peor es que sigue acarreando vicios del pasado como, oh Dios, sacar a Mister y Miss Golden Globe, o sea, escogen dos hijos de famosos para salir al escenario unos segundos y sonreír mientras todo Hollywood les mira y les aplaude. Este año eran la hija de Clint Eastwood y el hijo de Michael J. Fox. Lo dicho, la peor pesadilla para un jovencito (y para el espectador, que se hunde en la butaca con esa vergüenza ajena que tanto duele).

Eso sí, que Ben Affleck ganara el Golden Globe al mejor director y que contra todo pronóstico, Mychael Danna se hiciera con el premio a la banda sonora (por la maravillosa música de La Vida de Pi, a la que estoy muy enganchado estos días) demuestran un pequeño proceso de rejuvenecimiento de los menospreciados premios.

Y Hugh Jackman. Y Anne Hathaway recogiendo el premio y centrando su discurso en lo magnífica que es su contrincante Sally Field y nombrando The Flying Nun. Pues eso, todo lo rutinaria que sea pero me lo pasé como un enano.


Sobre La Ventana Indiscreta

Fotaza
El sábado pasado empecé con el ciclo de clásicos del cine con mi hija de nueve años, que espero que dure, por lo menos, un lustro. Es un buen momento para ver las películas desde los ojos de mi hija y además, tener la posibilidad de comentarlas con alguien que no está viciado. O sea, que lo hago para que ella tenga la oportunidad de ver algo que ya no es común en la televisión pero que aprovecho personalmente para releer parte de la Historia del Cine.

Las películas escogidas son de fácil lectura y entendimiento (o sea, no le voy a poner Todos los hombres del Presidente).

La película la vimos con una pequeña pausa en medio. En ese momento, tuve que contarle a mi hija las diferencias de ritmo con las películas actuales, porque seamos realistas (y ya lo expliqué en un post hace unos años): a ojos de un niño no podemos competir con robots gigantes que vienen del espacio y rompen, literalmente, Nueva York. El cine, como la música, como todo lo relacionado con el arte, es un proceso educativo que se tiene que aprender.

Y La Ventana Indiscreta tarda en arrancar. Desde mi perspectiva es un placer meterme en la vida de todos esos vecinos que ya tenía olvidados (Miss Torso, el compositor, Corazón Solitario...), pero para ella, no estaba pasando nada. O por lo menos, eso es lo que ella creía.

Sin embargo, en la segunda parte, su cara cambió. No está acostumbrada a pasarse una hora conociendo personajes, porque en las películas actuales no existen o son de cartón. Y no sabía que una vez que los conoces, cualquier pequeño acontecimiento que les ocurra te afecta directamente. Y es entonces cuando te das cuenta de que el cine bien realizado esta hecho de otra pasta.

Porque cuando la espectacular Grace Kelly y la maravillosa Thelma Ritter se involucran en la historia del posible asesinato, la película ya tiene completamente agarrado al espectador. Y el crescendo climático es tan absolutamente brutal que mi hija ya estaba nerviosa sobre el sofá, con los ojos como platos. Estoy hablando de Grace Kelly poniéndose la alianza de la mujer de Raymond Burr, del asesino mirando directamente a Stewart (directamente a  cámara, al espectador) y el momento tan hichcockniano de James Stewart esperando que Burr le ataque en su propia casa mientras se oyen las pisadas del rellano.

En definitiva, un pequeño éxito. Irene tardó en entrar pero, tal y como deben ser las cosas, está tardando en salir, porque tras cuatro días, la película sigue colándose en sus conversaciones diarias. O sea, La Ventana Indiscreta no es una película de ver y olvidar, que es a lo que está acostumbrada.

Y después, hizo su pequeña investigación en IMDB y me sorprendió: "¿Sabes que el compositor es un compositor de verdad y es el creador de Alvin y las Ardillas?"

La semana que viene dejo descansar a Hitchcock por un tiempo y nos metemos en Con faldas y a lo loco. Las primeras son fáciles de escoger, pero ya veremos dentro de un año...

12 enero, 2013

El Miserable de Bond esta Bajo Escucha en las nominaciones

Tantas cosas de que hablar y ni siquiera tengo un título de post razonable.

El caso es que llevo el último mes encerrado en casa con las dos compras más bestiales y baratas de mi vida: el pack en BluRay de James Bond y el pack completo con las cinco temporadas de The Wire (este en DVD y por la módica cantidad de 33 euros). 

En el caso de James Bond ha sido un buen disfrute familiar. Mis hijos se han familiarizado con M, con Q, con Félix, con Tiburón y yo, de paso, me he tragado infinidad de extras y me he adentrado en la maravillosa arquitectura de los 60. Las películas de Sean Connery y Roger Moore aguantan muy bien el tiempo (salvo algunas excepciones un poco pasadas de rosca como Moonraker) pero en general, bastante bien. Pero lo que son las cosas, el tiempo pesa sobre Pierce Brosnan y sus películas parecen más antiguas que las de Connery.

