20 febrero, 2007

DIAMANTE DE SANGRE

Babel se me escapa. Es de esas películas que no logro hacer coincidir con mi horario. En realidad, las últimas películas que he visto han sido siempre la segunda opción, ya que Babel huye de mí. Ayer me acerqué al cine con la sana intención de verla y el resultado es la espléndida Diamante de Sangre.

Diamante de Sangre se vende como una película de aventuras, con sus traficantes y sus escenas de acción, pero en realidad es una peli de personajes y de clara denuncia de una situación: la guerra civil en Sierra Leona. Pero no la típica denuncia terrible con moraleja típica americana a la que estamos acostumbrados, sino que muestra con sus imágenes situaciones que emocionalmente son muy difíciles de sobrellevar como espectador y que el director, sin cortarse un pelo, nos muestra en primer plano. Lo llamaría, en un acto de inventiva total, Gore Emocional.

Muy buena película, tanto de guión como de factura. Eso sí, lo mejor de todo, los tres actores. Leonardo DiCaprio es, hoy día, de lo mejor que se puede encontrar en un actor. Creíble y eficiente, destaca por la altura de los proyectos que selecciona. Una película de DiCaprio vale la pena verla. Siempre.

Djimon Hounsou es el esclavo de Amistad. Le había perdido la pista y aquí está a la altura de la película sin problemas. Está tremendo.

Sin embargo, la que se lleva la película de calle es Jennifer Connelly. En una época en donde las mujeres actrices se quejan por la falta de buenos papeles (lo que es una verdad como un templo), la Sra. Connelly tiene uno de los mejores papeles femeninos que he visto en los últimos años. Periodista que cubre todos los sinsabores de Sierra Leona, tiene unos diálogos ágiles, rápidos, avispados, es la inteligente de la peli, la que ayuda a todos los personajes, la que tiene contactos... y además, guapa es poco.

Connelly y yo nos llevamos seis meses de diferencia de edad. He crecido con sus películas (que es una forma elegante de decir que he crecido con ella), desde Dentro del Laberinto, pasando por El Cohetero y El Secreto de los Abbot, hasta llegar a Diamante de Sangre. Pero jamás había salido tan extraordinariamente guapa en una peli. La personalidad de su personaje ayuda, pero...

Eso me recuerda a cuando estaba trabajando en Filmoteca y estaba rodeado de directores de fotografía. Todos decían básicamente lo mismo, una cosa que es evidente pero que frecuentemente olvidamos: los directores de fotografía nos enseñan, con su forma de iluminar, la historia que quieren contar. Pero su labor fundamental es sacar a los actores guapos, que sus caras salgan limpias y bonitas. Incluso cuando hay que sacarlos feos y ensangrentados, hay que sacarlos guapos.

Es una explicación que siempre me gustó bastante. Reduce el cine al espectáculo de feria, le quita la seriedad para convertirlo en un anuncio. Me recuerda al sistema de estudios, donde todo se centra alrededor del actor. Pero la realidad es la realidad, los actores prestan especial atención a quién les fotografía, y los que no sacan a los actores favorecidos, no hacen carrera. Directores de fotografía como Néstor Almendros, primero se preocupaban por las caras y las composiciones y luego, por el resto.

En realidad, por eso el principio de El Padrino se hizo tan famoso: "¡¡¡¡ pero si no se le ve la cara!!! Está muy oscuro. ¿Se han vuelto locos? ¡Es Brando!"


4 comentarios:

  1. Yo también crecí con la Connelly, desde que ví allá por el año 88 en televisión "Érase una vez en América",así mismo recuerdo un petardazo de película que hizo con Don Johnson pero que olvidé el título.

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  2. Creo que todos crecimos viendo Dentro del laberinto, y por eso somos lo que somos. Saludos

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