Por fin he visto Grindhouse. Tenía muchas ganas de ver este festival descarado que celebra la cinematografía underground setentera y las pelis de los auto-cines. Como dice Tarantino: "películas que destacaban por tener un póster mucho más sugerente que la película en sí".
Grindhouse es una experiencia visual que se compone de dos pelis y unos cuantos trailers falsos que no tienen desperdicio. La parte (película) de Robert Rodríguez se llama Planet Horror y está bien, no es nada especial, pero se pasa un buen rato. Muchos zombies, muchas cosas salvajes y algún atisbo de plano memorable. Por supuesto, lo más curioso es la calidad de la copia, gastada y saturada de color a propósito, fotogramas eliminados y por tanto, saltos, desencuadres de cabina, finales de rollo desastrosos, puntos, rayas...
La sorpresa, como no podía ser de otra forma, viene de la mano de Tarantino con la película Death Proof. Cortada y desfigurada a ratos (eso incluye un rollo en blanco y negro porque, suponemos, se ha perdido el rollo en color), no usa sólo las técnicas visuales para simular una peli de los 70 sino que su lenguaje se amolda armónicamente con la época, llegando a despertar en nuestros corazoncitos cierta nostalgia por el cine trash.
Cuenta Quentin Tarantino que hubo una época en la que las películas no salían con 3.000 copias simultáneamente sino que salían con cinco o seis y atravesaban el país de pueblo en pueblo, de cine en cine. Por supuesto, la persona que veía la peli al cabo de un par de años de su estreno, veía una copia mutilada por malos proyectores (y malos proyeccionistas) y finales de rollo desaparecidos.
Una explicación curiosa (cuando trabajé en restauración de pelis en Filmoteca Española, este problema nos dio serios dolores de cabeza): las películas suelen tener una duración de ocho o nueve bobinas. Estas viajan separadas y es el proyeccionista de cada sala el que las une en su proyector. Esta operación se hacía con cinta adhesiva de montaje que, entre otras cosas, implicaba que al volver al separar las bobinas para su traslado, se tenía que cortar el fotograma en donde se había puesto el empalme. Cada proyección, como mínimo implicaba dos fotogramas menos por rollo, de salida y de entrada. Al cabo de un año de proyección, faltaban secuencias enteras...
Tarantino, definitivamente, es un portento fuera de serie. Death Proof, en su cutrería, es alarmantemente divertida, muy gore, adrenalítica y cuenta con un Kurt Russell absolutamente magistral. Y Dios mío, ¡cómo cuenta este director las cosas!
De todas maneras, mi día nostálgico había empezado unas cuantas horas antes cuando mi hija me pidió ver una película "de mayores". Busqué un ratito y pensé que ya era prudentemente mayor para ver E.T. El Extraterrestre. Yo he pasado épocas de pasión con la peli de Spielberg, aunque también he tenido mis rachas bajas. Pero ayer, como siempre cuando ves una cinta con otra persona, la pude ver con sus ojos... y vibramos.
Cuando E.T. desaparece y lo encuentran tirado en esa especie de desagüe de alcantarilla, mi hija gimió de dolor. Cuando muere, no se lo acababa de creer. Cuando los chavales salen volando en bicicleta, literalmente mi hija estaba de pie, saltando en el sofá y cuando se despide de Elliot, los dos estábamos llorando a moco tendido. Lo más curioso es que vivió algo que sólo se puede vivir la primera vez que ves E.T. y es que, al principio, el extraterrestre provoca asco y miedo, sólo al cabo de un rato, empiezas a cogerle cariño (la magia del cine, amigos míos).
Empiezo a comprender como una película puede unir a generaciones, una frase que siempre me gustó pero que ayer comprendí en toda su magnitud. Por supuesto, la peli tiene muchas capas y si ella no comprendió el tema de que el niño sienta lo que siente E.T., bien es cierto que yo, de repente, descubrí todo el proceso traumático por el que pasa la madre (que hasta ayer no me había preocupado en absoluto).
La vi con la restauración de sus veinte años. Eso significa algo de infografía en la cara del muñeco y los rifles de los que persiguen a los niños, de repente, son walkies. ¿Pero saben qué? Es una buena restauración. Esencialmente es la misma película y la corrección de las armas me parece bien, no por ser políticamente correcto sino porque pienso que perseguir con rifles a unos niños que huyen en bicicleta es una auténtica pasada que roza la ciencia-ficción.
PD: Eso sí, sigo sin comprender por qué los niños, cuando huyen en bicicleta, deciden separarse en dos grupos. Lo lógico es que los mayores quieran recuperar a E.T. y sigan siempre a Elliot, que porta claramente a su amiguete. ¿Por qué los coches de policía también se separan y siguen a dos chavales en bicicleta si estos no llevan, claramente, al extraterrestre? Seguramente para molestar.
La sorpresa, como no podía ser de otra forma, viene de la mano de Tarantino con la película Death Proof. Cortada y desfigurada a ratos (eso incluye un rollo en blanco y negro porque, suponemos, se ha perdido el rollo en color), no usa sólo las técnicas visuales para simular una peli de los 70 sino que su lenguaje se amolda armónicamente con la época, llegando a despertar en nuestros corazoncitos cierta nostalgia por el cine trash.
Cuenta Quentin Tarantino que hubo una época en la que las películas no salían con 3.000 copias simultáneamente sino que salían con cinco o seis y atravesaban el país de pueblo en pueblo, de cine en cine. Por supuesto, la persona que veía la peli al cabo de un par de años de su estreno, veía una copia mutilada por malos proyectores (y malos proyeccionistas) y finales de rollo desaparecidos.
