31 octubre, 2007

Vértigo y la mejor secuencia de la historia del cine

Sí, soy un exagerado cuando hablo de Vértigo. Siempre digo que es mi película favorita, que su música, su guión, la forma de acercarse a la historia por parte de Hitchcock es absolutamente insuperable y arriesgada.

Siempre he creído que las grandes obras de Hitchcock no están relacionadas con el misterio y el suspense, sino con las grandes historias de amor. Desde Encadenados, en el que Cary Grant arroja a la mujer que ama (Ingrid Bergman) a los brazos de un Claude Rains terrorífico, pasando por la relación imposible entre James Stewart y una mujer muerta en Vértigo, y por supuesto, por la historia de un señor accidentado que ve un asesinato desde su ventana y que huye del matrimonio (de hecho, la única posibilidad de que su novia se ponga un anillo de compromiso es cuando lo coge de la vecina supuestamente asesinada) en La Ventana Indiscreta.

La fuerza de esta secuencia de Vértigo (que yo creo que es una de las mejores del cine) está en su significado y en su narrativa.

Tras fallecer la mujer que ama (Madeleine), James Stewart encuentra a una chica de vida dudosa que es prácticamente igual (Judy) y que vive en un hotelucho de mala muerte. Stewart convence a Judy para que se transforme en Madeleine, con un traje igual, con el peinado... Un deseo patético sólo superado por el amor de ella, que accede a todo este juego con tal de que él la ame.

Al comenzar la secuencia, la transformación está casi completada. Sólo hay un pequeño problema con el peinado, Judy tiene que recogerse el pelo. Cuando lo hace, James Stewart puede revivir el beso de amor con Madeleine en las caballerizas.

Ese es su significado.

Pero Hitchcock arriesga. Hace que la espera de Stewart sea larga, sin elipsis temporales. Los espectadores esperamos con él, ansiosos por ver la transformación completa de Judy a Madeleine. El momento es claramente onírico, entre otras cosas porque cuando ella se ha metido en el baño ha atravesado una extraña luz verde (el neón de la calle da un tono verdoso a toda la habitación, pero la puerta del baño parece ser un punto especialmente fuerte) y cuando sale, el color es tan brillante que parece, realmente, una aparición de entre los muertos. A Hitchcock le gustaba decir que, en realidad, lo que ella ha hecho es completar su desnudez.

Los planos son largos y la música de Herrmann (que en esta secuencia demuestra porqué lo adoro y porqué creo que era el número uno) crea el estado de ánimo, la espera, la ansiedad, la sorpresa... con sus trémolos, su crescendo y su gran tema de amor.

La mirada de Stewart cuando por fin ve a Madeleine merece un párrafo aparte. Realmente, él está viendo a la mujer que ama, está viendo a una muerta. La mirada se apoya en un travelling fantástico de acercamiento que es marca y firma ineludible del director inglés, aunque los más jóvenes asocien este movimiento de cámara a Spielberg.

Y de repente, el beso (el primer beso de amor de Stewart desde que Madeleine murió): un beso complejo que Hitchcock grabó en estudio y en donde tres elementos se mueven al mismo tiempo: los protagonistas, la cámara y el decorado. El resultado, tantas veces copiado en la actualidad, es una imagen que pertenece más al mundo de los sueños que a la realidad.

Puro cine, amigos míos, puro cine.


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7 comentarios:

