25 enero, 2012

Germán Areta y los Oscars

Ayer, como un niño de 14 años, volví a vivir la emoción de los Oscars. Y sinceramente, estoy cansado de todos esos que dicen "este año no los veo" y "las nominaciones han dejado demasiada gente fuera". Señores, los Oscars son lo que son: la mejor fiesta que rodea al mercado del cine. No se premia lo mejor, ni están todos los que son, pero todos los actores se ponen sus mejores galas, saben lo que se juegan ante un público de mil millones de espectadores y el espectáculo es eso: espectáculo con mayúsculas.

Y sólo pensar en los montajes musicales y visuales, se me pone la piel de gallina. 
Y las películas, al contrario que otros años, tienen el apoyo del público. Prácticamente todo el mundo adora El Artista, y creo que todas las demás películas son fantásticas, incluida MoneyBall (y es que normalmente odio las películas de béisbol).

Para más inri, doble nominación de Williams y una nominación a la absolutamente extraordinaria canción Man or muppet de la nueva película de Los Teleñecos (los que siguen Como conocí a vuestra madre la disfrutan más todavía) en la que actúa la cada día más grande Amy Adams.

Para mi, las galas de los Oscars son una tradición. Las veo desde el año 1.983, aunque en directo riguroso desde el año 1.985. Y me las sé casi de memoria porque las veo y las reveo. Y me acuerdo del magnífico clip de Irene Cara, de la primera vez que oí cantar a Bernadette Peters o del cuarteto que presentaba la gala del 83 (tres de ellos, ya desaparecidos): Richard Pryor, Walter Matthau, Dudley Moore y Liza Minelli.

Y me acuerdo del bombo y platillo que se le dio a Volver a Empezar, la película de Garci (que con sus cursiladas, sigue siendo fantástica). Y de recuerdo en recuerdo, he llegado al magnífico prólogo de El crack, que es la gran película de Garci.

Y es una secuencia muy representativa de lo que es el cine de Garci (y que, aunque lo suelo criticar bastante, es evidente que me gusta) porque tiene todas su grandes virtudes y todos sus grandes defectos. Entre sus virtudes, un tempo y una planificación de Escuela de Cine. Entre sus defectos, el exceso de verborrea en los actores secundarios y el maldito doblaje (doblar una película española al español es un error, mire por donde se mire. Y lo de Encarna Paso en Volver a Empezar es de juzgado de guardia).

Pero la planificación y la historia es tan exquisita que da gusto ver la secuencia. Los que no han visto la película que no esperen más, pero pueden ver la secuencia porque es, como en Indiana Jones o en James Bond, una pequeña aventurita antes de que empiece la historia de verdad. Presentan al duro detective Germán Areta. 

Y puestos en su contexto: era impensable que las películas españolas de la época fueran así. Era impensable que Alfredo Landa hiciera un papel de estas características. Era impensable que en una película se hablara de boxeo y se jugara al mús. Y era impensable que la Gran Vía pareciera un barrio más de Nueva York. Todo en El Crack es nuevo en el cine español, aunque sea viejo y huela a humedad.

Y hay dos movimientos de cámara que me fascinan: el de 1:12, no sólo por la elegancia sino porque muestra como el detective se percata de toda la historia pero sigue a su rollo. Y, por supuesto, la pequeña grúa de 4:38 en donde culmina la aventura. No se puede narrar mejor.

4 comentarios:

  1. Jose María García de fondo y ese Alfredo Callahan más noir que noir. Ríete del conductor de Driver y del mingafría de Mclane.
    Atraco cañí con el doblaje que te saca de la peli y los atracadores con más mili hecha que Queipo.

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  2. Yo me quedo que en veinte o treinta años seguimos con los mismo postres.......No evolucionamos.


    Saludos.

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  3. el anonimo tranquilo10:44 p. m., enero 25, 2012

    esa mania de garcia de doblar y poner pajaritos ha destrozado mas de una pelicula notable de su filmografia.

    Por videos como los que has enlazado es por lo que amo al creador de este blog.

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  4. Como siempre un placer leer estos posts.
    Grande Sergio.

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