Cuenta Nacho Cerdá en un magnífico artículo de la revista Scifiworld cómo se sentía cuando aparecían los famosos rombos de televisión. Los más jóvenes del local no se acordarán, pero en TVE, cuando era la única cadena de televisión, avisaban del contenido inapropiado para niños con un rombo e inapropiado para jóvenes, con dos.
Con un rombo, aguantabas discretamente la mirada inquisidora de tus padres y alguna vez, colaba. Con dos rombos, ni preguntabas, te ibas directamente a la cama.
Por culpa de los rombitos, sólo pude ver algún episodio de Starsky y Hutch, que aunque parezca mentira, tenía dos rombos. La suerte que he tenido es que en los años 70 mis padres salían mucho por las noches (al Tan Tan a bailar) y yo me deslizaba sibilinamente a la tele a ver lo que fuera que estaban emitiendo.
Y recuerdo con especial cariño todos los clásicos de ciencia-ficción de Sábado Cine, desde El planeta de los simios (que prácticamente vio toda mi generación aquella noche) hasta Los pájaros de Hitchcock, que me dejó pensando en la cama durante horas.
Pero las películas marcadas seriamente por los rombos no las ponían los sábados por la noche, sino los miércoles, en algo llamado Sesión de noche. Allí es donde el programador lanzaba a Peckinpack o caía algún Fellini, con sus enanos y sus tetas (sin bayonetas).
Es curioso, porque en aquella época aspiraba a vivir un futuro con miles de cadenas de televisión a mi alcance y así poder ver todo lo que se me antojara. Y hoy, que tengo todas esas posibilidades en mi mano, añoro al programador de TVE, ese que me hizo disfrutar de las mejores películas de la Historia del Cine en muy pocos años.
A veces, supongo que dependiendo del operador de continuidad en televisión, los rombos aparecían justo al principio, en un acto de honestidad. Otras veces empezaba la película y no aparecían. Y así podías verla (aunque la gente muriera decapitada y se dijeran insultos tipo "berzotas" y "cáspita") sin que tus padres te dijeran nada, porque al fin y al cabo, para eso existían los rombos. Y de repente, ¡¡zas!!, en toda la cara los dos rombitos de los huevos. Podían aparecer por sorpresa a los dos minutos, o a los cinco minutos e incluso, en el peor de los casos, los ponían a la vuelta de publicidad del primer corte, lo que significaba que habías podido ver veinte minutos de película y ahora, el bastardo de la tele, se acordaba de poner los rombos.
PD: Ayer, a la hora de la comida, salió Belen Esteban llorando en la tele. No soy de los que despotrico contra un aparato que, en realidad, es un medio. Pero la tele es como si te picara una araña radioactiva: conlleva una gran responsabilidad. Y no puedo evitar pensar en la época en la que el cine era programado en televisión de forma selecta por gente como Ramón Colom y Pedro Erquicia, y existían programas como La Clave... y la gente que salía en televisión, por lo menos, sabía hablar con propiedad.
Mis comentarios pueden achacarse a mi edad. Lo sé. Pero es que en los escasos segundos que pasan entre encender la tele y el DVD se pone en marcha, de verdad, hacen daño.
Con un rombo, aguantabas discretamente la mirada inquisidora de tus padres y alguna vez, colaba. Con dos rombos, ni preguntabas, te ibas directamente a la cama.
Por culpa de los rombitos, sólo pude ver algún episodio de Starsky y Hutch, que aunque parezca mentira, tenía dos rombos. La suerte que he tenido es que en los años 70 mis padres salían mucho por las noches (al Tan Tan a bailar) y yo me deslizaba sibilinamente a la tele a ver lo que fuera que estaban emitiendo.
Y recuerdo con especial cariño todos los clásicos de ciencia-ficción de Sábado Cine, desde El planeta de los simios (que prácticamente vio toda mi generación aquella noche) hasta Los pájaros de Hitchcock, que me dejó pensando en la cama durante horas.
Pero las películas marcadas seriamente por los rombos no las ponían los sábados por la noche, sino los miércoles, en algo llamado Sesión de noche. Allí es donde el programador lanzaba a Peckinpack o caía algún Fellini, con sus enanos y sus tetas (sin bayonetas).
