11 mayo, 2011

El Mago de OZ, en versión Lloyd Webber

Tiene fama de feo, pero tiene pinta de buena persona

Por mucho que Andrew Lloyd Webber se empeñe en que me caiga mal, saliendo en todos esos espectáculos de televisión de cantantes que quieren alcanzar la fama, con esa cara perenne de estar pensando en otra cosa… la realidad es que su cabeza esconde a uno de los más sorprendentes creadores de melodías y de magia escénica, porque sus musicales tienen eso incalificable que diferencia el teatro musical de la magia pura.

Entre sus aspectos extravagantes, me molesta personalmente el afán recaudatorio, ese que le hace afirmar que una obra es un fracaso personal cuando no alcanza el éxito. Y la verdad es que si la recaudación marcara la calidad, Orson Welles sería un fracasado y Stallone, un genio.

La nueva producción de El Mago de Oz ha sido oportunista por todas partes. En primer lugar, aprovecha el macro éxito de Wicked. Ahora parece que dos días en Londres son perfectos y complementarios para ver las dos partes de Oz.  Y aunque hay críticos que se desesperan con las semejanzas, la auténtica realidad es que la bruja debe ser verde y el camino de baldosas debe ser amarillo.

En segundo lugar, el negocio no termina en Wicked, sino que Lord Lloyd Webber ha conseguido convertir la elección de Dorita (que así la llamaban en el doblaje español) en un programa de televisión estilo Operación Triunfo que ha sido todo un éxito (y que yo veía a través de Youtube, no sin cierto recelo).

Es un negocio redondo no sólo por los ingresos televisivos del Lord, sino que convierte en estrella a la jovencita que gane sin que haya pisado un teatro en su vida… Un movimiento inteligente poco propio de un tipo al que le sale dinero por las ojeras.

Y por último, en tercer lugar, la desfachatez más grande: coger un musical como El Mago de Oz, que tenía algunas canciones sueltas -entre ellas el Over the Rainbow y el If I only had a… que se canta tres veces: con el espantapájaros, el hombre de hojalata y el león cobarde-  pero que resolvía gran parte de la acción hablando. Y Webber ha rehecho el musical, ha intentado dar unidad y coherencia y ha aportado el resto de las canciones para completar el círculo.

Lo tendría que odiar por todo ello.

Por supuesto, el resultado es espectacular. Tiene magia y encanto, tiene canciones deliciosas y la elección de Danielle Hope ha sido todo un acierto, porque es magnífica y destinada al mundo del gran musical.

Mención aparte se merece la vuelta de Michael Crawford en un papel grandioso: el mismísimo Mago de Oz. En una canción que para otros puede pasar desapercibida, yo veo magia, encanto y a un Crawford vivo y maravilloso. Y hay un quiebro en la canción en la que parece que Crawford se va a convertir en el Conde Fosco de The Woman in White:


Está claro. Puedo intentar odiar a Webber por todos sus movimientos, pero finalmente oigo su música y me lleva a su redil. Inevitable: es un puñetero genio. Y este musical tiene una pinta estupenda.

PD: Lo que no sabía es que vivía en Mallorca durante varios meses al año, en una casa espectacular. Y así lo cuenta en este programa de televisión que no te puedes perder.

5 comentarios:

  1. Pues con lo que más he alucinado del post de hoy es que, al buscar por Google a Michael Crawford, he descubierto (redescubierto más bien) que es, o fue... ¡Condorman!

    Pasmado me que he quedado.

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  2. Jajaja, sí, y hoy, Condorman, con toda la nostalgia que le intento poner, sigue siendo malísima.

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  3. si pero cordoman fue una de sus tantos personajes, el mas notable el Fantasma de la opera

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  4. si pero cordoman fue una de sus tantos personajes, el mas notable el Fantasma de la opera

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