15 enero, 2007

GRIZZLY MAN

Hasta ayer, Grizzly Man ocupaba la categoría de film maldito en mi vida, uno de esos que busco cada vez que voy a Media Markt o conecto la mula. Siempre hay películas que se resisten a que las veamos (¿pero dónde está La silla de Fernando?), normalmente porque sus distribuidores son unos atontaos que tienen una desconfianza brutal en su producto. No es el caso. El sábado encontré una copia de Grizzly Man en un bonito estante de una tienda y, por supuesto, ya no está allí.

Grizzly Man la dirige un impresentable. No trago a Werner Herzog, tan famoso por sus películas como por sus batallas campales con su actor fetiche, el ahora fallecido y también impresentable Klaus Kinski. Pero desde que me contaron esta historia y vi un par de trailers, pensé que este documento tenía que ser bestial. Las críticas, en general, corroboraban que la experiencia visual era apoteósica.


Más o menos es esto: un señor, un poco harto de la sociedad moderna, se va muchos meses al año a vivir con los osos, se convierte en estrella por su forma de defender el hábitat de estos animales, se acerca a ellos, los comprende... vive tantos meses solo con los osos que se le va la cabeza. Como lo graba todo con una cámara de vídeo, quedan grabadas escenas que dan hasta miedo... Finalmente, un oso se lo come.


Se me olvidaba. No es una película. Es un documental y la historia es real. Lo único que ha hecho Herzog es montar más de cien horas de imágenes en un documento tan maravillosamente visual como espeluznante. La naturaleza en su verdadero y único estado salvaje. Y si cuento su final es porque no es el final, el documental comienza contando como murió y luego cuenta la historia desde el principio (no estoy destripando nada).


Aunque la cámara de vídeo estaba funcionando, la grabación de su muerte no existe. Simplemente, todo ocurrió tan rápido que nuestro explorador no pudo quitar la tapa que ocupaba el objetivo. Pero se oye. O por lo menos, la oye Herzog y no deja que nosotros la oigamos.


Las imágenes están, asombrosamente en Herzog, muy bien montadas. La película se ve de un tirón y no deja de sorprender en cada plano. Y los que me conocen, saben que películas de osos y naturaleza no es lo mío. Pero aquí se habla de locura, de un tipo raro que poco a poco se vuelve loco, se entrevista a sus amigos, al piloto que lo llevó a la zona de Alaska en la que se queda y que después encontró su cadáver, a sus padres en Florida...

Y todavía me parece oír como a cada paso que da, nuestro protagonista se pone delante de la cámara y dice cosas del tipo: “me da igual morir atacado por un oso, si se acerca de forma agresiva no voy a defenderme. Los amo. Ni siquiera llevo armas...”. Todavía no sé si este tipo es un genio o un loco, lo que está claro es que era un documentalista magnífico.



3 comentarios:

  1. Vaya... ahora seré yo el que tendrá un film maldito. ¿O no?. ¡Sergio, te llegó la hora!, ¡comparte el amor!,
    ¡súbela a la mula!.

    ;-)

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  2. Coño, Enrique, me ha salido un buen comentarista... ¡¡¡ si acabo de publicar el post y estaba comprobando si estaba todo en su sitio y ya tengo comentarios!!!

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  3. MI NOMBRE ES RICHARD, VI ESTE DOCUMENTAL ESTA MISMA NOCHE CON MI ESPOSA CREEMOS QUE LAS PERSONAS QUE MUEREN DEFENDIENDO LO QUE AMAN, MERECEN SER RECORDADAS COMO TALES, PUES ES TRIZTE VER DOCUMENTALES DE ESTE TIPO, DONDE EL QUE LO REALIZA NO TIENE CARACTER PROPIO O PASION POR LO QUE HACE. TE ADMIRAMOS.

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