  1. Ostras, qué ganas de reverla de repente xDD

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  2. La fuente argumental de esta película fué una novela francesa de Boileau y Narcejac, los populares autores de Les Diaboliques, cuyos derechos la Paramount adquirió para Hitchcok. Aunque esta historia psicológica de asesinatos y misterios fue escrita especialmente para el director, él nunca tuvo la intención de retener otros elementos que la linea básica de la trama y los tonos eróticos subyacentes.
    Hitchcok decidió cambiar el lugar en que transcurre el drama de Francia a California y eligió a la ciudad de San Francisco. Contrató a James Stewart al haber quedado muy satisfecho con sus trabajos anteriores juntos en La Soga, La ventana indiscreta y El hombre que sabía Demasiado. Como principal protagonista femenina quiso contar con Vera Miles pero ésta tuvo que renunciar al proyecto a causa de su embarazo.
    Vertigo fue rodada entre septiembre y diciembre de 1957, primero em exteriores del norte de California y luego en los estudios de la Paramount.Todos los detalles de la producción fueron planeados e investigados con sumo cuidado y Hitchcock parecía prestar más atención a esos detalles que lo que era su costumbre. Y para introducir en el espectador la sensación de vértigo, en todos los momentos posibles se utilizaron imágenes en espiral, desde los títulos de presentación, en los cuales los circulos surgían desde el ojo de una mujer, hasta el peinado enrrollado de Kim Novak.
    Sin embargo, el efecto que más enorgullecía a Hitchcock era el que mostraba la confusión de perspectivas cuando Scottie está abrumado por su acrofobia:Ahí se combinaba una toma hacia atrás con otra en zoom hacia la escalera en miniatura de una torre.Así surgía la sensación de vértigo. Para subrayar más el contraste entre las dos mujeres claves de la película, el personaje de Madeleine se rodó utilizando sólo su perfil derechi, en tanto que a Judy se la veía desde su perfil izquierdo. Nada podía ser más efectivo para señalar la personalidad dividida de la heroína.También Madeleine está rodeada de una aura escalofriante lograda a traves de filtros para acentuar su inminente muerte.
    Una de las tomas más comentadas y recordadas del film fue el apasionado beso durante el cual la cámara se movía 360 grados alreddedor de los amantes. Señalaba el triunfo de la ilusión cuando la identificación de Judy con Madeleine se hacía completa.Los actores fueron colocados en una pequeña plataforma giratoria, pero el espectador no podía sarse cuenta si eran ellos o la habitación la que giraba. Como sucede a menudo con Hitchcock, la debilidad del héroe, ña acrofobia de Scottie, no es tanto física como moral. Más de un miedo a las alturas, el vértigo que experimenta es un síntoa de su atracción erótica hacia lo desconocido y en última instancia, hacia la misma muerte.
    En muchos sentidos, Vértigo es un paralelo de los sentimientos del director. La identificación con su héroe se puede ver como una parábola se las actitudes del director hacia las mujeres y en particular hacia sus estrellas.Él disfrutaba mucho modelando sus personalidades y transformándolas en lo que pensaba que debía ser.

    Amigo Sergio, esto está extraido de un dosier que conservo como oro en paño desde el año 1990, publicado con motivo de la emisión de un ciclo de Hitchcock. Si te ha aportado algo me siento satisfecho. Un abrazo.

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  3. Sergio enhorabuena por el post.Es el mejor quitando,por supuesto, el de tetas y culo.

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  4. Como anécdota, quisiera añadir, que se rodó más de un final y que, al parecer, se pueden ver en la edición especial.

    Por otro lado, decir que es un buen artículo sobre una gran película, grande entre las grandes.

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  5. No es exactamente más de un final.
    Lo que se rodó es una escena, que es como finalizaba la peli en sus primeras semanas de vida, en la que Scottie volvía a su vida rutinaria con Barbara Bel Geddes (de alguna forma, se conformaba).
    Hitchcock nunca estuvo muy convencido de ese final y decidió cortar en el momento que Scottie, finalmente, puede asomarse, tras la tragedia, al campanario sin problemas.
    Ese final estuvo desaparecido un montón de años, pero finalmente se localizó una copia de la peli con esa escena en uno de esos cines ambulantes que van de pueblo en pueblo.

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  6. Hola.
    Estoy contigo con la definición de maestría y el definir puro cine a lo que hacía este director.
    Sus pelis están llenas de detalles que entrelazan en momentos concretos del metraje, muchas veces sin el acompañamiento de una música o ruido rimbombante (muy al uso hoy en día). Anoche estuve viendo "North by Northwest" (Con la muerte en los talones) en una emisión televisiva (todavía somos algunos los que vemos cine emitido en televisión) y la verdad es que disfruté todos y cada uno de los planos de la película, todas las interpretaciones, todos los matices, todas las luces y sombras, y por supuesto me regocijé con la secuencia que ya sabemos (y que sobra decir), que cada vez que la veo me hace sonreír, imaginándome a Alfred al lado del operador de cámara, marcándole el tamaño del plano, la profundidad, con el ritmo silencioso ya en su mente. Un placer.
    Soy de esos afortunados que pudo ver en pantalla grande (cine Bahía para los canariones que lean esto) la serie de impecables reposiciones del maestro, momentos claves para mi, que fueron como descubrir otro mundo.
    Amigo Sergio, sigue con tu buen hacer en "Friki pero poco".

    ¡Salud!

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