Es curioso, porque en aquella época aspiraba a vivir un futuro con miles de cadenas de televisión a mi alcance y así poder ver todo lo que se me antojara. Y hoy, que tengo todas esas posibilidades en mi mano, añoro al programador de TVE, ese que me hizo disfrutar de las mejores películas de la Historia del Cine en muy pocos años.
A veces, supongo que dependiendo del operador de continuidad en televisión, los rombos aparecían justo al principio, en un acto de honestidad. Otras veces empezaba la película y no aparecían. Y así podías verla (aunque la gente muriera decapitada y se dijeran insultos tipo "berzotas" y "cáspita") sin que tus padres te dijeran nada, porque al fin y al cabo, para eso existían los rombos. Y de repente, ¡¡zas!!, en toda la cara los dos rombitos de los huevos. Podían aparecer por sorpresa a los dos minutos, o a los cinco minutos e incluso, en el peor de los casos, los ponían a la vuelta de publicidad del primer corte, lo que significaba que habías podido ver veinte minutos de película y ahora, el bastardo de la tele, se acordaba de poner los rombos.
PD: Ayer, a la hora de la comida, salió Belen Esteban llorando en la tele. No soy de los que despotrico contra un aparato que, en realidad, es un medio. Pero la tele es como si te picara una araña radioactiva: conlleva una gran responsabilidad. Y no puedo evitar pensar en la época en la que el cine era programado en televisión de forma selecta por gente como Ramón Colom y Pedro Erquicia, y existían programas como La Clave... y la gente que salía en televisión, por lo menos, sabía hablar con propiedad.
Mis comentarios pueden achacarse a mi edad. Lo sé. Pero es que en los escasos segundos que pasan entre encender la tele y el DVD se pone en marcha, de verdad, hacen daño.
el señor de los rombos me jodio la vida muchas veces.
ResponderEliminarRecuerdo un pase de los pajaros que aparecieron los rombos justo despues del primer ataque a tippie cuando va en la barca camino de la casa de rod que me jodio cantidad.
Y uno que me jodio mas, con marnie la ladrona, quizas por eso me gusta tanto, que justo cuando esta quitandose el teñido negro y aun no la hemos visto a ella, aparece con su pelo ya rubio y vemos en el espejo su cara y zas, los rombos de los cojones... y mi tia diciendome venga a la cama!!!
Es que lo de Belen Esteban te puede dejar mas traumatizado que la pelicula mas fuerte a la que pudieran adjudicar dos rombos...
ResponderEliminarGracias a dios yo no la tengo que sufrir... mi tele esta libre de belenes y chonis españolas...
Bueno... antes teniamos algo parecido, la Jade Goody, que cada vez que abria la boca subia el pan... pero se murio de cancer hace meses...
ResponderEliminarJo, qué razón tienes.
ResponderEliminarPor cierto, te sigo desde hace tiempo, desde que tu primo Enrique me recomendó tu blog.
Hoy me he decidido a participar con una anecdota de rombos y Starsky y Hutch:
Mis padres no eran muy escrupulosos con el tema de los rombos pero, entre semana, no nos dejaban quedarnos hasta tarde viendo la tele, así que había capítulos de Starsky y Hutch que solo podíamos ver hasta el intermedio (¡qué tortura!). Un día decidimos poner junto al altavoz de la tele un radio-cassete Sanyo con una cinta de 90 minutos (45 por cada cara) dentro y pulsar al mismo tiempo los botones de "play" y "rec".
Por la mañana, mientras nos vestíamos y desayunábamos, pudimos escuchar el resto del capítulo.
Nunca he sido un fanático de las bandas sonoras al nivel de la gente que merodea por este blog, pero recordando esto me doy cuenta de lo importante que fue la pista de sonido de Starsky y Hutch en mi niñez, je, je.
Un saludo
Qué bueno lo de grabar en cassette el resto del episodio XDDDDD.
ResponderEliminarLa verdad es que mis padres han sido bastante permisivos en ese aspecto, pero aun así los rombos jodieron en más de una ocasión.
Yo también añoro aquella tele, y no creo que sea cosa de la edad. Qué grandísima programación.
Amén a todo.
