02 octubre, 2007

La narración cinematográfica perfecta

Lo que más me llama la atención de las películas de Alfred Hitchcock es su meticulosidad narrativa. No hay planos gratuitos y el lenguaje es depuradísimo. Pero no sólo eso, Hitchcock era, en el sentido más estricto de la palabra, un teórico de la imagen. Todas sus formulaciones narrativas quedaron perfectamente explicadas en el libro El cine según Hitchcock, en donde en una conversación intensa y extensa con el director Francois Truffaut, desgrana una a una sus películas.

Psicosis es una obra maestra, aunque no es de mis favoritas del maestro del suspense. Me atrae mucho más Vértigo, La sombra de una duda o Rebecca. En realidad, lo que más me gusta de Psicosis es su vertiente narrativa: me da un poco igual lo que cuenta, pero me atrae terriblemente la forma de contarlo.

Todos sabemos que en la película hay un antes y un después del asesinato de la ducha, y a mí me interesa mucho más el antes que el después. Mi película de Psicosis, la que me interesa más, va desde que Marion Crane roba el dinero de su oficina hasta que llega al motel de carretera. En realidad, aquí solo pasan un par de cosas: ella roba el dinero y al escaparse se cruza con su jefe en un semáforo, también se cruza con un poli, cambia de coche en una tienda y se retira a descansar a un motel de carretera. En todo ese proceso, se da cuenta de su error y decide que al día siguiente va a devolver el dinero.

Todo esto está contado con una economía de recursos muy, muy arriesgada: plano de ella en el coche (una clara transparencia), plano del retrovisor y plano de lo que ella ve cuando está conduciendo. Toda una serie de planos que, encadenados, adquieren su dimensión cuando escuchamos lo que ella va pensando en su cabecita de ladrona, y en algunos casos, la música obsesiva de Bernard Herrmann.

Pura experiencia cinematográfica que hoy sería simplemente imposible de ver, ya que se alarga durante veinte minutos. En realidad, no nos hagamos los locos, también era muy complicado que una película así viera la luz a principios de los 60. Hitchcock se aprovechó descaradamente de su nombre y de los mínimos recursos empleados (no nos olvidemos que Psicosis estaba destinada a ser un episodio largo de la serie Alfred Hitchcock presenta), para sacar una peli que de otra manera, sería imposible de llevar a cabo.

Ese episodio largo se convirtió en una de las grandes obras maestras del cine por la aportación, en estado de gracia, de personas cercanas al maestro: Saul Bass y su diseño para el asesinato de la ducha (un ejercicio visual poco apto para la televisión de los 60) y sobre todo, por la aportación del malhumorado pero siempre brillante, músico Bernard Herrmann, que le dio una profundidad y una atmósfera al relato que le daba este toque fantastique.

Parte de todo esto lo cuentan muy bien en este pequeño documento de cinco minutos que he encontrado en Youtube. Curiosamente, el primero en hablar es Herrmann en una de sus poquísimas entrevistas concedidas. Siendo malévolos, no se aprecia demasiado su mal carácter.



4 comentarios:

  1. Don Alfredo dijo antes de ponerse en faena:Psicosis no será una superproducción, será en todo caso un film muy extraño.Lo quiero rodar en Hollywood, construiré la casa y la motel en los grandes y viejos estudios de la Universal...Y quiero rodarla muy rápido: no quiero hacer un film caro, porque, para ser objetivo, no sé en absoluto si tendrá éxito.
    Está muy, muy fuera de lo corriente..

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  2. Alberto, de verdad, no te conozco, pero es un lujo saber que alguien lee estas líneas y, además, se decide a comentar.
    Muchas gracias.

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  3. De nada hombre, aunque suene a topicazo el placer es mío y realmente disfruto con todos tus post de los cuales estoy aprendiendo muchísimo. Un abrazo.

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  4. Vaya, otro post del maestro Alfred (voy del presente al pasado en tu blog, para ponerme al día).
    Repito todo lo que dije en el anterior y confirmo todas tus presentes palabras. Ah, y el libro de Alfred-Truffaut es una joya que me regaló horas de placer. Desgraciadamente lo presté a alguien que conocí en un curso de cine y ya nunca más supe de él (lo intenté recuperar, pero fue imposible, y me resisto a adquirir la nueva edición, sería como comprar un hijo para sustituir a otro). En fin.

    ¡Salud!

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