Hay muchas personas que todavía no saben que en las famosas letras de HOLLYWOOD que se encuentran en la colina más cinematográfica del mundo antes se podía leer Hollywoodland.
Esas últimas letras (LAND), que han sido punto de partida de muchos suicidas, fueron eliminadas hace muchos años. Cuando hablamos de Hollywoodland, hablamos del Hollywood clásico.
Tras esta introducción pachanguera, Hollywoodland es una magnífica película que cuenta la historia de George Reeves, un actor mediocre que alcanzó la popularidad con la serie de televisión de los cincuenta: Superman.
En la vida real, George Reeves se pasó gran parte de su tiempo intentando meterse en la industria del cine, aunque sólo consiguió pequeños papelitos, como el de hermano Tarleton en Lo que el viento se llevó.
La fama de Superman se lo comió. Le costó bastante asumir que había conseguido ser famoso por ponerse un pijama, pero cuando lo hizo, asumió su rol a la perfección. Dejó de fumar (no quería que los niños, que lo adoraban, le vieran fumando) y no se sacó más fotos con distintas mujeres cada noche.
Fred Zinnemann le dio en un pequeño personaje en De Aquí a la Eternidad, pero debido a las risas que causó en los pases de prueba, con la gente gritando ¡Superman, Superman!, cortó su papel a la mínima expresión.
Cuando la serie Superman se canceló, no consiguió remontar su carrera, cogió un arma y se suicidó...
O no.
Las malas lenguas hablan del poder de un dirigente de la Metro Goldwyn Mayer, Eddie Manix, que al ver como su mujer sufría despechada porque George Reeves la había dejado (se consentían un amante, tanto Eddie como su mujer), lo arregló todo para que mataran a George.
En realidad, esta teoría no es tan variopinta. Los antiguos dirigentes de las grandes productoras, al igual que los jefes de publicidad, se vieron envueltos en temas muy, muy turbios, sobre todo en la época en que las estrellas se creían auténticos dioses. Ya no sólo se encargaban de que contrajeran matrimonios algunos actores que debían ocultar su homosexualidad, sino que en caso de muertes y asesinatos, se llamaba antes al estudio que a la policía.
Así, bromas tan célebres como macabras, como la de Errol Flynn, que sacó el cadáver del actor John Barrymore del depósito y lo sentó en una butaca en el salón de la casa del director Raoul Walsh, provocando casi el infarto del pobre director, eran moneda común que tenían que salvar los directores de publicidad del estudio. Lo que en España se ha llamado: "sacar las castañas del fuego".
De todo esto y un poco más habla Hollywoodland. Es una delicia ver Los Ángeles en los 50 y actores de la talla de Adrien Brody, Diane Lane, Ben Affleck, Bob Hoskins e incluso la guapa Robin Tunney, de Prison Break, dando vida a magníficos y reales personajes. Pero lo curioso es que hasta Affleck esta muy bien. Ha ganado más premios haciendo de Reeves que en toda su carrera y este año, todo el mundo esperaba que el Oscar de mejor actor se lo llevara él. Seguramente habría pasado de llegar a ser nominado.
Pero sobre todo, en Hollywoodland es importante el respeto con el que han tratado la figura de Reeves (yo soy seguidor de Superman, la serie de televisión, y me habría dolido que fuera de otra manera). Porque si bien George Reeves era un actor mediocre, demostró en repetidas ocasiones ser un tipo magnífico. Es difícil que alguien encarne de forma más auténtica al defensor de la verdad y la justicia.
George Reeves era un tipo encantador que no se dio cuenta de la suerte que tuvo. A la mayoría de los actores de los 50, la generación actual no los conoce ni de vista, pero de George Reeves se siguen vendiendo DVDs, se hacen películas sobre él y muchos nos preguntamos, todavía hoy, por su verdadera muerte. Ha entrado de lleno en la mitología del celuloide. En realidad, consiguió lo que buscaba, aunque pagara un alto precio.
NOTITA PORQUE SI NO REVIENTO: Pasa lo mismo con los compositores de los 50. Aunque todos los músicos de cine reconocían con vergüenza que les gustaría "dejar el cine y dedicarse a la música seria" (frase de Bernard Herrmann), a la mayoría de los compositores clásicos de los 40 y 50 no se les programa hoy en día en ningún sitio. Sin embargo, cada día suena algo de Herrmann en algún auditorio del mundo.
Esas últimas letras (LAND), que han sido punto de partida de muchos suicidas, fueron eliminadas hace muchos años. Cuando hablamos de Hollywoodland, hablamos del Hollywood clásico.
Tras esta introducción pachanguera, Hollywoodland es una magnífica película que cuenta la historia de George Reeves, un actor mediocre que alcanzó la popularidad con la serie de televisión de los cincuenta: Superman.
En la vida real, George Reeves se pasó gran parte de su tiempo intentando meterse en la industria del cine, aunque sólo consiguió pequeños papelitos, como el de hermano Tarleton en Lo que el viento se llevó.
La fama de Superman se lo comió. Le costó bastante asumir que había conseguido ser famoso por ponerse un pijama, pero cuando lo hizo, asumió su rol a la perfección. Dejó de fumar (no quería que los niños, que lo adoraban, le vieran fumando) y no se sacó más fotos con distintas mujeres cada noche.
Fred Zinnemann le dio en un pequeño personaje en De Aquí a la Eternidad, pero debido a las risas que causó en los pases de prueba, con la gente gritando ¡Superman, Superman!, cortó su papel a la mínima expresión.