ResponderEliminarRombificaba yo más del 90% de la programación actual. Da igual la cadena. Bueno, salvo La 2, Canal 2 Andalucía y Canal Sur. Pero ésta última sólo se salva porque parece que emite pensando en comatosos o algo así...
Tanta TDT y tanta tontería, y yo termino de ver las noticias (por enterarme de algo, no por alegrarme el día, precisamente), y encender el DVD.
Saludetes.
Yo también viví la censura de los dos rombos. Y recuerdo que en más de una ocasión irme a la cama sin ver lo que emitian.
ResponderEliminarLa televisión ha cambiado mucho, pero mucho y creo que para mal; porque ahora hacen bastante basura.
Y un ejemplo de ello, es el que comentas : Belén Esteban. Considero que se trata de una famosa de segunda división. ¿Qué ha hecho?; simplemente casarse con un torero y ya está. Y sigue hablando de lo mismo desde hace varios años (muchos). Y la televisión explota este concepto hasta el máximo.
ah, pero llegaron a casarse?
ResponderEliminar¿Que vá! De casarse nada. Solo se ha casado con el Jesulín la Campa, y no lo suelta ni muerta.
ResponderEliminarEn fin... ¿Donde estaba yo?
Ah, los dos rombos. Grrrrr... Los odiaba a muerte. En cuanto ponían una peli, intentaba despistar a mis progenitores o a mi abuela para que no viera los famosos rombos y pudiera ver la peli, pero colaba las menos de las veces. Con uno, podía alzarse la mano de vez en cuando y si mis padres ya habían vista la peli y la conocían. Con dos, ni de broma: Allá que me iba a la cama cual mártir...
Parece que todos tenemos los mismos traumas. Mi padre era un lince, no se le escapaba ni uno. Aún hoy dice que si por él fuera los recortaba de cartulina y los pegaba de fijo en una esquinita del plasma. Hay que joderse!
ResponderEliminarBssssssssss
Cloti
El suspense que he pasado mirando a la esquinita de la tele, esperando los dos rombos de las narices, no lo tiene ninguna peli de Hitchcock.
ResponderEliminarA mamá le encantaban porque nos mandaba a la cama y se quedaba tranquila.
Y yo tenía mi propia versión de lo del cassette para ver la mitad que me quedaba sin ver ( a mí también me mandaban a mitad a la cama). Me concentraba y me imaginaba mi propio capítulo. Siempre acababa bien.
y que me decís del 3 y el 3R?
ResponderEliminarYo tuve suerte con los rombos. Mis padres eran bastante permisivos en ese sentido. No sé si por sentido común. Porque lo cierto es que la mayoría del contenido "no apto" de aquella época hoy en día sería "autorizado para todos los públicos".
ResponderEliminarActualmente, series como Padre de familia, o Los Simpson son programadas a horas totalmente inadecuadas. Si recordáis, Los Simpson comenzaron en La 2 y a partir de las 10 de la noche. Me encantan este tipo de series pero no el uso que hacen las cadenas de TV de ellas.
Así que gracias a esa permisividad, de pequeño pude ver Starsky, Y Hutch, Los hombres de Harrelson, o Tony Baretta.
Por no hablar de todas las series que se veían en zona Un Globo, Dos Globos, Tres Globos... Espacio 1999, El Planeta de los Simios, El Triángulo de las Bermudas, Con Ocho Basta...
Con lo que si que tuve problemas era con Mis Terrores Favoritos porque mis padres nunca han sido de ver Dráculas y demás historias y antes lo normal era tener una única TV en casa.
Pero recuerdo haber visto La Mosca (la original) en compañía de mi abuela y alucinar por un tubo con El Increíble Hombre Menguante.
Y también recuerdo haber visto Ultimatum a la Tierra en La Clave y no pegar ni ojo aquella noche.
Que tiempos.
Una de las ventajas de vivir sólo es que todo está como tú quieres. Y eso, en mi casa implica que la TV no tiene los canales sintonizados ni cable de antena. Enciende directamente en el deco (donde sólo tengo contratado un paquete de cine) o en el DVD. Deberías probarlo, Sergio :D (Me refiero a lo del cable de antena, no a vivir sólo :DDDD, tampoco hay que ser tan drástico).