12 diciembre, 2007

Consumir en Navidad

Soy un consumidor nato y ese, especialmente ese, es mi punto débil. Me compraría libros, muñecos, dvd, cd, pianos de cola y cromos de películas sin parar, estableciendo un bucle espacio-temporal entre los grandes almacenes y yo que, seguramente, provocaría una paradoja de la que Doc Brown se sentiría orgulloso.

El caso es que la Navidad me lo pone complicado. Antes, cuando era más joven que ahora, eran fechas complicadas para un tipo educado en un colegio de curas: tenía que ir a misa (y aún así buscaba una chica mona para sentarme al lado y clavarle un beso en el momento de darnos la paz).

Espera, que me lío.

El caso es que cada vez que me meto en Internet para buscar un regalo o entro en una tienda para buscar cosillas para la familia, encuentro algo para mi que realmente necesito tener. Hoy, buscando unas pelis, me encuentro con que han sacado un montón de cofres interesantes con películas maravillosas, incluso hay uno de Lubitsch que ya le he puesto fecha (centrándonos: en las rebajas).

Me meto en Internet y descubro en el post de Uruloki una página en donde hablan de consumismo friki, y en vez de concienciarme sobre mi problema, me encuentro con ese magnífico Marlon Brando en Superman que encabeza este post (¡esa figura tiene que ser mía!).

Y para colmo de los colmos, los de Intrada no paran de editar bandas sonoras descatalogadas hace años, con unas tiradas miserables de 500 o 2.000 unidades, a precios poco razonables. Entre ellas, el Alien de Jerry Goldsmith, que tiene su historia: al compositor le cambiaron gran parte de la banda sonora y, ahora, se edita en dos discos, con las grabaciones originales no incluidas en la peli y con el resultado final. Además del Images de John Williams y Con la muerte en los talones de Herrmann completa... y unos diez scores más que me gustaría tener (originales, quiero decir).

Me estoy volviendo loco. Y todo esto, con mi sueldo miserable, con tropecientas Barbies y princesas que debo comprar y alguna cosa con empaque para mi mujer. El año pasado le compré la Nintendo DS, la de entrenar el cerebro, y se notó bastante que el máximo interesado en esa máquina era yo. Al final, la tenemos en un cajón y mi cerebro quedó estancado en casi 70 años. Lo malo es que, cuando la enciendo, la Nintendo se enfada conmigo y me dice: "llevas cuatro meses sin entrenar el cerebro". Pues vete a la mierda, maquina infernal.

Espera, que me lío de nuevo.

El consumismo desbordado me lleva a ser egoísta. Y ya saben, el egoísmo lleva al miedo, el miedo a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento y terminaré, seguro seguro, por no dominar la galaxia.

PD: Perdón por esto, pero estoy trabajando demasiado. Publicidad y Navidad son dos palabras que se llevan muy bien, salvo que trabajes en publicidad a nivel currito patatero y no tengas un minuto libre para disfrutar del amor y la amistad desbordante que... oh... Paparruchas.

2 comentarios:

  1. Bueno, para la gente de nuestra generación, nos gusta comprar cosas inútiles que nos recuerden aquella época. Por ejemplo muñecos de star wars, etc ... A gastar!!!!!!

    ResponderEliminar
  2. Sólo nos queda plantarnos ante nuestra maqueta de la cabeza de la Estatua de la Libertad medio destruida, arrodillarnos y maldecir en arameo y con los brazos en alto:

    - ¡¡¡Nooooooooooo!!! ¡¡Malditos seais siempre!! ¡¡¿¿Por queeeé??!! ¿¿Por qué tuvisteis que hacerlo??

    :-P

    ResponderEliminar