09 abril, 2008

No nos olvidamos de José María Forqué

En la época que trabajé en Filmoteca pude conocer a la vieja escuela del cine. Gente ya retirada, en algunos casos con demasiada antelación, que ya no hacía cine pero que en sus mejores momentos habían sido verdaderas joyas como directores.

El que más me impresionó, por su educación y su cultura en general, fue Manolo Mur Oti. Pero claro, uno no es de piedra y sus ideas políticas, tan, tan, tan de derechas, me provocaban cierto rechazo (y por cierto, hasta el último de sus días, seguía escribiendo en ABC). Pero si en la conversación no se tocaba nada político, era una delicia oírle. Y su cine es maravilloso: Cielo Negro, Orgullo y Un hombre va por el camino son tres de las mejores películas de la historia del cine español.

Sin embargo, la visita más esperada por mí (a ratos, parecía que nuestro pequeño despachito era el centro de tertulia del cine español de los 40) era la de José María Forqué, padre de Verónica y ahora un nombre conocido por unos premios muy prestigiosos llamados José María Forqué.

Aunque muchos no lo sepan, el Sr. Forqué es una de los directores con más talento que hemos tenido. Y aunque sus últimos años hizo verdaderos horrores (no quiero ni acordarme de Romanza Final, una película sobre el tenor Gayarre protagonizada por José Carreras), Forqué logró lidiar con el paso del cine español más o menos de calidad de los 50 al cine más cutre (el que contaba cosas de suecas y de servicio doméstico) de los 60. Por supuesto, y sin ser despectivo con nadie, con bastante más talento que Pedro Lazaga o Pedro Masó.

Pero además, Forqué era pura humanidad. Yo, con veinte años, podía tener voz y voto en sus conversaciones. Te hacía caso y tenía el carisma de hacerte sentir que formabas parte de su mundo. Daba por echo que las nuevas generaciones no conocían su cine y se alegraba mucho cuando le contabas algo de alguna de sus películas. En realidad, todo el mundo a visto Atraco a las tres o la serie Ramón y Cajal, pero yo sentía (y siento) debilidad por El juego de la verdad.

Pocas semanas antes de su muerte, se acercó a preguntarle a Mariné (mi jefe en la Filmo) sobre unos efectos ópticos para la película de ciencia-ficción que estaba rodando (¡con más de 70 años!): Nexus 2431. En Internet se dice que nunca la llegó a terminar debido a su repentino fallecimiento, aunque la verdad es que tras unos visionados, los productores no quedaron nada contentos con el material rodado. Así son las cosas...

PD: Me he acordado de este director gracias a un blog en el que se habla de una escena de Las que tienen que servir: vale la pena echarle un vistazo. La agilidad de Forqué en marcha:



PD: Cada vez que veo a su hija en la tele, no veo a Verónica sino a la hija de Forqué. No la conozco personalmente pero si, en un pequeño porcentaje, es como su padre, tiene que ser una gran tipa.

2 comentarios:

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  2. Sin duda uno de los grandes del cine español, como lo era Azcona.
    Larga memoria para estos maestros del cinematógrafo.

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