17 marzo, 2009

Plagios, plagios, plagios...

Huumm... el magnífico mundo de los plagios musicales. Debo aclarar un par de cosas: a todos, incluido un servidor, se nos pone la boca grande cuando identificamos melodías demasiado parecidas. Debo aclarar que, salvo en temas que realmente me tocan las narices, como el caso de James Horner, lo demás me suele parecer divertido y siempre, siempre, tiene el beneficio de la duda.

El beneficio de la duda está presente porque me da la sensación de que todo está prácticamente hecho y las combinaciones de teclas, aunque muy numerosas, son finitas. Es raro en estos días encontrar compositores que realmente muestren algo nuevo y que sea grandioso. Es raro... pero pasa. Y por eso me gusta la música, porque a veces, de repente surge un tipo de los "guau" y "¿de dónde sale este tipo?".

Pero a veces oigo cosas en plan "Supermán y La Guerra de las Galaxias son muy parecidas" y me rompe los esquemas. Salvo en que son marchas y en su ostentosa orquestación, yo las veo muy diferentes. Pero acepto el comentario porque soy el primero que muchas veces veo plagios que nadie ve... de cualquier manera, todo este rollo es para explicar que los plagios me hacen gracia, no los veo como un pecado sino como un error en la memoria del compositor. Un error con gracia.

Pero eso no es lo que creyó Spielberg cuando le metieron una demanda de mil pares de narices por la música de El Color Púrpura. En su primera aventura adulta (y aunque siempre se ha vendido así, nunca he creído que películas como Encuentros en la Tercera Fase sea para niños), el director creyó conveniente que la música no fuera de John Williams sino de Quincy Jones. La historia, que habla de población negra, necesitaba cierto aire que le podría proporcionar el Sr. Jones, que además, junto a Debbie Allen ("la fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a sufrir") eran coproductores de la cinta.

Tras el estreno de El Color Púrpura, el músico George Delerue, melodía pura y dura (y creador de Agnes de Dios, entre otras maravillas) puso una demanda brutal a Jones que, además, me parece recordar se resolvió fuera de los tribunales con un cheque cuantioso al compositor francés.

Lo divertido de la historia es cuando Spielberg se enteró del plagio, se hizo con el vinilo y, según cuenta la leyenda, se metió en el estudio de Quincy Jones y le tiró el LP a la cara mientras gritaba extraños improperios. Como he repetido muchas veces, Spielberg espera el compromiso de todos los que participan en la película al 100%. Por eso, los actores que no cumplen con sus expectativas tienen la censura pública del director (¿recuerdan los comentarios despectivos de Spielberg sobre Julia Roberts en Hook? o el cabreo monumental cuando Cruise se dedicó a hablar de Cienciología en los programas de televisión que tenía pactados para hablar de La Guerra de los Mundos...

El caso es que el otro día tuve la oportunidad de ver la película de Delerue, que se llama A las 9 cada noche (de Jack Clayton). Y aunque no me gustó demasiado, debo reconocer que cada dos por tres me acordaba de El Color Púrpura. Es difícil dar el beneficio de la duda cuando dos piezas son tan parecidas... pero quién sabe... a lo mejor es casualidad...

La (preciosa pero...) música de El Color Púrpura:



Y a falta de disco, el comienzo de la peli A las 9 cada noche (Our Mother´s House), hecha en 1.967 (casi 20 años antes que El Color Púrpura):



Y AHORA, JUZGUEN USTEDES...

7 comentarios:

  1. MMMmmmmmmmm........que sospechosos acordes estos.....no se que pensar......
    De todas formas, la inspiración, el plagio o la mas burda copia siempre han estado a la orden del día; Para mí, uno de los grandes plagios está en "Abre los ojos" hacia James Horner y su aliens (que ya tiene delito).

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  2. ¿Que?¿Que la semana va de plagios o que?

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  3. Yo de música soy un negado; básicamente por tener atrofiado desde el oído interno hasta el cerebro. Y No me preocupa porque es de nacimiento y lo tengo más que asumido.

    Pero hablando de plagios; recuerdo el que hizo Michael Jackson con Albano; o del grupo Vili Vanili (no se si se escribía así). Hay tantos (fuera y dentro de la música) que parece que lo tengamos en parte asumido como normal, y eso no es nada bueno.

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  4. Yo veo un plagio clarísimo. A las 9 cada noche la vi años antes de ver El color púrpura, pero no me acordaba de la música, la verdad.

    Lo de MIlli Vanilli que yo recuerde no se trató de plagio, sino de que los que supuestamente cantaban solo ponían su cara bonita haciendo playback de otras personas.

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  5. Si si, Los Vanili, únicamente ponian su cara bonita y sólo movian los labios y para de contar. Después de conocerse su engaño intentaron sacar un disco con su voz auténtica y ... sin comentarios.

    Sobre el plagio, creo que tiene que haber un mínimo de notas coincidentes para que se considere como tal, por eso muchas canciones nos recuerdan a otras y es; digamos...legal.

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  6. Para mí, la madre de todos los plagios es el de la sintonía de Los Serrano. Te atragantas cuando lo escuchas.
    Este no lo puedo comprobar porque no se me abre el primero. Cosas de mi ordenador, que tiene caracter.

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  7. Un plagio escandaloso donde los haya. Es lo que tienen los negros: cuando te encargan un trabajo, ha de salir sí o sí, aunque sea copiando. ¡Eh, aplacad esos pelos que se os han puesto como escarpias! Por “negros” me refiero a aquellos a los que se encarga un trabajo que firma otro de mayor fama y prestigio, como el que le hizo el libro a Ana Rosa (por poner un ejemplo de lo más mundano...). Al señor Quincy Jones lo que mejor se le da es el jazz, al margen de la producción discográfica de artistas famosos, que es con lo que ha ganado más dinero, cosa que también se le da muy bien. La cuestión es... ¿cómo se le dice que no a un encargo de Spielberg? ¿no es posible que Quincy Jones, atribulado con sus muchas cosas, encargara a su vez la música a un tercero? Lo digo porque, el plagio que nos traes, Sergio, taaaaan escandaloso, que me cuesta creer que se pueda perpetrar algo así “a cara descubierta”.
    Es posible que me equivoque, pero todo esto lo digo porque, precisamente hace pocos días, una amiga pintora (y profesora) me hizo una relación de pintores y escultores de actuales y de renombre que usan el trabajo de otros para estampar su firma. Se me quitaron las ganas de invertir en arte.
    Ahora bien, lo verdaderamente divertido sería que las melodías de Delerue y de Jones fueran en realidad DEL MISMO negro que, desde la oscuridad y el anonimato, se vindicara con travesuras como esta.

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