Durante cinco años me colé en los premios Goya. La primera vez lo hice solo, pero los cuatro últimos años me acompañaron tres amiguetes: Adolfo, José Antonio y Susana, tres personas muy serias (que además se dedican al cine y la televisión) a las que sometí en numerosas ocasiones a actos vandálicos de este tipo. Podría contar mil anécdotas en la forma de colarnos. Para empezar, hay que vestirse de etiqueta. Esto quiere decir que realmente te estás preparando para ir a la Gala de los Goya sin tener invitación.
La situación más espectacular fue cuando nos colamos por la escalerilla de incendios, los tres enchaquetados y Susana con un vestido vaporoso. Sólo recuerdo el frío y el viento de Madrid, y nosotros abriendo una puerta de emergencia desde fuera. No sé como la abrimos y entramos por la zona de los canapés. Un camarero alertado vino corriendo a preguntarnos y, con calma, le conté la verdad: que estábamos nominados al mejor corto. Coló. Los trajes le engañaron.
Aunque sin ser tan espectacular, otro año Adolfo y Susana se colaron entre dos maceteros grandes que tenía al lado el vigilante de seguridad. Ese año, en el que José Antonio y yo nos pusimos por el morro unas acreditaciones falsificadas de la revista Dirigido por, que Susana y Adolfo se colaran por medio de las macetas tuvo mérito: a la gala venían las Infantas y estaba lleno de perros y personal de seguridad...
El caso es que veíamos la gala. Nos sentábamos en los asientos vacíos una vez que el show había empezado y lo más importante, después de todo eso que se ve en la tele, en el mismo recinto, se celebraba una fiesta con canapés, copas y famosos. En aquella época nos molaba mezclarnos con esta gente que sale en la tele y en el cine. Sólo después, trabajando con ellos, es cuando te das cuenta de que la mayoría de esos famosos está un poco tarado. Pero antes... antes yo era un mitómano.
Bajo Aprovechábamos esas dos o tres horas de copas para ir de grupo en grupo de famosos para preguntarles cosas. Por ejemplo, yo recuerdo hablar con JuanmaUlloa sobre La Madre Muerta (una de mis películas españolas favoritas), hablar sobre cine español con Berlanga mientras él se tomaba una paella y nos escupía un grano de arroz amarillo que estuvimos a punto de guardar en una pequeña urna (porque según José Antonio, venía de la boca del maestro), hablar con Alex de la Iglesia sobre Acción Mutante, comentar el impresionante plano secuencia del principio de Beltenebros con Pilar Miró, mirar de cerca a Rossy de Palma...
Bueno, se acercan los Goya y cuando veo la gala, siempre pienso que, sentado entre los famosos, hay algún tipo que se ha colado. En realidad, siempre se ha dicho que la gala era un aburrimiento, pero yo cada año me ponía una corbata y me disponía a colarme en la fiesta del cine español. Soy poco dado a la nostalgia, pero añoro colarme en los Goya.
La situación más espectacular fue cuando nos colamos por la escalerilla de incendios, los tres enchaquetados y Susana con un vestido vaporoso. Sólo recuerdo el frío y el viento de Madrid, y nosotros abriendo una puerta de emergencia desde fuera. No sé como la abrimos y entramos por la zona de los canapés. Un camarero alertado vino corriendo a preguntarnos y, con calma, le conté la verdad: que estábamos nominados al mejor corto. Coló. Los trajes le engañaron.
Aunque sin ser tan espectacular, otro año Adolfo y Susana se colaron entre dos maceteros grandes que tenía al lado el vigilante de seguridad. Ese año, en el que José Antonio y yo nos pusimos por el morro unas acreditaciones falsificadas de la revista Dirigido por, que Susana y Adolfo se colaran por medio de las macetas tuvo mérito: a la gala venían las Infantas y estaba lleno de perros y personal de seguridad...
El caso es que veíamos la gala. Nos sentábamos en los asientos vacíos una vez que el show había empezado y lo más importante, después de todo eso que se ve en la tele, en el mismo recinto, se celebraba una fiesta con canapés, copas y famosos. En aquella época nos molaba mezclarnos con esta gente que sale en la tele y en el cine. Sólo después, trabajando con ellos, es cuando te das cuenta de que la mayoría de esos famosos está un poco tarado. Pero antes... antes yo era un mitómano.
Bajo Aprovechábamos esas dos o tres horas de copas para ir de grupo en grupo de famosos para preguntarles cosas. Por ejemplo, yo recuerdo hablar con JuanmaUlloa sobre La Madre Muerta (una de mis películas españolas favoritas), hablar sobre cine español con Berlanga mientras él se tomaba una paella y nos escupía un grano de arroz amarillo que estuvimos a punto de guardar en una pequeña urna (porque según José Antonio, venía de la boca del maestro), hablar con Alex de la Iglesia sobre Acción Mutante, comentar el impresionante plano secuencia del principio de Beltenebros con Pilar Miró, mirar de cerca a Rossy de Palma...
Bueno, se acercan los Goya y cuando veo la gala, siempre pienso que, sentado entre los famosos, hay algún tipo que se ha colado. En realidad, siempre se ha dicho que la gala era un aburrimiento, pero yo cada año me ponía una corbata y me disponía a colarme en la fiesta del cine español. Soy poco dado a la nostalgia, pero añoro colarme en los Goya.
Un año cuando entraste,me llamaste desde una cabina del interior.(No había moviles)
ResponderEliminarVaya sustos me hacias pasar!!! Todos los años pensaba que ese era el año de la detención.
Y qué euforía cuando sabía que todo había pasado,y ya estabas dentro.Era el momento de buscarte entre el público y respirar....