Hace
un mes, en el Festival de Córdoba, surgió una de esas invitaciones a las que
uno no se puede negar: los que habíamos colaborado en el disco del compositor
Carles Cases estábamos invitados a un concierto en su casa.
Tanto
el lugar como la fecha eran totalmente inadecuados para mí, por eso en vez de
hacer unas mini vacaciones, lo que hice fue planear un viaje relámpago inhumano
que me obligaba, literalmente, a pasar una noche sin dormir e incorporarme al
trabajo directamente desde el aeropuerto.
Desde la ventana de su estudio |
Al
mismo tiempo, la distancia entre Barcelona y la casa de Carles no es moco de
pavo. Tenía que alquilar un coche y estar unas cuantas horas al volante. Es
importante saber que no estaba solo sino que contaba con la inestimable
colaboración de Paco Dolz y la ayuda del gran Pol Turrents.
¿Valió
la pena todo esto? ¡Sin duda! No sólo asistía a un concierto íntimo (éramos
unas quince personas) sino que en el aspecto más friki del asunto, se celebraba
en territorio personal del compositor. Además de disfrutar con su música, íbamos
a conocer el lugar de trabajo del que han salido un buen puñado de obras
maestras.
El
concierto se celebró en el estudio de Cases. Aunque la foto está clarita, el
estudio está junto a la casa y ubicado en pleno bosque, entre árboles y vacas.
El compositor nos recibió con una gran sonrisa y enseguida se unió a su grupo
(en total eran cuatro músicos) y desgranó uno por uno, los temas de Dancing, el
nuevo disco.
Quince
personas dentro de un estudio es algo muy íntimo y disfrutamos del concierto a
menos de un metro del compositor. Un
auténtico lujo.
Merendola tras concierto |
Después
del concierto, me quedé curioseando su lugar de trabajo (en un acto casi de
violación del espacio personal) y le saqué una foto al escritorio de su
ordenador – con todas sus bandas sonoras ordenadas alfabéticamente...
Cases
tuvo la gentileza de acercarse y contarme el programa que utilizaba para componer,
enseñarme la mesa donde escribe y contar un par de anécdotas (“al director de
cine le gusta más mi música si se la enseño en la pantalla grande” mientras
señalaba el lienzo de una pantalla del tamaño de una pared). Y además, me hice
con un incunable: un auténtico disco de cine original, ya que mientras miraba
sus carpetas de bandas sonoras en el ordenador, Carles me preguntó si me faltaba alguna.
Como Fotos, la película de Elio Quiroga, tiene un tema absolutamente
fantástico… sobre la marcha, metió un CD virgen serigrafiado con su nombre y me
la grabó: un auténtico y genuino CD de cine original que, además, firmó.
Por
otro lado, la persona fundamental para que se celebrara este encuentro es
Montse, que se merece unos párrafos aparte.
La
mujer de Carles Cases ha sido en todo momento la gran artífice del asunto. Es
la persona que ha organizado el concierto para que todo pudiéramos estar allí,
mandando emails, planos, mediante llamadas... Es la que le susurra a Carles el
nombre que debe decir (“él es Sergio”) y lo más importante, la que nos brindó
una decena de bizcochos cocinados por ella tras el concierto, dando pie a una
reunión que se alargó entre risas y anécdotas.
La
experiencia fue única y este pequeño vídeo hecho con un miserable móvil no da
la talla del evento:
La envidia me corroe hasta las entrañas. Pero una envidia sana, porque sé que los que estuvisteis allí aprecias hasta el más mínimo detalle de lo que allí vivisteis. Por fortuna sé de primera mano cual es la hospitalidad que se gasta en esta casa y para los que leeis esto sin conocer a los protagonistas, puedo dar fe de que el Friki pero Poco no ha exagerado ni un ápice.
ResponderEliminarGracias por compartirlo.
Jo Sergio debemos tener el mismo gen de la mitomanía aguda! Qué maravilla de experiencia.
ResponderEliminarPor cierto el de la foto a mi izquierda del comentario parece que es Miliki.
No sé como decir esto, pero mi hermana acaba de llamar Miliki a Jerry Goldsmith.
ResponderEliminarPor otra parte, soy mitómano relativo: me vanaglorio de haber tocado a Jaqueline Bisset (ella caminaba y yo, por detrás, le toqué un codo). De haber tocado la mano de Faye Dunaway... pero en realidad, despues de los rodajes de cine y de trabajar en televisión, pues la verdad es que todos los actores y todos los que dan la cara al público son un auténtico coñazo. Soy mitómano con los músicos de cine (posiblemenete, el mejor trabajo del mundo) porque siguen teniendo la magia que deben tener. Y la experiencia me dice que gente como Pascal o Carles son más excelentes personas que excelentes músicos (sin faltar). Y para dos días que estamos aquí, mejor apreciar a las personas...
Sergio, tienes que hablar seriamente con tu hermana... :D
ResponderEliminarQué suerte, y qué bien os lo debisteis pasar. Yo no llegué a contribuir tanto para el disco, precisamente porque sabía que me iba a resultar muy difícil asistir a dicho concierto.
¿Y qué es de Pol? La de rifirrafes que tuve con él en los inicios de BSOSpirit a causa de cierto palurdo impresentable... Cómo ha pasado el tiempo.
Pol es un auténtico crack. Nos llevó a cenar a horas inhumanas y me enseñó parte del trabajo que está haciendo como Dire de Foto y está muy, muy bien. Es, en el más amplio sentido de la palabra, un buen tío.
ResponderEliminarUy, Inma, ¿sabes lo que has hecho llamando Miliki a Goldsmith en presencia de tu hermano? XDDDDDD
ResponderEliminarEn fin, que una experiencia genial y única que jamás podrán conocer otras personas con otro tipo de aficiones, o directamente sin ninguna afición por nada.
ResponderEliminarLo cierto es que si el camino de ida fue "peculiar", en el de vuelta se pudo liar, ya que no daba crédito al cielo tan espectacular que había, parecía talmente lo que resultó ser, el incendio salvaje que llegó hasta la frontera. Pero eso queda como algo anecdótico, la auténtica esencia fue que Carlos y Monse nos dieron lo mejor que saben hacer (suponemos)un concierto de música y unos dulces espectaculares.
ResponderEliminarMe sentí como un miembro de la alta sociedad, al que invitan a una mansión donde acudirá un virtuoso para obsequiarnos con un recital, solo que aquí la mansión era la del virtuoso, que nos hizo reir, aplaudir y bailar en la esquinita de la silla.
Y lejos del mundanal ruido.... no había cobertura ni para móviles.... ¿quién quiere más?.
En fin, lo dejo o parecerá que quiero dar envidia.