Cuando la serie Superman se canceló, no consiguió remontar su carrera, cogió un arma y se suicidó...
O no.
Las malas lenguas hablan del poder de un dirigente de la Metro Goldwyn Mayer, Eddie Manix, que al ver como su mujer sufría despechada porque George Reeves la había dejado (se consentían un amante, tanto Eddie como su mujer), lo arregló todo para que mataran a George.
En realidad, esta teoría no es tan variopinta. Los antiguos dirigentes de las grandes productoras, al igual que los jefes de publicidad, se vieron envueltos en temas muy, muy turbios, sobre todo en la época en que las estrellas se creían auténticos dioses. Ya no sólo se encargaban de que contrajeran matrimonios algunos actores que debían ocultar su homosexualidad, sino que en caso de muertes y asesinatos, se llamaba antes al estudio que a la policía.
Así, bromas tan célebres como macabras, como la de Errol Flynn, que sacó el cadáver del actor John Barrymore del depósito y lo sentó en una butaca en el salón de la casa del director Raoul Walsh, provocando casi el infarto del pobre director, eran moneda común que tenían que salvar los directores de publicidad del estudio. Lo que en España se ha llamado: "sacar las castañas del fuego".
De todo esto y un poco más habla Hollywoodland. Es una delicia ver Los Ángeles en los 50 y actores de la talla de Adrien Brody, Diane Lane, Ben Affleck, Bob Hoskins e incluso la guapa Robin Tunney, de Prison Break, dando vida a magníficos y reales personajes. Pero lo curioso es que hasta Affleck esta muy bien. Ha ganado más premios haciendo de Reeves que en toda su carrera y este año, todo el mundo esperaba que el Oscar de mejor actor se lo llevara él. Seguramente habría pasado de llegar a ser nominado.
Pero sobre todo, en Hollywoodland es importante el respeto con el que han tratado la figura de Reeves (yo soy seguidor de Superman, la serie de televisión, y me habría dolido que fuera de otra manera). Porque si bien George Reeves era un actor mediocre, demostró en repetidas ocasiones ser un tipo magnífico. Es difícil que alguien encarne de forma más auténtica al defensor de la verdad y la justicia.
George Reeves era un tipo encantador que no se dio cuenta de la suerte que tuvo. A la mayoría de los actores de los 50, la generación actual no los conoce ni de vista, pero de George Reeves se siguen vendiendo DVDs, se hacen películas sobre él y muchos nos preguntamos, todavía hoy, por su verdadera muerte. Ha entrado de lleno en la mitología del celuloide. En realidad, consiguió lo que buscaba, aunque pagara un alto precio.
NOTITA PORQUE SI NO REVIENTO: Pasa lo mismo con los compositores de los 50. Aunque todos los músicos de cine reconocían con vergüenza que les gustaría "dejar el cine y dedicarse a la música seria" (frase de Bernard Herrmann), a la mayoría de los compositores clásicos de los 40 y 50 no se les programa hoy en día en ningún sitio. Sin embargo, cada día suena algo de Herrmann en algún auditorio del mundo.
Conocía algo de la historia, que ahora y a raiz de los últimos tristes y trágicos años de Christopher Reeve algunos han bautizado como "la maldición de Supermán". Hace pocas semanas compre en edición DVD De luxe con cuatro discos "Supermán" de 1978 la de Donner y en uno de los discos extras había un episodio de esa serie.Curioso, hace unos días también dediqué un par de posts a la figura de Supermán y un pequeño homenaje a Chris Reeve. Sin duda veré la película.
ResponderEliminarHe estado en tu blog y me he empapado de tu viaje reciente a Madrid para ver a los Les Luthiers. Yo vivía muy cerca de Malasaña, en la Glorieta de Bilbao.
ResponderEliminarLa edición de Superman I y sobre todo, la II, con el Donner´s Cut son auténticas maravillas. Yo soy muy fanático de la primera, aunque cuando llegamos al tema de los misiles ya no me atrae tanto. En realidad, Kripton y Smallville (Villachica en mis comics) son, para mí, lo más memorable de la peli.
Saludos
Vi esta serie cuando en Venezuela la retransmitieron en 1981 aproximadamente, para nosotros era como si la acabaran de grabar, mir primos y yo estabamos todos los días frente al TV cada mediodia para verla, y bueno la recordamos con mucho cariño. Ahora acabo de ver la película y no salgo del asombro de ver la historia de George Reeves.
ResponderEliminarDecir que George Reeves era un actor mediocre creo que no es un comentario respetuoso y justo. El fue una estrella en su papel de Superman. Los comentaristas quieren imponer sus puntos de vista como si su gusto fuera un evangelio irrebatible.
ResponderEliminarPor supuesto que era una estrella. Pero también era un actor mediocre. De todas maneras, si lees el párrafo que nombras, precisamente hablo de eso: "es importante el respeto con el que han tratado la figura de Reeves".
ResponderEliminarPero un actor no encarna sólo un papel (como su Superman), sólo tienes que verlo en otros roles como en Sangre en Filipinas para darte cuenta de que era un actor mediocre. De todas maneras, no te sientas ofendido, que no soy crítico de cine. Doy un punto de vista personal, como tú tienes el tuyo. ¿A tí te gusta todo? ¿Todos los que salen en pantalla te parecen maravillosos? ¿No eres crítico con algunas cosas? Pues eso es.