Tras haber compuesto cuatro o cinco películas en Hollywood, al músico David Arnold le ofrecieron su primer Bond con El mañana nunca muere (suponemos que debido al pequeño fiasco que hizo Eric Serra con Goldeneye) en el año 1.997.
Curiosamente, la película se llamó Tomorrow Never Lies (El Mañana nunca miente) hasta poco antes del estreno (siendo Tomorrow el nombre del periódico del malvado magnate de la comunicación que hace el magnífico Jonathan Pryce en su peor actuación), pero al final se hizo un pequeño cambalache de letras y el Lies se convirtió en Dies (morir por mentir).
Arnold, admirador de la saga y de la música de Barry, comenzó su tarea encerrándose en una habitación de hotel con su piano y sus ordenadores. Y empezó por donde todos los compositores cuando trabajan para el agente británico: la canción de los créditos. Esto, que puede parecer una frivolidad, no lo es: la melodía principal en las bandas sonoras de Bond parten de las canciones que abren la película, por lo que en realidad, lo que se está buscando es la melodía que va a definir el tono del film.
David Arnold, tras varias jornadas de trabajo, consiguió sacar adelante la magnífica canción Tomorrow Never Dies (o Lies, según las fechas) y la grabó con mi adorada K.D. Lang. Y a partir de ese momento, empezó a trabajar en diferentes cortes de la banda sonora, por supuesto, utilizando el material temático de la canción.
Pero ya sabemos que Hollywood funciona, por ser elegante, con una moral de dudoso gusto (la moral, claro, mal). Uno de los productores de United Artist estaba cariñosamente enlazado (o liados, depende del grado de romanticismo que le quieran poner) con la cantante Sheryl Crow y le ofreció, directamente, el tema de Bond.
La noticia de que Crow no sólo iba a cantar la canción principal de la peli (en realidad, un caramelo para cualquier persona que quiera llegar al TopTen de las listas musicales) sino a componerla con Mitchell Froom, llegó hasta el lugar de trabajo de Arnold, que vio como su música, directamente, perdía todo el sentido original, y para colmo, sin tiempo para reaccionar, sin tiempo para cambiar las cosas, con su canción ya grabada con una estrella como K.D. Lang y sobre todo, sin la posibilidad de tener el orgullo de una canción para 007 en pantalla.
La banda sonora de la película, aunque pudo incluir algún detallito de última hora, tiene una melodía radicalmente diferente a la de la canción. El último golpe de efecto, típico de Hollywood, fue dejarle a Arnold incluir su canción en los créditos finales, pero claro, no podía llamarse Tomorrow Never Dies, por lo que se cambió el nombre por Surrender, que es la palabra que canta K.D. Lang justo después de decir Tomorrow Never Dies.
Hoy, con la carrera actual de Arnold, no podrían repetir la jugada y el compositor ya se puede reír cuando cuenta la historia. A mí, la canción de Crow me encanta, creo que es sensual, perfecta y respetuosa con el sonido Bond, pero cada vez que escucho Surrender, a mi gusto, claramente superior, se me rompe un poquito el corazón.
Sheryl Crow se separó de este productor poco después de terminar la película. No lo digo con mala intención, sino como un dato que Arnold dejó clarito cuando contaba la historia. Y por el tono, no lo dijo como crítica a la cantante, sino como crítica a un productor que le importa más su amor de verano que la integridad de su película.
La canción de Sheryl Crow:
La canción Surrender de K.D. Land, compuesta por David Arnold:
Cuidate, se te ve un tono simpson muy curioso.
ResponderEliminar