Por fin le hinqué el diente al documental Máscaras. En dos palabras, se trata del trabajo al que hace frente un actor cuando estrena una obra de teatro. En este caso único, José María Pou se pone en la piel de Orson Welles.
El documental es muy interesante en su contenido. Su continente, en realidad, es cuestionable. No dudo que la gran profesionalidad de Esteve Riambau, su codirector, al que he leído con bastante interés en sus periplos por las revistas de cine españolas.
Es que no le veo demasiado sentido al punto de vista que decide tomar el documental. Durante gran parte del metraje se convierte en un ojo invisible que capta la esencia del actor en sus momentos críticos: cuando se aprende el texto, leyendo en casa e incluso durmiendo nervioso antes del estreno.
Pero claro... no me creo a un equipo de cámaras dentro de su habitación, grabando al actor mientras duerme en su cama antes del estreno. En una película de ficción, me lo creo. En una no-ficción, no me lo creo. Igual que es rarísimo que Pou entre en el ascensor de su edificio, habitáculo extrañamente diminuto al lado del inmenso (en sentido literal) actor y este se coloque en una posición complicadísima para que también pueda entrar un cámara con él. No sería una imagen extraña si Pou hablara a cámara o mostrara la realidad de la situación (que alguien está registrando este período de su vida)... pero intentan que no se note que el cámara está al lado, lo graban todo como si no existiera algo tan físico como un equipo de documentalistas. Sobre el escenario del teatro queda bien, pero en la casa de Pou es muy raro que ignore, como si no existiera, algo tan evidente. Y sólo hay un momento, un segundo, en el que se impone la realidad y es cuando Pou se prepara un baño y mira al objetivo como diciendo "ahora cierro la puerta, lo siento".
Cuestiones de punto de vista aparte, el documental nos deja estar un par de horas al lado de José María Pou, lo cual, según mi punto de vista, es una auténtica delicia.
No recomiendo el documental a los que no se desenvuelvan relativamente bien en tres idiomas: castellano, catalán e inglés. Y ya no hablo más de el documental y ahora hablaré de las enseñanzas de mi hermana y de la casa de José María Pou.
Me remonto a principios de los años 80, cuando mi hermana se sentaba un lunes con una revista cualquiera. El martes seguía con la misma revista, y seguía, seguía... hasta que finalmente, con el cambio de semana, cambiaba la revista y comenzaba con su rutina otra vez.
Un día, le pregunté como aguantaba tanto rato con la misma revista y que me explicara porque la leía de lado, boca abajo... y su explicación ha marcado mi vida: "veo los libros que tienen los famosos en las estanterías".
Desde ese día, no hay foto de famoso que me interese en la que no busco desesperadamente, en sus estanterías, lo que lee, que películas tiene, los cuadros que ha colgado... Y claro, gran parte del documental de Pou está grabado en su casa. Para el que no lo sepa, José María Pou es un cinéfilo de los grandes y, por si fuera poco, un amante de los musicales. O sea, carne de cañón para un pirado como yo.
Y si el documental tiene una duración de un par de horas, yo estuve una hora más en pausa y zoom por sus estanterías, en donde se encuentran ejemplares absolutamente maravillosos de todas las estrellas imaginables de Hollywood, más películas originales que en cualquier centro comercial, más discos de los que yo jamás soñé... Una delicia para mis ojos. Las estanterías de DVDs las tiene tan llenas, que empieza a acumular torres de películas en todas las esquinas, incluido el baño. Terrible... y magnífico.
Me quedo con la ilusión de que, algún día, ese libro de Lloyd Webber y Sondheim que tiene en una de las estanterías, será mío.
PD: Pou, si algún día lees esto, estaré encantado de aceptar una invitación a tu casa: ni soy de los que pido películas prestadas y menos, libros. Sólo con tocarlos y ojearlos, seré el tío más feliz del mundo.
No se pierdan el trailer:
El documental es muy interesante en su contenido. Su continente, en realidad, es cuestionable. No dudo que la gran profesionalidad de Esteve Riambau, su codirector, al que he leído con bastante interés en sus periplos por las revistas de cine españolas.
Es que no le veo demasiado sentido al punto de vista que decide tomar el documental. Durante gran parte del metraje se convierte en un ojo invisible que capta la esencia del actor en sus momentos críticos: cuando se aprende el texto, leyendo en casa e incluso durmiendo nervioso antes del estreno.
Pero claro... no me creo a un equipo de cámaras dentro de su habitación, grabando al actor mientras duerme en su cama antes del estreno. En una película de ficción, me lo creo. En una no-ficción, no me lo creo. Igual que es rarísimo que Pou entre en el ascensor de su edificio, habitáculo extrañamente diminuto al lado del inmenso (en sentido literal) actor y este se coloque en una posición complicadísima para que también pueda entrar un cámara con él. No sería una imagen extraña si Pou hablara a cámara o mostrara la realidad de la situación (que alguien está registrando este período de su vida)... pero intentan que no se note que el cámara está al lado, lo graban todo como si no existiera algo tan físico como un equipo de documentalistas. Sobre el escenario del teatro queda bien, pero en la casa de Pou es muy raro que ignore, como si no existiera, algo tan evidente. Y sólo hay un momento, un segundo, en el que se impone la realidad y es cuando Pou se prepara un baño y mira al objetivo como diciendo "ahora cierro la puerta, lo siento".