Daniel Graig es un crack
Tras tremenda inmersión, no me cabe duda de que las mejores películas son la primera y la tercera de Daniel Graig (Casino Royale y Skyfall) que tienen un dimensión cinematográfica muy, muy superior al resto. Por supuesto, no tienen el efecto nostalgia de las otras, pero eso lo da el tiempo.

Sobre los extras, todos son fantásticos aunque los traductores españoles se empeñen en jorobarlo. Y lo digo por cositas pequeñas y no tan pequeñas. En el BluRay de Octopussy (vamos, este es el mejor título para una película de la historia del cine) hay un documental que se llama Kevin se quema en el set de rodaje que es francamente interesante. Trata de un actor que tiene el papelito de un soldado, o sea, un extra, al que dejaron acceder al rodaje con una cámara de Super 8 y grabó bastantes momentos interesantes de la filmación. Pero en ningún momento quema nada... y menos el set de rodaje. Tras el mosqueo inicial, volví al principio del documental y caí en que el tipo se llama Kevin Burns. O sea, el título original es Kevin Burns on the Set... lo demás es obvio.

Las nominaciones a los Oscars son fantásticas, como siempre. No son las que me esperaba pero yo nunca acierto. Las únicas tres certezas que tenía eran la Hathaway como secundaria, y las dos canciones: Suddenly (de Les Miserables) y Skyfall (jiji, de Skyfall). Las nominaciones son fantásticas porque tienen sus problemitas, sus ausencias, sus sobradas... y el escándalo de nominar por todas partes a Argo pero dejar fuera a su director, Ben Affleck, que mola tanto como director como no mola como actor.

Y John Williams nominado. En realidad, mis cinco bandas sonoras favoritas del año no tiene nada que ver con las cinco nominadas, pero por otra parte, los compositores que están en juego son todos fantásticos y no se ha colado ningún intruso. Entre mis favoritas de un año especialmente bueno... a simple vista: Elfman y su Silver Linings Playbook; Dans la Maison de Rombi; Cloud Atlas; Rompe Ralf, John Carter of Mars; Frankenweenie... incluso Brave, de Patrick Doyle. Pero vamos, veo que Williams está nominado y me dan ganas de llorar de alegría. Viva el maestro.

Y Los Miserables... ay... Los Miserables... tantas veces vista en pantalla grande y tantas conclusiones. La primera es que todo lo que me gusta la película es inversamente proporcional a lo poco que me gusta el disco de la banda sonora. Es curioso, porque los actores y la música funcionan muy bien en pantalla, juntitos. Pero separados... me irrita sobremanera el vibrato de Jackman, las sonoras respiraciones, Javert... Vamos, que tengo que verla en pantalla porque en el disco, sin las actuaciones, pierde toda la fuerza. Me reconcilio con el  concierto del Décimo Aniversario.

Y según la voy viendo e intento destripar lo que el director ha hecho con Miserables, más me doy cuenta de su impresionante labor. Los pequeños cambios, a veces sutiles, a veces bestiales, le sientan tan bien al musical que me extrañaría mucho que el productor no los incorporara en el futuro al escenario (en una de esas versiones revisadas que tanto le gustan). 

Anne Hathaway dice "Cu-Cu"
Por ejemplo, el simple cambio de orden de una canción da una dimensión completamente diferente al personaje de Fantine. El orden del musical original es: At the end of the day (la echan de la fábrica), I dreamed a dream (la vida es una tragedia inimaginable) y Lovely Ladies (lo pierde todo y es un cadáver andante). Lo que inteligentemente ha hecho Hooper es poner el Lovely Ladies en segundo lugar... y cuando Fantine pierde la dignidad y ha caído en lo más bajo es cuando canta I dreamed a dream. O sea, en el musical canta la tragedia cuando la echan del trabajo... pero su personaje en la película canta la tragedia cuando realmente está en lo más bajo. Un pequeño cambio para el hombre, la luna para el espectador.

He intentado, de verdad, ver La noche más oscura The Master, pero cada vez que me acerco a la taquilla, de mi boca sale "Dame una para Los Miserables". Y así no se puede vivir.

Y así pasa la vida, mientras trago y devoro los episodios de The Wire, que según dicen los críticos que tanto detesto, es la mejor serie de televisión de la historia. Pero es probable que tengan razón. Es una serie absolutamente sobrecogedora. Cuando una película tiene uno o dos personajes bien escritos e interesantes, es una buena película, pero cuando tienes, como aquí, una decena de personajes bien escritos... es una galaxia nueva.

Y sólo quedan tres episodios de Fringe para terminar. Para siempre. Me muerdo las uñas.

PD: Mañana comienzo, como los Sábado Cine de antaño, a ver una película clásica con mi hija todos los sábados por la noche. Se admiten sugerencias, pero necesito que sean muy adictivas. Quiero que realmente le guste la experiencia y que no sea un "sufrimiento con el pesado de mi padre". Tengo claro que empezamos con un Hitchcock, que todavía no sé si será La Ventana Indiscreta o Los Pájaros. Me basta con que al terminar espere ansiosa al próximo sábado.

Y no me digan que no es una oportunidad única para re-re-re-revisar todas las películas que me gustan...