Me gustan las películas que se convierten en experiencias vitales. Películas que cambian tu vida, tu perspectiva sobre las cosas, te dejan pensando durante días y para mas inri, te dejan buscando en librerías, en tiendas de DVDs y en Internet algo de material para completar o complementar la información.
Supongo que a medida que uno crece y va sabiendo más cosas es más difícil encontrar estas películas. Es la gran paradoja del cinéfilo: mientras más películas ves y más cosas sabes sobre cine, más complicado es ver algo que realmente te remueva el alma y te de una bofetada con sus imágenes.
Estos pensamientos me vienen a la cabeza ahora porque acabo de terminar de ver por tercera vez en mi vida Salvar al Soldado Ryan. Las dos primeras veces la vi en pantalla grande y ahora en un DVD magnífico. Y las tres me han dejado completamente destrozado. Nunca he ido a la guerra y tal como están las cosas, creo que nunca iré (además, sólo sería un estorbo "¿para que sirve esta anilla que, de repente, ha aparecido en mi bolsillo?").
Viendo los extras del Soldado Ryan, me he encontrado con un trailer sencillamente fabuloso. No se trata del original, con el que venden el producto, sino un trailer de relanzamiento: la película ya había conseguido bastantes premios y con las nominaciones a los Oscar decidieron volver a lanzarla a las salas de cine (práctica que, por cierto, está desapareciendo).
La gran diferencia entre el primer trailer y el segundo es que este último apela a la grandiosidad de las imágenes y a la fastuosa música de Williams para atraer a los espectadores. Sin palabras, sin narrador. Cine en estado puro.
Sin duda, una de las grandes experiencias cinematográficas de los últimos años y una nueva obra maestra de Spielberg... y ya van...
Supongo que a medida que uno crece y va sabiendo más cosas es más difícil encontrar estas películas. Es la gran paradoja del cinéfilo: mientras más películas ves y más cosas sabes sobre cine, más complicado es ver algo que realmente te remueva el alma y te de una bofetada con sus imágenes.
Estos pensamientos me vienen a la cabeza ahora porque acabo de terminar de ver por tercera vez en mi vida Salvar al Soldado Ryan. Las dos primeras veces la vi en pantalla grande y ahora en un DVD magnífico. Y las tres me han dejado completamente destrozado. Nunca he ido a la guerra y tal como están las cosas, creo que nunca iré (además, sólo sería un estorbo "¿para que sirve esta anilla que, de repente, ha aparecido en mi bolsillo?").
Viendo los extras del Soldado Ryan, me he encontrado con un trailer sencillamente fabuloso. No se trata del original, con el que venden el producto, sino un trailer de relanzamiento: la película ya había conseguido bastantes premios y con las nominaciones a los Oscar decidieron volver a lanzarla a las salas de cine (práctica que, por cierto, está desapareciendo).
La gran diferencia entre el primer trailer y el segundo es que este último apela a la grandiosidad de las imágenes y a la fastuosa música de Williams para atraer a los espectadores. Sin palabras, sin narrador. Cine en estado puro.
Sin duda, una de las grandes experiencias cinematográficas de los últimos años y una nueva obra maestra de Spielberg... y ya van...
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