Cuestiones de punto de vista aparte, el documental nos deja estar un par de horas al lado de José María Pou, lo cual, según mi punto de vista, es una auténtica delicia.
No recomiendo el documental a los que no se desenvuelvan relativamente bien en tres idiomas: castellano, catalán e inglés. Y ya no hablo más de el documental y ahora hablaré de las enseñanzas de mi hermana y de la casa de José María Pou.
Me remonto a principios de los años 80, cuando mi hermana se sentaba un lunes con una revista cualquiera. El martes seguía con la misma revista, y seguía, seguía... hasta que finalmente, con el cambio de semana, cambiaba la revista y comenzaba con su rutina otra vez.
Un día, le pregunté como aguantaba tanto rato con la misma revista y que me explicara porque la leía de lado, boca abajo... y su explicación ha marcado mi vida: "veo los libros que tienen los famosos en las estanterías".
Desde ese día, no hay foto de famoso que me interese en la que no busco desesperadamente, en sus estanterías, lo que lee, que películas tiene, los cuadros que ha colgado... Y claro, gran parte del documental de Pou está grabado en su casa. Para el que no lo sepa, José María Pou es un cinéfilo de los grandes y, por si fuera poco, un amante de los musicales. O sea, carne de cañón para un pirado como yo.
Y si el documental tiene una duración de un par de horas, yo estuve una hora más en pausa y zoom por sus estanterías, en donde se encuentran ejemplares absolutamente maravillosos de todas las estrellas imaginables de Hollywood, más películas originales que en cualquier centro comercial, más discos de los que yo jamás soñé... Una delicia para mis ojos. Las estanterías de DVDs las tiene tan llenas, que empieza a acumular torres de películas en todas las esquinas, incluido el baño. Terrible... y magnífico.
Me quedo con la ilusión de que, algún día, ese libro de Lloyd Webber y Sondheim que tiene en una de las estanterías, será mío.
PD: Pou, si algún día lees esto, estaré encantado de aceptar una invitación a tu casa: ni soy de los que pido películas prestadas y menos, libros. Sólo con tocarlos y ojearlos, seré el tío más feliz del mundo.
No se pierdan el trailer:
Antes de que ciertos amigos que tú conoces me metieran de lleno en esto de los musicales era asiduo oyente del programa de radio "La Calle 42" que presentaba José María Pou con Concha Barral en RNE.
ResponderEliminarPor culpa de ese programa me compré, sin haber visto las obras en el escenario, el doble vinilo de Miss Saigon por poner un ejemplo.
Por culpa de él aproveché dos viajes a Madrid por trabajo para ver mis dos primeros musicales. Uno fue La Bella y la Bestia y el otro no merece ser mencionado (realmente mal interpretado y cantado).
Luego vino lo de los amigos. y desde hace tres años no hago más que buscar excusas para plantarme en Londres a ver algo.
El año pasado vi 6 musicales en Londres, 2 en Nueva York y 2 en Madrid, en cuatro viajes.
En uno de esos viajes del año pasado estabamos en Leicester Square y en eso que se cruzó José María Pou por delante. Estuve tentado de acercarme a decirle: "Por su culpa estoy aquí..."
Jo, con tu hermana. Y tú, frikiperomucho (ja,ja). A mí me pasa igual. No llegaba al tiempo de tu hermana. Pero en lo de las librerías de los famosos sí me paraba, sí.
ResponderEliminarY luego está lo de ir a casa de los amigos y para "desesperación" de sus mujeres, ignorar completamente la casa o pasar, pero preguntar dónde están los libros, o las pelis y tirarme un rato curioseando(ja,ja).
Yo no era de radio, pero el amigo que me introdujo a los musicales era un fiel seguidor del programa de radio. Lo grababa en cintas, así que...
Me van a invitar a la de Su seguro servidor... Por aquí viene en marzo.
Un saludo.
Julio, si me hubiera pasado a mí se lo hubiera dicho. Y dime cual fue ese musical olvidable en Madrid.
ResponderEliminarSólo lo diré en presencia de mi abogado...
ResponderEliminarLo sigo haciendo, y tengo tanta práctica que ya no tardo nada. Además he ampliado el campo, ahora me llaman mucho las fotos familiares. Todavía hay alguno que sigue teniendo el libro ese de la vida sexual sana, que estaba en tooooodas las casas en los 70/80.
ResponderEliminarhummm... ese libro que nadie leyó nunca pero que nos sabíamos las fotos de memoria.
ResponderEliminarEn casa, otra cosa no, pero enciclopedias de todo tipo no faltaban. Mi casa era una mina para los vendedores de enciclopedias. Teníamos, incluso, una que hablaba. Le ponías un aparatito encima de la foto y te contaba el artículo. Era un proceso un poco rudimentario (encima de la foto había una especie de vinilo) pero estamos hablando de principios de los 80...
Oye Sergio, ¿y cual es ese libro de Sondheim y Webber que mencionas?
ResponderEliminarPor cierto Julio, si buscas excusas para ir a Londres, yo se de 2 que apenas hace 2 semanas que han ido y que ya tiene fecha de vuelta... ;)
No tengo ni idea. Está en la estantería de José María Pou. Es grande y se llama Sondheim & Webber
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