Una explicación curiosa (cuando trabajé en restauración de pelis en Filmoteca Española, este problema nos dio serios dolores de cabeza): las películas suelen tener una duración de ocho o nueve bobinas. Estas viajan separadas y es el proyeccionista de cada sala el que las une en su proyector. Esta operación se hacía con cinta adhesiva de montaje que, entre otras cosas, implicaba que al volver al separar las bobinas para su traslado, se tenía que cortar el fotograma en donde se había puesto el empalme. Cada proyección, como mínimo implicaba dos fotogramas menos por rollo, de salida y de entrada. Al cabo de un año de proyección, faltaban secuencias enteras...
Tarantino, definitivamente, es un portento fuera de serie. Death Proof, en su cutrería, es alarmantemente divertida, muy gore, adrenalítica y cuenta con un Kurt Russell absolutamente magistral. Y Dios mío, ¡cómo cuenta este director las cosas!
De todas maneras, mi día nostálgico había empezado unas cuantas horas antes cuando mi hija me pidió ver una película "de mayores". Busqué un ratito y pensé que ya era prudentemente mayor para ver E.T. El Extraterrestre. Yo he pasado épocas de pasión con la peli de Spielberg, aunque también he tenido mis rachas bajas. Pero ayer, como siempre cuando ves una cinta con otra persona, la pude ver con sus ojos... y vibramos.
Cuando E.T. desaparece y lo encuentran tirado en esa especie de desagüe de alcantarilla, mi hija gimió de dolor. Cuando muere, no se lo acababa de creer. Cuando los chavales salen volando en bicicleta, literalmente mi hija estaba de pie, saltando en el sofá y cuando se despide de Elliot, los dos estábamos llorando a moco tendido. Lo más curioso es que vivió algo que sólo se puede vivir la primera vez que ves E.T. y es que, al principio, el extraterrestre provoca asco y miedo, sólo al cabo de un rato, empiezas a cogerle cariño (la magia del cine, amigos míos).
Empiezo a comprender como una película puede unir a generaciones, una frase que siempre me gustó pero que ayer comprendí en toda su magnitud. Por supuesto, la peli tiene muchas capas y si ella no comprendió el tema de que el niño sienta lo que siente E.T., bien es cierto que yo, de repente, descubrí todo el proceso traumático por el que pasa la madre (que hasta ayer no me había preocupado en absoluto).
La vi con la restauración de sus veinte años. Eso significa algo de infografía en la cara del muñeco y los rifles de los que persiguen a los niños, de repente, son walkies. ¿Pero saben qué? Es una buena restauración. Esencialmente es la misma película y la corrección de las armas me parece bien, no por ser políticamente correcto sino porque pienso que perseguir con rifles a unos niños que huyen en bicicleta es una auténtica pasada que roza la ciencia-ficción.
PD: Eso sí, sigo sin comprender por qué los niños, cuando huyen en bicicleta, deciden separarse en dos grupos. Lo lógico es que los mayores quieran recuperar a E.T. y sigan siempre a Elliot, que porta claramente a su amiguete. ¿Por qué los coches de policía también se separan y siguen a dos chavales en bicicleta si estos no llevan, claramente, al extraterrestre? Seguramente para molestar.
¿Te puedes creer que me he emocionado y todo? Lo entiendo perfectamente, las películas de niños que más disfruto son las pocas que voy a ver con Javi. Y eso que soy de esas personas que reven La Bella y la Bestia periódicamente y sin vergüenza ninguna.
ResponderEliminarQué ilusión que ya te pida "películas de mayores" :'''). Cuando yo hacía eso mi madre me ponía "Siete novias para siete hermanos", pero ahora todos tenemos libre acceso a mula, y Javi no suele tener el impulso de pedir. Eso sí, el otro día le enchufé Labyrinth, y le gustó mucho :D
PD: palabritas del niño Jesús? xDD
Le ponía "Siete novias..." pero también recuerdo una tarde maravillosa con "La fiera de mi niña" y otra con "Encadenados" cuando ya tenía la respetable edad de 10 o 11 años....
ResponderEliminarSe me ha olvidado comentar q cada vez me gusta tu blog, me parece de lo mejorcito q hay en la red (y leo bastantes) y no tiene nada q ver q sea tu hermana.Nadita.
ResponderEliminarUy... pues gracias, pero viniendo de mi hermana tiene menos mérito. En cuanto a Dentro del Laberinto en un joooooyaaaaa...
ResponderEliminarY lo de "Palabritas del niño Jesús" lo plagié del blog Diagnóstico: Friki, que es una gran lectura a la que todo el mundo recomiendo pero que no se actualiza demasiado estos últimos días...
Eso sí, es preferible estudiar a actualizar... no te sientas presionada por eso (esto lo dice tu tío, pero el Friki que llevo dentro sigue esperando actualizaciones).
Hola Sergio.
ResponderEliminarSupe hace poco de esa especie de "perversión cinéfila" de Tarantino y amigos, y al ver unas imágenes me entraron ganas de verla (más por Tarantino que por el Rodríguez, al que considero un auténtico pesado). Pero bueno, ya veré como puedo visionarla, ya que mi empobrecido bolsillo no me lo permite.
De la parte de E.T. que decir, también yo lloré en su día viéndola varias veces en las cada vez más añoradas pantallas grandes. Esperaré a que mi sobrina tenga un par de años más para sentarme a verla con ella, aunque tal y como están cambiando los tiempos no se si el cine tal y como lo conocemos será algo de interés para la gente de un futuro cercano. Quizás las productoras o los directores como Spielberg, tengan que estar restaurándolas y añadiendo cosillas constantemente para mantenerlas vivas. No se, son mis elucubraciones de medio pelo y a media tarde.
Salud !!
David