Gloria Grahame era perfecta. Y además, protagonista de una de las mejores películas de todos los tiempos: Los Sobornados de Fritz Lang (vale, también sale en Qué bello es vivir).
Cuando se hacen las típicas consultas para saber cuál es la mejor película de todos los tiempos, siempre sale a relucir Ciudadano Kane o Casablanca... pero todo el mundo se olvida de las mejores... como Perdición, Los Sobornados o Sunset Boulevard.
Y todo esto lo cuento porque el otro día la vi en una peli, guapísima, y me puse a leer cosas de ella en Internet. Y me quedé flipado. Gloria Grahame se casó con Nicholas Ray, director de cine que hizo pelis como 55 días en Pekín, Johnny Guitar o Rebelde sin causa. Además de eso, era jugador, bebedor y terminó sus últimos años totalmente arruinado. Un elemento. Un genio.
En el año 1952 se divorciaron y Gloria Grahame se volvió a casar con otro tipo... en realidad eso no importa, lo que realmente importa es que en 1960 se volvió a casar por cuarta vez (mola, ¿eh?) con el hijo de Nicholas Ray, Anthony Ray. Sí, sí, con el hijo de su segundo marido. Por supuesto, se divorciaron al cabo de unos años. No quiero ni imaginarme las conversaciones entre ambos, sobre todo en las peleas: "pues tu padre me despertaba con tostadas".
Bueno, era un detalle que me llamó mucho la atención y que quería compartir. Por eso, si algún día juegan al Trivial y alguien pregunta algo del tipo "qué similitudes encontrarían entre Woody Allen y Gloria Grahame", ya saben...
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